El documento de reflexión sobre la dimensión social de Europa presentado hoy marcará el comienzo de un proceso de reflexión con los ciudadanos, los interlocutores sociales, las instituciones europeas y los gobiernos, con objeto de hallar respuestas para los desafíos a los que habrán de enfrentarse nuestras sociedades y ciudadanos en los próximos años. El documento publicado hoy supone también un esfuerzo para aclarar el grado de participación de la UE al abordar estos desafíos.
Valdis Dombrovskis, vicepresidente del Euro y el Diálogo Social, también responsable de Estabilidad Financiera, Servicios Financieros y Unión de los Mercados de Capitales, ha indicado: «Este documento de reflexión sienta las bases para iniciar un debate sobre el tipo de dimensión social que queremos para Europa y cuáles son las medidas que se han de tomar a escala de la UE para dar respuesta a los desafíos a los que nos enfrentamos hoy en día. A fin de lograr un consenso en torno a las ideas presentadas en el documento de reflexión, contamos con la participación activa de los parlamentos nacionales, los interlocutores sociales y los ciudadanos».
Concretamente, este documento de reflexión sobre la dimensión social de Europa, redactado bajo la dirección del vicepresidente Dombrovskis y la comisaria Thyssen, plantea amplias cuestiones sociales no solo sobre nuestro modo de vida y la manera en que se organizan nuestras sociedades, sino también sobre cómo crear más y mejores puestos de trabajo, dotar a las personas de las capacidades adecuadas y fomentar más la unidad en nuestra sociedad, teniendo en cuenta la sociedad y el mundo laboral del futuro.
Para esta reflexión, en el documento se establecen tres opciones posibles, para el futuro, que se hacen eco de los argumentos expuestos durante el debate público:
- Limitar la dimensión social a la libertad de movimiento: según esta opción, la Unión mantendría en vigor la legislación para fomentar los movimientos transfronterizos de ciudadanos en materias como los derechos relativos a la seguridad social de los ciudadanos móviles, el desplazamiento de los trabajadores, la asistencia sanitaria transfronteriza y el reconocimiento de titulaciones. Sin embargo, ya no existirían normas mínimas de la UE en cuanto a la salud y seguridad de los trabajadores, los tiempos de trabajo y de descanso o los permisos de maternidad y paternidad, por ejemplo. Europa ya no impulsaría las oportunidades para el intercambio de buenas prácticas entre los Estados miembros en los ámbitos de la educación, la sanidad, la cultura y el deporte; los programas de reconversión social y regional de los Estados miembros, cofinanciados con dinero de la UE, quedarían suspendidos o se deberían financiar a escala nacional.
- Los que desean hacer más en el ámbito social, hacen más: Distintos grupos de países podrían decidir seguir trabajando juntos en el ámbito social. Estos podrían ser o bien los países que utilizan el euro como moneda única común, a fin de mantener la fortaleza y la estabilidad de la zona del euro y evitar ajustes bruscos del nivel de vida de los ciudadanos, o bien cualquier otra configuración posible de países participantes que pudieran centrarse en otras cuestiones.
- La Europa de los veintisiete al completo continúa trabajando en su dimensión social: aunque las administraciones nacionales y locales deberían seguir siendo y serían el epicentro de cualquier acción que se realice en el ámbito social, la UE estudiaría de qué manera seguir respaldando las acciones de los Estados miembros, haciendo valer plenamente los instrumentos de los que dispone. La legislación no solamente fijaría normas mínimas sino que, en determinados ámbitos, podría armonizar plenamente los derechos de los ciudadanos en toda la UE con objeto de centrarse en la convergencia social de los efectos sociales.
En un momento en el que la Europa de los veintisiete trata de configurar su futuro, el diálogo sobre la dimensión social de nuestra Unión resulta oportuno y fundamental. En sintonía con el Libro Blanco sobre el futuro de Europa, el documento de reflexión inicia el debate planteando distintas ideas, propuestas y opciones sobre la dimensión social de Europa en 2025. Las ideas que se recogen en las distintas opciones se pueden combinar y en ningún caso son prescriptivas o restrictivas, sino que tienen como finalidad enriquecer y alimentar el debate para que se puedan desarrollar acciones.
Al mismo tiempo, la Comisión adquirió el compromiso de seguir contribuyendo a la dimensión social europea en consonancia con sus orientaciones políticas y su programa de trabajo. La presentación hoy del pilar europeo de derechos sociales, junto con las iniciativas que lo acompañan, es una iniciativa emblemática para cumplir este mandato de avanzar hacia un mercado laboral y unos sistemas de protección social preparados para el futuro, más justos y que funcionen mejor, y para apoyar una convergencia renovada en torno a mejores condiciones de trabajo y de vida.
Contexto
La consecución de una Europa más social y justa es una prioridad clave de esta Comisión. A pesar de las mejoras recientes en las condiciones tanto económicas como sociales en Europa, todavía persisten las diferencias entre los países y las regiones. La crisis económica ha dejado una huella profunda en la vida de los ciudadanos y en nuestras sociedades y, sin embargo, todavía compartimos las mismas aspiraciones sociales.
Así lo confirma la Declaración de Roma, aprobada por los líderes de la UE el 25 de marzo de 2017, que subraya la importancia de una Europa social fuerte, basada en el crecimiento sostenible y que promueva el progreso económico y social, así como la cohesión y la convergencia, al tiempo que defiende la integridad del mercado interior; que tenga en cuenta la diversidad de los sistemas nacionales y el papel fundamental de los interlocutores sociales, para que la Europa de los veintisiete pueda avanzar.
En su diversidad, los países de la Europa de los veintisiete tienen la posibilidad de dar una respuesta tanto individual como colectiva a los desafíos comunes, a sabiendas de que la responsabilidad de prepararse para el futuro está en buena parte en sus manos. Las vías presentadas en el documento de reflexión sobre la dimensión social de Europa ayudan a percibir qué podría lograrse a escala de la Unión y cuáles serían las limitaciones, en función del grado de ambición que se persiga y de la medida en que algunos (o todos) los Estados miembros estén preparados para trabajar juntos. También aspiran a preparar el terreno para un debate que aclare esencialmente dos cuestiones pendientes: ¿Qué desafíos deben tratar de resolver nuestros países conjuntamente? ¿Qué valor añadido pueden proporcionar los instrumentos de la UE?
El gobierno sueco junto con la Comisión está preparando una cumbre social para empleos justos y crecimiento que se celebrará el 17 de noviembre de 2017 en Gotemburgo, lo que supondrá una nueva ocasión para avanzar en este debate.
El documento de reflexión sobre la dimensión social de Europa, redactado bajo la dirección del vicepresidente Dombrovskis y la comisaria Thyssen, da continuidad al Libro Blanco sobre el futuro de Europa presentado el 1 de marzo, que establece los desafíos y oportunidades principales para Europa en las próximas décadas. El Libro Blanco marcó el comienzo de un proceso en el que la EU-27 debe decidir sobre el futuro de su Unión. Con el fin de fomentar este debate, la Comisión Europea, junto con el Parlamento Europeo y los Estados miembros interesados, organizará una serie de debates sobre el futuro de Europa en las ciudades y regiones europeas.
El documento sobre la dimensión social de Europa precede a una serie de documentos de reflexión sobre:
- el aprovechamiento de la globalización;
- la profundización de la Unión Económica y Monetaria, sobre la base del Informe de los Cinco Presidentes de junio de 2015;
- el futuro de la defensa europea; y
- el futuro de las finanzas de la UE.
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