En este artículo analizaremos el sector legal y la ignorable necesidad de adaptarlo al mundo actual. Observaremos los principales problemas que se le plantean especialmente la obsolescencia. Enumeraremos las soluciones que algunas entidades del sector legal como los despachos están intentando dar a estos problemas. Para concluir mencionare mi particular participación para la innovación del sector legal.
Hoy en día la obsolescencia es uno de los mayores temores en nuestra sociedad. Nadie está por encima de la obsolescencia, desde las grandes entidades hasta el más humilde trabajador conocen la importancia que tiene innovar. ¿Pero que es realmente la innovación? Una definición amplísima sería “cambiar las cosas introduciendo novedades”. Sin embargo, un concepto tan general no contiene ninguna utilidad real.
Hay que contextualizarlo en un campo determinado, como por ejemplo en el Derecho. Si por algo ha destacado el sector jurídico, es por su rigidez atribuida siempre a la necesidad por estabilizar y dar seguridad a la sociedad. Si bien es verdad que esto es importante, no es excusa para no actualizarse con el fin de adaptarse a este mundo en constante evolución. El diario 5 Días describe esta situación “Hablar de innovación en el sector legal todavía llama en cierta medida la atención por el tópico de considerar a los operadores jurídicos, y en particular a los abogados, reacios a los cambios y en parte por una contrastada realidad de retraso histórico en la modernización del Derecho y la justicia en España que cualquier conocedor de la administración de justicia o de la enseñanza legal puede acreditar.”
Explorando el fenómeno de la innovación legal encontramos infinidad de posibilidades para renovar el sector legal. Muchos son de la opinión de que las primeras innovaciones deberían centrarse en la gestión y no en los servicios en sí mismos. La forma de hacer las cosas desde dentro es muchas veces lo que condiciona el éxito, frecuentemente se descubren quejas, ineficiencias con los clientes etc. Muchos despachos han recurrido a la informatización y el uso de las nuevas tecnologías para poder suplir sus defectos en este aspecto. Lo han hecho valiéndose de herramientas como por ejemplo Moodle que favorece la comunicación interna o la herramienta de “versionar” del programa Microsoft Word.
Otro problema que tiene que afrontar el sector legal con el fin de reformarse es la falta de habilidades cognitivas en sus trabajadores. Las universidades dan una gran formación teórica a sus alumnos pero a cambio sacrifican el desarrollo de otras habilidades que en el futuro pueden ser igual o más importantes que los conocimientos de las leyes. El trabajo en equipo, la empatía o la capacidad de evaluación son algunas de ellas. Para poner fin a esta situación algunos despachos han optado por ejemplo por reestructurarse, creando espacios de trabajo abiertos, donde la comunicación pueda fluir para que los abogados puedan complementarse.
Además el fin de la prohibición de que los despachos de abogados realicen campañas de publicidad acabó con la época en la que en mayor o menor medida la cuota de mercado se dividía equitativamente. Obligándoles a adoptar una filosofía no solo más competitiva pero en general mucho más parecida a la de otros mercados, integrándolos en mayor medida en el sistema económico capitalista.
Podemos encontrar muchos más ejemplos de innovación en la revista More than law.
Finalmente me gustaría aportar mi pequeño granito de arena con el fin de contribuir a la innovación del sector legal. Se trata de que los despachos ofrezcan cursos de reciclaje a sus trabajadores para que estos puedan comprender mejor a los clientes y se adapten a los nuevos problemas legales que están surgiendo. Ejemplos de esto podrían ser cursos para desarrollar habilidades cognitivas, uso de las nuevas tecnologías y apps o en ámbitos del derecho poco conocidos como el derecho medioambiental. De esta forma los abogados crecerían como profesionales a la par que los despachos se beneficiarían de ofrecer un mejor servicio y por ende los clientes acabarían más satisfechos.
Carlos Mota Orce, alumno de 1º de Derecho con Business Law E-1 de ICADE.