La sucesión empresarial es una cuestión muy delicada porque de ella depende la supervivencia o no del negocio. Se calcula que un 70% de las empresas familiares no superan el proceso sucesorio de primera a segunda generación.
La complejidad del paso de una generación a otra se manifiesta en ámbitos como la propiedad de las participaciones y los órganos de gobierno, así como en la incertidumbre que puede generarse en el miembro de la familia que se retira respecto a la viabilidad de la sucesión y si es el momento idóneo para llevar a cabo el proceso.
Durante la sucesión empresarial se pueden llegar a crear conflictos, siendo los más frecuentes:
· Superposición de la familia y la empresa, donde no hay separación de ambas áreas.
· El tratamiento igualitario a todos los miembros de la familia entra en conflicto con el principio de meritocracia.
· Choque generacional donde las ideas de las generaciones más jóvenes chocan con la visión tradicional.
· Falta de mecanismos para evitar y/o resolver conflictos.
· Falta de claridad en las responsabilidades a asumir por cada miembro de la familia que se incorpora en el seno de la empresa por lo que se pueden superponer roles.
· Reparto de dividendos.
Vemos, por tanto, que, con el fin de hacer frente a las complejidades y evitar posibles conflictos, es necesario definir un plan de sucesión en el que se contemplen tanto los objetivos que se persiguen con la sucesión como aquellos factores que pudieran afectar a la familia y a la empresa en el presente y en el futuro.
Para ello, además de planificar el cambio, es necesario disponer de los instrumentos jurídicos adecuados para asegurar la continuidad de la empresa y para establecer de manera clara las expectativas e intereses de las diferentes personas implicadas. Destacan, en este ámbito, el Consejo de familia y el Protocolo Familiar.
Consejo de familia
El propósito del Consejo de Familia es mediar en la toma de decisiones de la familia y resolver los problemas o conflictos que se pudieran generar dentro del ámbito familiar y que pudieran influir en la operación y administración de la empresa. Suele estar integrado por representantes de todas las ramas y generaciones familiares, con independencia de que trabajen o no en la empresa. Entre sus funciones destacan dirigir y organizar la sucesión en la empresa, planificándola, decidir los métodos de mediación en los conflictos que puedan surgir entre los familiares y defender los derechos de aquellos miembros de la familia que no trabajen en la empresa.
Protocolo Familiar
Por su parte, el Protocolo Familiar es una herramienta que permite administrar toda la problemática que plantea la titularidad, sucesión y gobierno de la empresa familiar. Es un acuerdo celebrado entre los accionistas o miembros de la familia, cuyo objeto es sentar las bases para trabajar en la empresa familiar, preservar su continuidad en el tiempo y que
ayude al crecimiento del patrimonio. Alguno de los aspectos primordiales que debe contener un Protocolo Familiar respecto a temas relacionados con la sucesión son: el plan de sucesión a la siguiente generación, como podría ser la donación del negocio, la sucesión testamentaria o los pactos sucesorios; las políticas para la incorporación de familiares a la compañía; la transmisión de acciones o participaciones, la constitución de un usufructo para el cónyuge viudo, la exclusión y separación de socios, el régimen matrimonial de los socios y la previsión de las posibles crisis matrimoniales; fórmulas para la resolución de conflictos; la compensación a los empleados familiares; la inclusión o no de familiares políticos dentro de la operación y dirección de la empresa.
En todo caso, el relevo generacional de la empresa familiar requiere de un asesoramiento especializado en el que se analicen detalladamente todas las alternativas que ofrece el ordenamiento jurídico y las implicaciones fiscales que se derivan de las mismas. Cualquier otra conducta o la falta de una planificación sucesoria pueden poner en peligro la continuidad de la empresa.
Para garantizar una transición exitosa en el proceso de sucesión empresarial, es fundamental contar con expertos que comprendan tanto los aspectos legales como los conflictos familiares que pueden surgir.