¿Cuál ha sido el factor determinante en el desarrollo de la especie humana? ¿Qué nos define como comunidad?
El punto de partida.
La historia del mundo es una cosmovisión androcéntrica expresada a través de un relato. Las obras y publicaciones de figuras masculinas de antaño como las de hoy, son relatos guía asimilados e integrados como referencias válidas por las esferas de poder. Por citar algunos conocidos, desde Herbert George Wells, en su obra “Breve historia del mundo” (1920) a la popular obra del historiador Yuval Noah Harari, en su obra Breve historia de la Humanidad. De animales a Dioses (2014).
Así, la visión de nuestra historia y de las narrativas del presente que la difunden reproduce el persistente sesgo de género en la construcción de modelos de desarrollo de la humanidad. Y la innovación científica y tecnológica moldea la realidad en sintonía con la forma de entender el mundo según la visión masculina.
Afortunadamente, existen otras visiones fuera de este marco cíclico de referencia (Saṃsāra). En el ecosistema de los dircoms en política se dice que quien impone su relato es quien gana, más allá de si es el más beneficioso para el conjunto de la humanidad. La historia del mundo es la narración de ideas que se han confrontado, las unas con las otras, a lo largo de los siglos conocidos.
Quienes tienen acceso al conocimiento deberían tener la responsabilidad ética y el valor de refutar ideas, de confrontar modelos y de aportar otros puntos de partida para las nuevas generaciones.
Corresponsabilidad.
Un concepto inclusivo para hacer del mundo un espacio de convivencia y desarrollo humano más igualitario y comprometido con la vida. Es una palanca de evolución de las sociedades del siglo XXI. Las mujeres somos el colectivo humano que más necesita este impulso para realizarse en todos los sentidos y evolucionar con plena igualdad.
¿Qué queremos decir cuando hablamos de corresponsabilidad?
La corresponsabilidad de la vida humana, como toma de conciencia y compromiso en la distribución equilibrada, equitativa y funcional de la planificación, la organización y la realización de las tareas sociales en el cuidado de las personas. Repartir las responsabilidades en las cargas sociales, conciliar de forma justa y beneficiosa para el desarrollo humano entre hombres y mujeres.
Un mundo corresponsable es un mundo cohesionado, solidario, equilibrado, sensible a los diferentes singularidades, culturas y experiencias del “SER” persona.
La corresponsabilidad es el pilar que sostiene la consecución de la igualdad real en toda la vida humana: espacio privado, público, mundo laboral, empresarial, político, del conocimiento y la cultura, en la creación de tecnología, en la ciencia y la medicina.
¿Cuál ha sido el factor determinante en el desarrollo de nuestra especie?
Vayamos a la etimología de las palabras. Definimos “especie” (del latín species) como conjunto de “organismos” que se interrelacionan y son capaces de crear y reproducirse con descendencia en el tiempo. Así que somos la consecuencia de una “interrelación” de organismos singularizados y múltiples.
En este sentido, aparece otro concepto que está vinculado al de especie y al de corresponsabilidad que es “interrelación” (correspondencia o relación mutua entre personas). He aquí la clave de nuestro desarrollo como especie. Relacionarnos, comprendernos, establecer acuerdos de convivencia con respeto mutuo, dignidad y no violencia ni sumisión o discriminación alguna.
¿Qué nos define como comunidad?
Cuando somos artífices y protagonistas de crear “procomunes” estableciendo valores, principios y límites, compartiendo ideas desde la tolerancia, la libertad de opinión, la escucha activa y la empatía, el mundo avanza con mayores cuotas de estabilidad, prosperidad y periodos de paz para tod@s.
La comunidad se desarrolla de forma más equitativa, justa y sostenible en el establecimiento de acuerdos de corresponsabilidad, reparto de responsabilidades en los cuidados, las tareas y los usos del tiempo de vida individuales y compartidos en los espacios de intimidad y en la sociabilidad pública.
¿Dónde estamos hoy?
Tomaré una frase del prólogo del libro “Un mundo común” de la filósofa Marina Garcés. Creo que seguimos estando… “En un momento en el que la filosofía y la política buscan la comunidad como algo a recuperar y lo común como algo a producir colectivamente.” Ahora que estamos en plena campaña electoral de las municipales es importante recordar que el “procomún” comienza con una idea del “nosotr@s” en la geometría de las ciudades. Un “nosotr@s” corresponsable. El mundo común nace en cada persona siendo consciente de su civilidad corresponsable y se desarrolla en las ciudades como espacios físicos de interrelación.
Expresiones como “el mundo” “las ciudades” e incluso “la innovación” están conectadas entre sí, en el origen de su sentido como conjunto que aglutina inteligencia y acción creativa de las personas (el “nosotr@s). La corresponsabilidad también y no es un concepto conectado a la velocidad del ritmo tecnológico, sin embargo, es un recurso de innovación, genera ventajas cualitativas medibles, constatables como evidencias efectivas. Aplicada de forma eficiente y masiva en las estructuras de nuestra sociedad, provoca un inmenso avance y transformación.
Las ventajas de desarrollar la corresponsabilidad en todos los ámbitos de nuestra vida común son múltiples y altamente beneficiosos para la sociedad. Citaré algunas de ellas.
- Mejora la calidad de vida de las personas. Desprendid@s de cargas que hasta la fecha eran asumidas en solitario, compartirlas y redistribuirlas con otros provoca un efecto positivo en la mejora de nuestra salud y bienestar.
- Desde el entendimiento y la mediación se evitan muchos conflictos y tensiones. Esto está conectado a nuestra salud mental. Se fortalece gracias a una mejor forma de afrontar los retos y los riesgos como la incertidumbre.
- Impulsa una gestión de los usos del tiempo más satisfactoria y enriquecedora para el desarrollo personal. Libera tiempo para la creatividad, intelectualidad y el cuidado personal.
- La corresponsabilidad nos hace menos dependientes de lo que nos pesa o bloquea, porque al estar más implicad@s y comprometid@s, somos más conscientes de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y nos ayuda a poner límites y crear nuevas y saludables dependencias.
- Una sociedad corresponsable crea espacios de inteligencia humana colectiva capaces de aportar soluciones a nuevos desafíos.
- Aumenta las oportunidades para generar la propia riqueza material e intangible. Promueve la independencia económica.
¿Es o no es la corresponsabilidad una liberadora disrupción para las mujeres en un mundo masculinizado? La paradoja es que también es un salto cuántico para los hombres y los distintos modelos de familia. Entonces ¿por qué cuesta tanto verla como una llave que abre una nueva puerta a múltiples oportunidades para tod@s “nosotr@s”?
Lecturas remendadas.
Responsabilidad personal y colectiva, Hannah Arendt
Todos deberíamos ser feministas, Chimamanda Ngozi Adiche
Remedio a la aceleración: ensayos sobre la resonancia, Hartmut Rosa
Un mundo común Marina Garcés