La crisis del coronavirus está impactando fuertemente en el tejido productivo español. La paralización de la actividad y el hundimiento de la demanda está provocando que muchas empresas echen el cierre de manera definitiva. Tanto es así, que el nuevo Informe Europeo de Pagos de Intrum, que analiza el impacto de la COVID-19 en el tejido empresarial de 29 países europeos, sitúa a las empresas españolas como las más pesimistas de Europa ante el impacto de una recesión en su negocio.
Concretamente, el 54% de las encuestadas prevé que la recesión tenga graves consecuencias para su organización, 16 puntos por encima del promedio europeo y 24 más que grandes economías como nuestros vecinos galos. Tal era el pronóstico negativo de las empresas españolas que 3 de cada 4 encuestadas ya preveía durante la pandemia la entrada inminente de España en una recesión.
Y es que, en el marco de Europa, entre las casi 10.000 compañías entrevistadas, las perspectivas de las empresas españolas se sitúan tan solo a siete puntos porcentuales de las portuguesas (47%) y suizas (47%) y a 8 puntos de las alemanas (46%).
Por el contrario, las organizaciones europeas más optimistas son las holandesas, donde solo el 14% de su tejido empresarial considera que la recesión tendrá un efecto muy negativo en su desarrollo, seguidas de las irlandesas (21%) y griegas (24%).
La percepción sobre el impacto del declive económico en los negocios no solo varía a nivel internacional, también en las industrias más representativas. En el caso español, las limitaciones gubernamentales para viajar, ir de compras, salir a cenar o realizar actividades de ocio han afectado considerablemente al sector hostelero y de ocio, que supone el 6,2% del PIB español y es uno de los motores de la riqueza nacional.
De hecho, 7 de cada 10 organizaciones de este sector (73%) reconocen que la recesión tendrá un efecto severo en su negocio, la cifra más alta de las once industrias encuestadas.
Seguidamente, se sitúa el sector tecnológico, en el que el 65% de las organizaciones considera que la recesión le afectará severamente, y el energético, donde 6 de cada 10 encuestadas realizan la misma afirmación.
Por contra, el sector público y el sector industrial y químico, que es el segundo mayor exportador de la economía española, son los más optimistas en relación con los efectos de la recesión, pues solo un 33 y un 45%, respectivamente, auguran que el declive económico tendrá graves consecuencias en su negocio.
Los retrasos en los pagos, el gran desafío de esta nueva etapa
El estudio de Intrum también ha querido analizar los desafíos que tendrán que afrontar las empresas españolas en esta ‘nueva normalidad’ y no cabe duda de que los retrasos en los pagos será uno de ellos. Tal y como refleja este informe, 9 de cada 10 encuestadas (92%) considera que el riesgo de recesión puede afectar a los compromisos de pago de sus clientes, 35 puntos por encima del promedio europeo, que se encuentra en el 57%.
Esta preocupación es compartida por una de las mayores economías de la eurozona: Alemania. Concretamente, el 68% de las empresas que operan allí cree que el riesgo de recesión será uno de los principales desafíos a los que tengan que enfrentarse las empresas que pagan a tiempo.
Ante este escenario, la prevención de impagos empieza a vislumbrarse como algo más necesario que nunca. Especialmente cuando los últimos datos del Banco de España reflejan que las organizaciones podrían contar además con dificultades de financiación.
Ambos supuestos hacen que una de las mayores preocupaciones del tejido empresarial sea la reducción de liquidez que suponen los retrasos en los pagos. Tal y como muestra este informe, 6 de cada 10 compañías españolas (62%) afirman que los impagos tienen graves consecuencias en su liquidez, siendo el país europeo al que más le afectan los retrasos en los pagos en este sentido.
Le siguen muy de cerca Grecia (56%) y Polonia (55%), mientas que países como Alemania y Reino Unido apenas superan la media europea (45%) en seis puntos porcentuales.
No obstante, la liquidez no es la única inquietud de las organizaciones ante esta ‘nueva normalidad’. Más de la mitad de las encuestadas (55%) reconoce que los retrasos en los pagos impiden contratar nuevo personal y un 42% asegura que los impagos amenazan su supervivencia, tres puntos más que el promedio europeo (39%).
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