València, 26 dic (EFE).- Las mujeres emprendedoras, especialmente en las zonas rurales, asumen un mayor riesgo económico que los hombres, ya que invierten de media 66.500 euros en sus proyectos y casi el 70% de la inversión proviene de sus ahorros, de familiares o amigos y solo un 16% de entidades financieras, mientras que los hombres reciben un 21% de financiación por parte de bancos.
Esta es una de las conclusiones del encuentro informativo ‘Desayunos EFE: Mujer y emprendimiento en la España vaciada’, en el que se han analizado algunos de los datos recogidos en el informe Emprendedoras Rurales en España, elaborado por el Observatorio del Emprendimiento de España (GEM), que refleja también que solo el 5,5% de las emprendedoras rurales afirma haber recibido algún tipo de ayuda o subvención pública.
La vicepresidenta segunda del Gobierno valenciano y consellera de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda, Susana Camarero, ha afirmado que ese escaso acceso a los canales de financiación evidencia que en ese mundo perviven algunos sesgos machistas o “micromachismos”, que se hacen más evidentes en el mundo rural "cuando mujer que va a pedir un crédito para abrir una granja o algo relacionado con el mundo agrario”.
En su opinión, es fundamental el ascenso de mujeres a puestos de decisión para acabar con esos sesgos, ya que “si las mujeres no estamos en determinados lugares tampoco podemos decidir sobre subvenciones o créditos pero, si estamos, intentamos tirar de otras mujeres y se nota”.
La gerente de Comunicación, Asuntos Públicos y Sostenibilidad de Coca-Cola Europacific Partners Iberia Área Este, Igone Bartomeu, ha explicado en este sentido que las redes de mujeres emprendedoras son uno de los recursos que pueden facilitar el emprendimiento femenino en zonas rurales, y por ello Coca-Cola intenta potenciarlas desde su programa Gira Mujeres, que puso en marcha hace ya siete años.
“El programa ha ido evolucionando: Antes nos encontrábamos sobre todo a mujeres que querían emprender y no sabían cómo y ahora a mujeres que demandan una comunidad o una red”, asegura Bartomeu, que apuesta por “dar las herramientas necesarias, de todos los tipos, para que las ideas de negocio sean viables”.
Por su parte, la investigadora del proyecto GEM Comunitat Valenciana y profesora de la Universidad Miguel Hernández de Elche, Marina Estrada, ha dicho que “tener menos formación y menos nivel de renta hace que el acceso a financiación sea más difícil para estas mujeres”
Las mujeres, explica Estrada, suelen obtener financiación “informal”, es decir, de familiares o amigos, más que de entidades financieras pero, sobre todo, invierten su propio capital.
Según los cálculos del informe, como media, la emprendedora rural invierte 66.500 euros en sus proyectos, que “suelen ser iniciativas que requieren mayor inversión que las que se hacen en el ámbito urbano”, según la investigadora.
Riesgo excesivo
“Para cualquier emprendimiento te aconsejan que no utilices todos tus ahorros porque, si no, te puedes quedar en el despegue, y ese es un riesgo que tienen estas emprendedoras”, lamenta Estrada.
Camarero ha indicado además que, mientras que el emprendimiento femenino en las ciudades suele estar protagonizado por mujeres más formadas y jóvenes, en las zonas rurales emprenden las mujeres más mayores, dedicadas a la agricultura o la ganadería, y que ejercen ese emprendimiento “en empresas familiares, arriesgando más el propio patrimonio, con menos ayudas y menos apoyos”.
En su opinión, hay que centrar esfuerzos en "darles seguridad y empoderar a estas mujeres” para evitar el “síndrome de la impostora”. “Habitualmente, cuando una mujer asciende se pregunta si se lo merece o si será capaz de afrontar el reto, lo que implica además que sean más cautas en el emprendimiento porque se la juegan con sus propios recursos”.
Apuesta por potenciar la conciliación y la corresponsabilidad, algo especialmente complicado en el mundo rural porque hay menos servicios que ayuden a esa conciliación.
Lo fundamental es “ayudarlas a que no fracasen porque, si lo hacen, es muy probable que no lo quieran volver a intentar”, ya que “se han jugado no solo el dinero, que es mucho, sino su propia seguridad interna”.
Según Marina Estrada, los datos de emprendimiento indican que “es muy frecuente equivocarse a la primera, a la segunda, a la tercera y a lo mejor a la cuarta ya das con el desarrollo de la empresa más adecuado”. Por eso, concluye, es muy importante “que el fracaso no te impida volverlo a intentar”.
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