La fiscal del ‘caso Rubiales’, en su alegato final: “¿Acaso Hermoso no tenía derecho a celebrar un triunfo deportivo?”
Marta Durántez recalca que el relato de la jugadora es “coherente”, “verosímil” y “rotundo”: “¿Qué le podemos exigir que haga? ¿Que se vaya a un rincón a llorar?”, añade ante los intentos de desacreditarla
Estos días estamos asistiendo al juicio sobre el caso Rubiales y la verdad es que además de ver cómo el juez pierde la paciencia en más de una ocasión también se ha visto alegatos como la de la fiscal que dan esperanza para entender por qué la justicia restaurativa y el enfoque restaurativo puede ayudarnos a construir una justicia más humana sin que los profesionales dejen de serlo. Soy consciente que también ha sido criticada por parecer un discurso guiado por las ideologías de ciertos partidos políticos, sin embargo, el propósito de esta reflexión va a ser valorar qué las víctimas lo son más allá de posibles orientaciones políticas y que no hay víctimas buenas o malas dependiendo de cómo actúen o se comporten.
¿CÓMO SE MIDE SI UN DELITO ES GRAVE O LEVE?
En primer lugar efectivamente el código penal califica los delitos como graves o leves dependiendo la pena que lleven aparejada. Los delitos graves son los actos delictivos que la Ley castiga con una pena de mayor gravedad.
El artículo 33.1 del Código Penal establece una distinción fundamental en cuanto a las penas, basándose en su naturaleza y duración. Esta clasificación se presenta en tres categorías: graves, menos graves y leves.
La gravedad, como vemos, viene determinada por la pena sin embargo, no solemos pensar que el delito debería medirse también por la repercusión que tiene en la víctima, en su entorno y en la sociedad. Esto hace que ante determinados delitos pensemos que el juicio es desproporcionado, y no solo eso, sino que automáticamente estamos seguros que la víctima está sobre actuando y que es imposible que se sienta mal porque el delito no es grave y por consiguiente pensamos que el daño tampoco lo es.
Por otro lado, el sistema penal uniformiza los delitos, la respuesta ante estos y por si fuera poco parece querer unificar cómo se ha de sentir la víctima o cuál es el comportamiento que debe tener para ser considerada una víctima “buena”. Las personas somos diferentes, nuestra historia vital, nuestro pasado, nuestras vivencias, nuestro carácter y personalidad nos hace ser quienes somos y por eso, ante un mismo delito podemos tener dos personas que se comporten diferente. Es decir el delito tampoco impacta de la misma manera en las personas.
En el caso que nos ocupa puedo comprender (porque es humano) que muchas personas piensen que se está exagerando, que no es para tanto. Todos como personas nos ponemos en el lugar de la jugadora y automáticamente pensamos que hubiéramos hecho nosotros, por eso, la sociedad está polarizada. Sin embargo, es imposible saber cómo habríamos actuado, o como nos habríamos sentido hasta que no nos suceda una cosa similar. Esto deberíamos empezar a entenderlo para así evitar juzgar a las personas que han sufrido daños (sean o no delito) Es cierto que el juicio se ha convertido en algo mediático, en un espectáculo, ( estoy convencida que debería limitarse las audiencias públicas en estos supuestos para evitar convertir la acción de la justicia en un circo) .
Sin embargo, más allá de la pena solicitada para el presunto culpable ( en mi opinión personal exagerada) lo que no podemos permitirnos es cuestionar a las personas que han sufrido daños. Esto puede crear un precedente para otras posibles víctimas que ante el escarnio público al que se somete a la víctima, decidan no denunciar precisamente por miedo a sufrir lo mismo. El sistema debe proteger a las víctimas y sobre todo debe propiciar todos los mecanismos, recursos y programas oportunos para que no se sientan revictimizadas. Y es aquí donde cobraría importancia la justicia restaurativa. Más allá de lo que se piensa por muchas personas, la justicia restaurativa es mucho más que encuentros conjuntos. No toda la justicia restaurativa se reduce a un encuentro con la persona ofensora, para que se den estas circunstancias deben cumplirse unas variables y no siempre es posible o bueno y beneficioso para las víctimas. Sin embargo, más allá de la intervención psicológica que se las pueda ofrecer, podemos buscar programas restaurativos que las acompañen, y les den espacios para poder resignificar lo vivido. No toda la ayuda que se puede ofrecer a la víctima es psicológica o jurídica. Pero además podemos como decía en otro artículo hace unos días, ayudar a los profesionales que están en contacto con víctimas para que su trabajo se haga más humano y restaurativo, sin que por ello tengan que perder su profesionalidad.
DIFERENTES INTERVENCIONES RESTAURATIVAS PARA PROPORCIONAR ESPACIOS DE SANACIÓN
El discurso tan criticado de la fiscal fue una muestra de lo que necesitamos en nuestro sistema penal y penitenciario, profesionales que no juzguen ni decidan por las personas que acuden buscando justicia. No se trata de nosotros pensando que hubiéramos hecho en la situación de la víctima, se trata de no pensar ni decidir por ellas. Fue en mi opinión un discurso que se hace congruente con los principios básicos de la justicia restaurativa. Y además ayuda a quitarnos por fin los estereotipos que tenemos de las victimas e incluso de las personas ofensoras.
