Hidalgo & Artero Abogados
Muchos interrogatorios se truncan por no parar a tiempo. Al insistir, el interrogado puede rectificar, dudar, restar credibilidad a lo que ya ha manifestado e incluso equivocarse. Si el testigo ya ha contestado lo que querías no sigas preguntando.
1. Seguir preguntando al testigo cuando te ha contestado lo que querías.
He visto situaciones en las que el abogado se “enzarza” con un testigo que es durísimo de pelar y cuanto más pregunta el abogado, más grande va haciendo un agujero en el que luego meterse y enterrarse. Esta situación se suele dar especialmente en el interrogatorio de parte (los testigos no suelen defender con tanto empeño a una parte) y en el ámbito penal si se trata de la víctima/ perjudicado por el delito, cuando el interrogado está convencidísimo de que tiene la razón y, para más inri, se expresa bien. Si le intentas machacar, ya sabes quién va a salir perdiendo…
2. Terminar apresuradamente cuando un testigo, de los propuestos por el contrario, ha contestado lo que nos interesa.
Cuando formulamos una pregunta clave a un testigo propuesto por la parte contraria y reconoce algo que nos interesa, tendemos a terminar el interrogatorio apresuradamente con un "¡no hay más preguntas!" y se nota que sólo nos falta frotarnos las manos. Esto llama la atención del juez, pues le damos la sensación de que el testigo se ha equivocado y que nosotros aprovechamos su "equivocación", y tenderá a preguntarle... por lo que el testigo, que se da cuenta de su error, se retracta. Para evitar que esto nos ocurra, podemos repetir la pregunta y la contestación del testigo a modo de comentario y luego añadir que no hay más preguntas... y no preguntar nada más.
Los siguientes errores, aun siendo errores, no son fatídicos si nos sabemos reponer del "toque" que nos puede dar SSª al caer en ellos. Dependiendo de la templanza y experiencia del abogado, puedes reponerte en el acto y continuar interrogando o por el contrario perder el hilo y sentirte incómodo. Si no quieres correr el riesgo, evita lo siguiente:
3. Afirmar en vez de preguntar.
El abogado tiene que realizar preguntas y el que tiene que negar, afirmar y/o explicarse es el interrogado. Si afirmas en vez de preguntar el juez e incluso el abogado contrario te pueden protestar; pero es que además se nota que estás guiando al interrogado y sus respuestas pierden valor. No es lo mismo una declaración espontánea que contestar conducido y guiado por las preguntas/ afirmaciones del letrado.
4. Volver a preguntar sobre algo que ya está contestado.
Éste es un variante del primer error. Ocurre generalmente cuando el letrado contrario ha hecho su interrogatorio y el testigo ha declarado algo que te perjudica, entonces cuando te dan la palabra para interrogar tú, caes en el error de preguntar lo mismo (para ver si se confunde el testigo, si cambia de opinión o si rectifica). Si el letrado contrario es como yo, te va a protestar la pregunta con este argumento, que ya está respondido. Incluso puede que SSª no deje responder al testigo esa pregunta. Si quieres repreguntar, hazlo de manera que no se note...
5. No controlar los nervios y nuestras emociones.
Enfadarse con el testigo, preguntar con exagerada ironía, hacer comentarios a las respuestas del testigo, etc.
6. Decir "esta es mi última pregunta..." y sus variantes "sólo dos preguntas más", etc.
Nunca lo digas, puede que a la vista de la respuesta necesites preguntar más y queda fatal.
7. Preguntar sin un orden cronológico.
Para ilustrar al juez hay que preguntar en el orden cronológico en que ocurrieron los hechos. Si vas dando saltos, se lo pones difícil al juez para que se haga una construcción de los hechos en su cabeza y puede perder totalmente el interés en el interrogatorio.
Si al finalizar los letrados el interrogatorio comienza el juez a interrogar es que algún abogado ha fallado como profesional.