Nada peor que mentirse a uno mismo
“Sobre todo, señores socios, por dignidad y educación:
no vayan a una reunión con su gerente general mujer y la dejen sin hablar, sentada en su rincón…”
Ya que comienza un año que va a estar repleto de responsabilidades y decisiones a tomar, que pone sobre nuestros hombros el futuro de la empresa que creamos, de la firma en que somos socios, del área que dirigimos… del país, si trabajamos en el sector público… no puedo dejar de decir, con todas sus letras ¡qué manera de mentirnos tenemos!
Uno: ¡basta con buscar una periodista, una directora de comunicaciones, una business developer! ¿qué es lo que pasa? ¿es que los hombres son más incompetentes en los temas relacionales? No es esa la respuesta. La verdad es que a las mujeres se les paga menos. Si bien tienen el inconveniente de que reproducen a la humanidad, aceptan sueldos inferiores, es más fácil negarles aumentos y cuando asumen una responsabilidad es raro que la dejen tirada por ganar unos pesos más.
Dos: ¿para qué piden gente proactiva, con autonomía, que tenga experiencia y seniority? ¿para qué buscan una profesional que sea capaz de enfrentarse a un socio o al gerente general o al ministro o al señor senador, de proponer ideas disruptivas y que no le tenga miedo a liderar? Para qué… si cuando aparece, entonces cunde el pánico, “tiene demasiada opinión”, “debe ser conflictiva”, “no va a entender cómo funciona este estudio jurídico o esta empresa o esta institución”… ¿Hablo por la herida? Por supuesto. No se mientan. No busquen una persona que trabaje con ustedes construyendo futuro; no busquen una relación horizontal.
Tres: tecnología es igual a software que requiere mantención, equipos que quedan obsoletos, cloud que depende de multinacionales, apps que se roban nuestros datos, respaldos que no son de responsabilidad de nadie más que de nosotros. Tecnología es seguir día a día qué pasa con blockchain, las criptomonedas, los bancos virtuales y la inteligencia artificial. Olvídense del discurso trasnochado de “somos una firma tecnológica” o “en nuestra gerencia legal es la máxima prioridad” o “digitalicemos el Estado”, cuando en realidad nos sentimos orgullosos de creer, como dogma religioso, que con una lista en excel lo estamos haciendo fantástico.
Cuatro: ¿qué es lo que le pasa a esta América Latina, que se sigue fijando en el colegio de los candidatos a un trabajo, en si una mujer no es “femenina” o si tiene hijos de distintos padres? ¿Por qué disfrazan el clasismo, el racismo y el machismo? Además, perdón, pero explíquenme por qué un abogado o un profesor que no cree en Dios o no va a misa o se volvió a casar sin anulación religiosa podría aportar menos profesionalmente o no calzar en una determinada cultura organizacional.
Quinto: ¡dejen de mentir! ¿Saben qué es un gerente general, qué funciones cumple, qué rol tiene en una empresa, qué facultades ejerce… cuál debe ser su remuneración? Yo sí. Trabajé por años con ellos. No sigan contratando mujeres como gerentes generales de estudios jurídicos a las que les pagan menos de la mitad de lo que merecen y que terminan dedicándose a controlar la facturación, recursos humanos, los problemas del edificio y la empresa de aseo. Pónganles el título que corresponde, asígnenles el puesto que realmente ejercen. O… lo que sería mucho mejor… valórenlas, respétenlas y no les nieguen el poder que va asociado a su cargo.
Sobre todo, señores socios, por dignidad y educación: no vayan a una reunión con su gerente general mujer y la dejen sin hablar, sentada en su rincón.
Desde Idealex.press, la dejamos rebotando. Un abrazo virtual a nuestros lectores y que les vaya excelente.
* Extracto de un artículo publicado en mi LinkedIn. Si quieres leerlo completo, accede aquí.
Reproducción autorizada por Idealex.press Ver artículo original
Sofía Martin Leyton
Directora
Idealex.press
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