De una vez y para siempre deberíamos desterrar la idea de la víctima “buena”, vulnerable, incapaz de decidir por si misma, necesitada de protección y a la que papa estado la dice: “ no te preocupes vamos a hacer lo mejor para ti”.
Esta mentalidad que existe nos lleva a creer por poner un ejemplo que es bueno para las víctimas prohibir justicia restaurativa en delitos graves como la violencia sexual y género (algo que no es verdad porque solo está prohibida la mediación y conciliación no la justicia restaurativa). Hay algo que es claro ninguna intervención que se haga supuestamente en favor de las víctimas puede ser sanadora, si limitamos su participación porque al final se trata de empoderarlas para que puedan encontrar narrativas que las permitan pasar de víctimas a supervivientes. Con esta visión estamos potenciando que se sientan víctimas de por vida, máxime porque hasta el sistema las acaba revictimizando. Otra opinión muy común sobre las víctimas es que son vengativas por eso se critica por ejemplo, que sean informadas sobre los beneficios penitenciarios de sus agresores etc.…no entendemos que los más punitivos somos los que nunca hemos sido víctimas. Por tanto, en primer lugar deberíamos desterrar las ideas preconcebidas de cómo es y debe comportarse una víctima para evitar revictimizar. Y la justicia restaurativa como he comentado puede ser de gran ayuda. Los programas individuales que no son terapia ni entrevistas individuales, ni coaching, ni asesoramiento jurídico son espacios que permiten lograr algunos principios básicos de la justicia restaurativa como ser escuchadas, atender sus necesidades emocionales e incluso buscar espacios para la sanación en los que la reparación como no viene de las personas ofensoras puede surgir de la sociedad o incluso de ellas mismas para ellas.
Asimismo el trabajo de operadores jurídicos y otros profesionales sin ser facilitadores podría mejorarse si sus actuaciones tuvieran un enfoque restaurativo que permita a las personas sentirse más seguras, más escuchadas y sobre todo no juzgadas. Un ejemplo claro son las preguntas, en el proceso penal van encaminadas a buscar la verdad legal si el delito sucedió o no y si una persona es culpable. Entiendo que esto debe ser así pero estas preguntas podrían combinarse con otras más emocionales que hagan que las personas se sientan seguras para poder responder con tranquilidad y sin sentirse interrogadas.
Muchas personas que me leen pensarán que es incompatible con los derechos de las personas que están siendo juzgadas, sin embargo, puedo decir que todo lo que he dicho con ciertos matices se debería aplicar con las personas ofensoras. Procurando no ser estigmatizados y que se remueva el rol de delincuente sin posibilidad de reinserción. Se trata de hacer una justicia más cercana a las personas y más humana sin perder los principios básicas del sistema penal. La idea no es desterrar el sistema penal y penitenciario sino mejorarlo con el enfoque restaurativo y con los diferentes programas e intervenciones restaurativas que los y las facilitadores pueden diseñar y desarrollar.
CONCLUSIONES
La justicia restaurativa bien entendida, algo que de momento es difícil porque se está viendo más como mecanismo alternativo que como una forma de generar espacios de sanación y de responsabilización, es una forma de humanizar los espacios de los tribunales. No es un mecanismo para agilizar o descongestionar los juzgados, es una fórmula que permite mejorar el sistema penal. Gestionar el aspecto emocional del delito y/o acompañar a las personas ofensoras (si fuera posible ) en su proceso de asunción del daño es un proceso generalmente largo, y que pocas veces agiliza los juzgados. Pero además podemos proporcionas formación adecuada a jueces, fiscales y otros profesionales para que su trabajo sea un poco más humano sin que tengan el temor de dejar de ser profesionales. Asimismo si nos centramos en buscar la justicia restaurativa como eje, estaremos haciendo pedagogía con los ciudadanos, urge dejar de juzgar a las víctimas, dejar de buscar un prototipo único y tratar de que todas encajen en estos parámetros. Todas las personas somos diferentes y nuestra resiliencia también lo es. La justicia restaurativa no decide por las víctimas ni impone a las víctimas lo que tienen que hacer. Por eso, frente a las muchos pseudoexpertos que hablan del perdón como un objetivo de la justicia restaurativa, una vez más diré que no lo es. Y no lo es por todo lo que he hablado, no se puede imponer a las víctimas, lo que deben hacer o lo que deben sentir, el perdón es algo personal y en muchas ocasiones se da tras un proceso restaurativo pero en ningún caso es un objetivo. Tenemos que despojarnos de nuestra intención de ayudar a las víctimas bajo el prisma de nuestras vivencias y opiniones o valores. No se trata de nosotras se trata de ellos y ellas.
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