Las plantillas híbridas han llegado para quedarse. Su gestión ofrece numerosos beneficios para las empresas al combinar las ventajas del teletrabajo y las de la actividad laboral: mayor flexibilidad, eficiencia y compromiso por parte de los empleados, lo que se traduce en una mejora de la conciliación y repercute positivamente en la salud y bienestar de los trabajadores. Sin embargo, este nuevo modelo de trabajo también implica algunos factores de riesgo que las compañías deben tener presentes: aumenta el sedentarismo, acentúa el desgaste de la salud mental, dificulta la atención de patologías crónicas de los empleados y suele derivar en un incremento de problemas de ergonomía.
Y es que, la salud física y emocional de los trabajadores es ahora más importante que nunca. Prueba de ello son los datos que recoge el último estudio de Cigna ‘COVID-19 Global Impact’1 al señalar que las principales demandas actuales de los empleados se orientan hacia una mayor comprensión por su situación personal (58%) y más apoyo a la salud mental (55%). Además, tan solo el 41% de la fuerza laboral en España afirma disponer de beneficios laborales satisfactorios, según el mismo estudio.
“Ante esta realidad es clave que la dirección, los departamentos de RR.HH. y los managers apoyen la implantación de programas holísticos de salud que aborden la transición a entornos de trabajo híbridos sin comprometer el bienestar de sus plantillas. Hay que tener en cuenta que la vida de los empleados es más compleja que antes de la pandemia y su salud depende ahora de muchos factores que están en constante transformación por la sobrecarga de información que recibimos y por la situación de la pandemia: bienestar familiar, contexto social, preocupaciones económicas, conciliación entre la vida laboral y la vida personal, trabajo, cuidado de su salud física y mental o acceso a la atención médica”, destaca Ana Romeo, directora de Recursos Humanos de Cigna España.
No obstante, para conseguir ese bienestar holístico es fundamental identificar y dar solución a los factores de riesgo presentes en el modelo de trabajo actual, que combina la actividad presencial y en remoto. Bajo esta premisa, la aseguradora de salud Cigna ha identificado los cuatro peligros más comunes:
- Intensificación del sedentarismo. Con el teletrabajo, la actividad física se ha reducido y, en consecuencia, el riesgo de sedentarismo se ha incrementado. Por esta razón, es esencial concienciar a la plantilla sobre la adopción de un estilo de vida saludable basado en el ejercicio físico y en una alimentación equilibrada. Para conseguirlo, los programas de gestión del estilo de vida pueden ser grandes aliados, pues están basados en intervenciones que introducen cambios positivos en el estilo de vida y, también, en el comportamiento como, por ejemplo, el descanso, el control del peso o la práctica deportiva.
- Deterioro de la salud mental. La falta de contacto físico con el resto de los compañeros puede producir sensación de aislamiento o soledad. Estas percepciones, sumadas a la preocupación por las finanzas personales o la salud y el bienestar de familiares y allegados, están generando más estrés en los empleados. Por ello, desarrollar programas de prevención que eviten la aparición de patologías como la ansiedad o la depresión y se centren en el control de los niveles de estrés, son esenciales para evitar que el estado emocional de los empleados se vea perjudicado por los entornos de trabajo híbridos.
- Dificultad para atender las patologías crónicas de los empleados. Los nuevos modelos de trabajo han supuesto, en muchos casos, la alteración de las rutinas y procedimientos, afectando en gran medida a los empleados que padecen afecciones crónicas. De hecho, disponer de dos espacios de trabajo favorece que determinadas patologías pasen más desapercibidas ante los empresarios y que, como consecuencia, no sean tratadas como es debido y puedan afectar al rendimiento laboral. Para resolverlo, los programas de gestión de enfermedades, centrados en apoyar a empleados que padecen patologías específicas como la diabetes o la hipertensión, juegan un papel clave en las empresas. Y es que no solo permiten acompañar al empleado en su día a día y cuidar su salud, sino que le orientan a nivel individual sobre sus hábitos de vida. Para ello, se puede optar por sesiones de coaching individual o por talleres que determinen las rutinas específicas para cada patología: los horarios necesarios de descanso, de alimentación o de ejercicio para controlar cualquier malestar crónico.
- Aumento de problemas de ergonomía. El trabajo en remoto ha puesto de manifiesto el papel tan relevante que juega el mobiliario y la postura del empleado para evitar lesiones musculoesqueléticas. Con el objetivo de evitar dolencias que repercutan en el bienestar de los trabajadores, las empresas pueden poner en marcha programas de evaluación de riesgos para la salud que detecten posibles amenazas para el bienestar del empleado. Con ellos, se aumentará la cultura preventiva y los empleados entenderán como algo tan simple como su postura puede afectar a su salud y su productividad.
Estos riesgos del día a día laboral en entornos híbridos hacen que las empresas tengan la necesidad de replantearse la forma de entender la salud y el bienestar de su fuerza laboral para poder ofrecer beneficios enfocados en un cuidado holístico. Y es que, el tipo de programa de salud que implante cada compañía marcará la diferencia para que se conviertan en empresas exitosas y productivas, centradas en las personas.
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