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La Comisión Europea ha publicado un estudio sobre el impacto de la regulación de la automatización digital en los servicios profesionales. En la última década se puede observar cómo la automatización digital está transformando sustancialmente los modelos de negocio, liberando a las personas de tareas repetitivas y proporcionando a los consumidores de nuevos servicios con un coste menor. Estos cambios han llevado a los legisladores nacionales y europeos a desarrollar medidas para regular e incentivar la automatización digital. Ante este escenario, la Comisión Europea ha publicado un Estudio sobre el impacto de la regulación de la automatización digital de los servicios profesionales.

El documento presentado por la Comisión comienza destacando las cinco macrotendencias presentes en la automatización digital de los servicios profesionales:

  1. La hiperautomatización: relacionada con todas las soluciones tecnológicas que contribuyen a la automatización total o elevada de los procesos y actividades.
  2. El “incremento humano”: relacionado con las soluciones tecnológicas que contribuyen a mejorar las capacidades de los seres humanos, por ejemplo, el aprendizaje, la visión o la comunicación.
  3. Los objetos inteligentes y autónomos: relacionados con todas las soluciones tecnológicas que proporcionan apoyo tangible y físico a las actividades humanas (por ejemplo, drones, coches sin conductor).
  4. Las soluciones distribuidas: relacionadas con todas las soluciones tecnológicas que permiten una mayor capacidad técnica, gracias a una lógica de funcionamiento descentralizada.
  5. La sociedad de datos: relacionada con todas las soluciones tecnológicas que permiten gestionar y valorizar grandes cantidades de información y/o datos.

Además, la Inteligencia Artificial (IA) aparece como un elemento que se integra en todos los procesos de automatización digital. La IA representa una combinación de diferentes tecnologías digitales que replican las funciones intelectuales humanas en el uso de las tecnologías identificadas anteriormente. Estas tendencias tecnológicas plantean numerosos retos que no son sólo puramente tecnológicos, sino también de carácter cultural y organizativo.

Tras esta introducción, el estudio de la Comisión enfatiza la influencia que dichas innovaciones digitales tienen en la prestación de los servicios profesionales, centrándose en cuatro profesiones: la arquitectura, la abogacía, la ingeniería y la contabilidad. En el ámbito de la Abogacía, se constata la reciente aparición de multitud de start-ups que ofrecen servicios jurídicos a través de nuevas tecnologías, y que han lanzado al mercado una serie de herramientas que prometen facilitar el trabajo de los profesionales de la abogacía facilitando el análisis jurídico, reduciendo tareas repetitivas y que consumen mucho tiempo, y acelerando los procesos judiciales. Se plantea incluso que estas innovaciones puedan ayudar a la judicatura en la toma de decisión de sus pronunciamientos.

Al mismo tiempo, se pone de manifiesto que la automatización también supone transformaciones en el modelo organizativo de la profesión, permitiendo una organización más horizontal y flexible gracias a una mayor colaboración entre profesionales sin importar dónde se encuentren. Entre los nuevos modelos organizativos más relevantes, el estudio cita la abogacía electrónica, la oficina jurídica virtual, los tribunales virtuales o la resolución alternativa de conflictos de manera online. Todas estas nuevas formas de práctica jurídica, que aprovechan los recursos de las tecnologías digitales, provocarán cambios en la organización de la profesión jurídica y en la dinámica del ámbito jurídico en general, lo que dará lugar a un cambio en el modelo de negocio de los bufetes.

Ante la aparición de este nuevo escenario, el estudio recoge las recomendaciones de CCBE donde se advierte que el uso de estas nuevas tecnologías en la Abogacía debe realizarse de manera responsable. La introducción de nuevas herramientas en la profesión debe en todo momento respetar la independencia de la abogacía en el desempeño de sus funciones, el secreto profesional, y la obligación de confidencialidad en el tratamiento de los datos de clientes.

Tras mostrar las futuras transformaciones que la automatización traerá para la Abogacía, el estudio resalta cómo las instituciones europeas, frente al proceso de automatización de los servicios profesionales, han implementado diversas iniciativas tendentes a regular dicho fenómeno. Entre las mismas se incluyen la Agenda Digital para Europa, el Mercado Único Digital, y la reciente estrategia obre una Europa adaptada a la era digital. En este contexto, regular los posibles efectos adversos que la IA puede tener en los servicios profesionales se ha convertido en un objetivo prioritario para la Unión. Por ello, se han creado diversos instrumentos que tratan de regular un uso responsable de la IA: las Directrices Éticas para una IA fiable, la Carta Ética Europea sobre el uso de la inteligencia artificial (IA) en los sistemas judiciales y su entorno, o el Libro Blanco sobre IA. Por otro lado, y aunque la regulación de las profesiones reguladas es competencia de cada estado miembro, la UE también posee instrumentos que afectan a la regulación de los servicios profesionales. Un ejemplo claro es la Directiva 2005/36/CE, donde se establecen los requisitos para el reconocimiento de cualificaciones profesionales en la UE; o la Directiva de servicios, la cual regula los obstáculos a la libre circulación de servicios. Asimismo, la UE ha desarrollado diversas iniciativas destinadas a exigir a los Estados miembros que lleven a cabo un análisis de proporcionalidad previo a la adopción de nuevas normas que afecten a las profesiones reguladas.

A continuación, para valorar el estado de la automatización de los servicios profesionales, el estudio recoge los resultados de una encuesta a profesionales de la arquitectura, la abogacía, la ingeniería, y la contabilidad. En el ámbito de la abogacía, los resultados de dicha encuesta muestran que:

  • La computación en nube, la IA, las tecnologías 5G y el big data son las tecnologías que la abogacía cree que serán el futuro de su negocio.
  • La reducción del tiempo de entrega de los servicios y las mejoras en la calidad de los mismos son los beneficios más relevantes de la automatización digital.
  • En cuanto a los posibles obstáculos inherentes a la automatización, se citan los costes asociados a la implementación de estas herramientas, las exigencias legales referentes a la protección de datos, las barreras lingüísticas, la propia estructura organizativa de la firma y la falta de una estrategia de negocio a largo plazo.

La encuesta también muestra que se considera necesario una mayor estandarización en la regulación de la automatización de los servicios profesionales.  No obstante, se muestran algunos de los aspectos que sí podrían suponer límites a la hora de optar por automatizar los servicios: restricciones en las formas societarias, requisitos de participación y/o control de los derechos de voto, restricciones al ejercicio conjunto de profesiones, o el establecimiento de incompatibilidades. Además de los ya citados, también se muestra cómo las restricciones publicitarias pueden suponer un obstáculo normativo a la hora de optar por la automatización digital.

Finalmente, el estudio analiza el impacto macroeconómico de la regulación de la automatización digital en los servicios profesionales. El vínculo que conecta el grado de regulación de la automatización digital con los resultados económicos y la estructura del mercado es que un estímulo en la regulación, que afecta a la competencia del mercado, proporciona el incentivo para innovar y, por tanto, para acelerar el paso a la frontera tecnológica, fomentando a su vez la productividad de las empresas. En otras palabras, cuando se reducen las barreras regulatorias, la presión competitiva conduce a un aumento de la productividad de las empresas establecidas mediante la adopción digital y a cambios en las cuotas de mercado de las empresas de menor productividad a las de mayor productividad. El resultado principal es que un descenso en la regulación haría aumentar la productividad y, por otro lado, reduciría los márgenes de beneficio.




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