Carpeta de justicia

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Leia el otro día, concretamente el 30/03/2022 un artículo publicado en ECONOMIST & JURIST sobre la inminencia de poder disponer de copias digitalizadas de los expedientes judiciales en un solo clic. En el artículo se entrevistaba a una LAJ que sin rubor alguno recordaba que la Ley 18/2011 de 5 de julio, ha supuesto un punto de inflexión al respecto. La realidad práctica, es que la inflexión ha sido más bien escasa y pobre. Aún a pesar de la entrada en vigor de la Ley a su publicación en el BOE (es decir, hace más de 10 años), lo cierto es que por lo menos en la jurisdicción social catalana, los abogados laboralistas, ya podemos acceder al expediente judicial en un solo clic (por lo menos los que estamos adscritos a NOTICAT). Pero sólo eso porque nos encontramos luego con que los expedientes contienen cuatro diligencias, alguna que otra Providencia y realmente poco más. Es decir, hay expedientes, pero en su interior no hay casi nada digitalizado y muy particularmente me refiero a las pruebas documentales aportadas por las partes en el acto de juicio. Saltamos de alegría cuando se ha digitalizado un expediente administrativo, por ejemplo…  

La experiencia demuestra que de momento, solo está digitalizado lo que la buena voluntad de algunos funcionarios (héroes, me atrevería a decir…), digitalizan por su cuenta. El resto es humo y me temo que seguirá siéndolo por mucho tiempo. 

Pero también vale la pena mirarse al ombligo en este aspecto, porque entre nosotros, la cosa tampoco está para echar cohetes. Sin ir más lejos yo mismo trabajo con varios clientes con la consigna de papel cero. Y si, no nos cruzamos papeles, nos cruzamos ficheros pdf. Pero qué quereis que os diga, para ver lo que vemos, igual sería mejor seguir con los papeles de toda la vida. 

 A uno le llega un fichero (generalmente Zip) que en su interior alberga tropecientos ficheros pdf que son los que uno necesita para preparar un juicio o lo que sea. Y lo primero con lo que uno se encuentra es que no se pueden abrir los ficheros porque para hacerlo, debe conocerse una contraseña que a veces te dan, pero otras no. Y lo peor no es esto, es que el maldito sistema exige una contraseña para cada fichero, lo que significa que para poder abrir el fichero tenemos que escribir la contraseña (que las más de las veces es la misma para cada uno de los ficheros pdf que estaban en el zip), una por una. La sensación de tonto de la haba que le queda a uno cada vez que pone la misma contraseña y se abre el fichero, es descomunal. 

Sigo. Luego viene lo de seleccionar los documentos que a uno le interesan realmente, porque claro, el cliente te lo manda todo a saco, y generalmente más del 50% de lo que te manda, no sirve absolutamente para nada. Es más, ayuda a no comprender nada. Y ahora viene lo bueno: Abres el fichero que dice “Nominas”… y te aparece en pantalla el contrato de trabajo. O abres “contrato de trabajo.pdf” y aparece un cuadrante horario, o vaya a saber Vd. qué. La cosa más sublime es que además de aparecer algo que no tiene que ver con el nombre del fichero, encima viene del revés ó apaisado, de manera que para visualizarlo, hay que tirar de los sistemas de rotación de imágenes que tienen los programas al uso. A todo ello deben añadirse los ficheros que llevan una página en blanco detrás de cada una de la que tiene contenido. La tortura al pobre ratón en estos casos es ya brutal. 

Pero lo que ya es de traca, son estos ficheros que se llaman (y los extraigo de la realidad diaria) cosas como: “download”, “ASJCA”, “DOCdeco”, “1804563”, “DOC038”, “noname1”, “01946_BI”, “IGESTION4(1)”, “Syed”,  “Scan” y un largo e innombrable etcétera. Con ellos no queda otra que sorprenderse del contenido cada vez que los abrimos: Lo mismo pueden contener una compleja escritura notarial de tropecientos folios, que el ticket de unos gallumbos.

Vamos, que entre las contraseñas, los ficheros que no se corresponden con su denominación, los que vienen del revés , las páginas en blanco y los que nos sorprenden con los más variopintos contenidos, acabamos quemando horas y horas cada día, para final los 15 ó 20 documentos que realmente necesitábamos.

Uno podría suponer que después de esta ingente tarea podría ser feliz. Pues no, porque a semejanza de lo que ocurre con los expedientes electrónicos judiciales, siempre ocurre aquél documento o a veces, el documento en mayúsculas que que uno necesitaba para atar cabos o directamente para poder ganar el pleito, resulta que no está y lo peor es cuando llamas al cliente para reclamárselo y te dice que “no le viene”, porque no está escaneado, o no está en el sistema, ese maldito sistema que ya nos está pudiendo a todos y que acabará con algunos. Conmigo, seguramente y más pronto que tarde.

Así que ahora que vienen dineros europeos para digitalizar hasta los gallumbos del ticket de an tes, por favor que alguien ponga un poco de orden a todo esto, a lo público y a lo privado porque al paso que vamos va a ser peor el remedio que la enfermedad. , 

 




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