- En apenas un mes se han sucedido denuncias por parte de trabajadores con menos de un año de antigüedad, que claman contra jornadas de trabajo por encima de lo estipulado, con grandes dosis de estrés.
- “Este tipo de noticias evidencian la necesidad de que las empresas cuenten con canales de compliance efectivos para gestionar las denuncias”, asegura Murray Grainger, director general de Business Keeper España y Portugal.
De 84 a 95 horas semanales. Trabajadores con menos de un año de antigüedad (junior) de diferentes empresas del sector de la banca y de la consultoría se han rebelado en apenas un mes contra las jornadas de trabajo excesivas en el último año.
“Este tipo de noticias evidencian la necesidad de que las empresas cuenten con canales de compliance efectivos para gestionar las denuncias”, asegura Murray Grainger, director general de Business Keeper España y Portugal. Las denuncias claman contra jornadas de trabajo más allá de lo estipulado por el contrato, presión por parte de los superiores y situaciones que provocan estrés extremo en los trabajadores, repercutiendo en su salud física y mental.
Para el experto, si una empresa cuenta con un buen programa de compliance, funcional y efectivo, estas denuncias no llegarían nunca a producirse, ya que la compañía contaría con canales, no solo de denuncia, transparencia y speak up, sino de una verdadera cultura ética fundamentada en unos valores determinados.
La solución, por lo tanto, desde el punto de vista del experto es que los estándares éticos se cumplan, para que no ocurran casos similares. “Con un gobierno corporativo ético efectivo, se pueden evitar estas situaciones antes de ocurran tomando medidas a tiempo”, considera y añade que “la adopción de sistemas de compliance correctamente aplicados es la única solución posible a medio y largo plazo”.
Mala imagen corporativa
“Las revelaciones además lastran la imagen de las empresas, que en otras áreas seguramente cumplan los estándares éticos con creces”, opina Murray Grainger, quien además cree que pueden suponer también un gran impacto en el reclutamiento de nuevos trabajadores, que no vean atractiva la compañía por las denuncias. “En última instancia y en casos extremos podrían llegar a afectar incluso a las ventas de la empresa, porque las demás compañías no quieran verse relacionadas con los escándalos o a las preferencias del consumidor”, añade.
Sin embargo, el experto considera positivo que se produzcan revelaciones como esta: “muestran que los trabajadores no tienen miedo a denunciar, a pesar de las posibles represalias que puedan causar las denuncias”, aunque, prosigue, “lo ideal sería que no existieran razones para denunciar”.
En este sentido, Murray Grainger apunta también a que la sociedad es cada vez más intolerante ante este tipo de prácticas: “el riesgo de que la imagen de la empresa salga perjudicada por la difusión de las denuncias en redes sociales o medios de comunicación es muy alta”.
Estrés por la pandemia
Las empresas implicadas anunciaron que iban a tomar cartas en el asunto y a reunirse con los trabajadores afectados, y en declaraciones a los medios, achacaron estas situaciones al estrés provocado por la pandemia de la Covid-19, que, unido al período del año con mayor carga de trabajo, ha provocado que sus trabajadores se vean superados por la situación.
Para Murray Grainger, la presión económica de la pandemia y la incertidumbre personal son factores que hacen que este tipo de malas praxis empresariales se den con más frecuencia. “Debido al coronavirus, y a la mayor dificultad de establecer jornadas con el teletrabajo, es común que se produzcan abusos, y el miedo a perder el trabajo en una situación tan volátil hace que cueste más denunciar”, explica el experto.
En este sentido, el Global Business Ethics Survey 2021 de la ECI, señala que los estándares éticos de las empresas se han relajado con la pandemia. Según este estudio, el porcentaje de trabajadores del mundo que se “saltaron” los estándares éticos bajo presión durante el 2020 pasó del 20 al 29 por ciento.