Bruselas, 22 nov (EFE).- Un extranjero en situación irregular que sufre una enfermedad grave no puede ser expulsado de la Unión Europea si corre el peligro de quedar expuesto a un "aumento rápido, considerable e irreparable del dolor" por interrumpirse el tratamiento en el país de destino, según el Tribunal de Justicia de la UE.
La sentencia dictada este martes por la corte con sede en Luxemburgo se refiere al caso de un ciudadano ruso que desarrolló con 16 años una forma rara de leucemia y que recibe un tratamiento en Países Bajos consistente, entre otras cosas, en la administración de cannabis medicinal con fines analgésicos.
En Rusia no está autorizado el uso de cannabis medicinal, por lo que el ciudadano presentó varias solicitudes de asilo en Países Bajos, la última de las cuales fue desestimada en 2020.
Después de recibir una orden de retorno, el afectado recurrió ante el Tribunal de Primera Instancia de La Haya pidiendo un permiso de residencia o, al menos, el aplazamiento de su expulsión, alegando que el tratamiento con cannabis médico le resulta tan esencial que ya no podría llevar una vida digna si se interrumpiera.
El tribunal de La Haya se dirigió a la Justicia europea para aclarar si el Derecho de la Unión se opone en un caso como este a que se dicte una decisión de retorno o medida de expulsión.
La legislación comunitaria "se opone a que los Estados miembros dicten decisiones de retorno o procedan a la expulsión de ciudadanos extranjeros en situación irregular y están aquejados de alguna enfermedad grave cuando existan razones serias y fundadas para creer que el retorno de dichos nacionales los expondría, por no estar disponible la atención adecuada en el país de destino, al peligro real de un aumento rápido, considerable e irreparable del dolor que les provoca la enfermedad", dice la corte europea.
Ese requisito supone "que debe acreditarse que en el país de destino no es legal administrarles el único tratamiento analgésico que es eficaz y que la interrupción de ese tratamiento los vaya a exponer a un dolor de tal intensidad que resultaría contrario a la dignidad humana, en la medida en que pudiera ocasionarles trastornos psíquicos graves e irreversibles o incluso empujarlos al suicidio", añade.
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