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La creciente práctica de deporte en la sociedad actual es un hecho de innegable importancia. Este fenómeno puede ser abordado desde distintos puntos de vista respecto a su relevancia social, pero en este post vamos a centrarnos en cómo influye el género en estas transformaciones.

Para ello, lo primero es definir género como el conjunto de roles, expectativas, imaginarios, actos, o actitudes asignadas a lo masculino y lo femenino por una sociedad determinada. El género se transmite mediante la socialización; no es innato y es algo opuesto al sexo, es decir, a la diferenciación biológica.

Deporte y estereotipos a lo largo de la historia

A partir de las imágenes sociales que se han creado sobre lo masculino y lo femenino, la práctica deportiva ha ido modificándose. Lo que quiere decir, que el deporte está íntimamente ligado a estereotipos de lo que una mujer y un hombre pueden o no realizar con su cuerpo.

Por ello, en los comienzos el deporte era un ámbito asignado por completo al hombre por el constructo social de su rol fuerte y atlético, salvador del supuesto sexo débil y la práctica deportiva le fue negada a las mujeres por siglos.

Para poder explicar el papel de la mujer en el deporte hay que retroceder a los inicios de los Juegos Olímpicos que tenían como objetivo fomentar la habilidad atlética del hombre. En ellos, las mujeres solo eran un elemento estético teniendo su única participación en la entrega de los premios a los ganadores.

Además, en Congreso Internacional para la instauración de los Juegos Olímpicos de 1894, se concluyó que la mujer no podía participar pues era algo “aberrante y contrario a la salud pública”, cosa que queda justificada con la mentalidad de la época dado que la función de la mujer se reducía a la procreación y el cuidado del hogar.

Tales conclusiones impulsaron a las mujeres a fundar en París los Juegos Olímpicos Femeninos (1922) y, a raíz de ahí, la UNESCO estableció en la Carta Internacional de la Educación Física y el Deporte que: “Todo ser humano tiene el derecho fundamental de acceder a la educación física y al deporte ya que son indispensables para el pleno desarrollo de su personalidad”. Cosa que ya sí incluía a las mujeres. De hecho, en el octavo principio fundamental que rige la Carta Olímpica se dice que “La práctica del deporte es un derecho humano. Toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte según sus necesidades”.

La I Conferencia sobre la Mujer y el Deporte y la Declaración de Brighton

Cronológicamente, en 1994, fue cuando oficialmente la mujer tuvo el derecho de participar en la práctica deportiva pues el Consejo Británico, con el apoyo del COI, realizó la I Conferencia sobre la Mujer y el Deporte en Inglaterra. En este congreso se examinó la manera de acabar con la discriminación que sufrían las mujeres que compiten y participan en el ámbito deportivo y se originó la Declaración de Brighton, aprobada por 280 delegados de 82 países. Sus objetivos principales fueron que cada gobierno y organización deportiva asegurasen oportunidades a niñas y mujeres de participar. Preservando siempre los derechos, la dignidad y el respeto del individuo.

La discriminación de género en el deporte actual

A pesar de este gran avance, aún se observa ese desequilibrio en género, algo que se observa en casos como el de la Selección española masculina de fútbol que gana, aproximadamente, unos 32 de millones de euros al ganar el mundial y se convierte ese día en fiesta nacional, mientras que la selección española femenina solo consigue cubrir los gastos de los viajes.

Cosa que nos lleva a cuestionarnos si acaso se considera que existen los “deportes para hombres” y los “deportes para mujeres”. De hecho, socialmente siempre se ha considerado que el fútbol y el rugby son para ellos, mientras que ellas practican disciplinas como la natación o el voleibol… Pero, en la realidad esto es así… ¿o tal vez no?

Clasificar los deportes por género responde a unos prejuicios y estereotipos que tradicionalmente han existido en nuestra sociedad, en nuestra educación, en las actividades de ocio que practicamos, en los deportes que vemos en la televisión, etc.

Por desgracia, sigue habiendo deportes que socialmente se consideran “para hombres” o “para mujeres”. Lo que significa que los estereotipos de género siguen influyéndonos a la hora de elegir nuestras aficiones.

Por suerte, esto es algo que va cambiando ya que cada vez más personas practican deporte, sin tener en cuenta esos estereotipos. Las encuestas indican que el número de deportistas femeninas ha aumentado, aunque todavía existe una división por deportes.

Por ejemplo, en el baloncesto ya se ocupa un lugar intermedio: hay mucha práctica deportiva femenina y tiene una representación más igualitaria. Este hecho se debe a la forma en que este deporte se ha socializado ya que se considera un deporte al que juegan ambos sexos y ése es uno de los factores que han facilitado esta igualdad.

El cambio hacia una práctica deportiva más igualitaria

Por todo lo anterior y dado que nos encontramos en una sociedad condicionada por los estereotipos de género, el deporte juega un papel muy importante en el empoderamiento femenino ya que supone un estímulo positivo que permite que las mujeres seamos más críticas con nosotras mismas y con la sociedad, aumentando nuestra confianza y ayudándonos a superar adversidades y a relacionarnos sin miedo y con mayor igualdad.

Por ello, hay que trabajar para aumentar la visibilidad de las mujeres deportistas para conseguir que muchas más mujeres practiquen deporte al tener un referente y modelo a seguir en las que ya lo hacen.

Los medios de comunicación son una de las fuerzas institucionales más poderosas de la sociedad moderna. La radio, la televisión, los periódicos, las películas, las revistas e internet se han convertido en grandes vehículos para transmitir valores sociales y son un factor clave para perpetuar o terminar con la diferencia y la desigualdad de género en el mundo deportivo. Pero, por desgracia, los medios reproducen prejuicios sobre los que se basan las ideologías sexistas y las estructuras patriarcales.

En los medios, los eventos femeninos tienen menor importancia y se les da menor cobertura. El número y tamaño de las fotografías dedicadas al deporte femenino son menores en cantidad y más pequeñas en tamaño que las de los hombres. Hay menos fotografías de deportistas femeninas, las que hay suelen ser individuales o, aún peor, son imágenes sexualizadas, acompañadas de referencias al estatus marital, su feminidad, sus vidas privadas o sus problemas personales. Su imagen se enmarca dentro de poses pasivas y tradicionalmente femeninas. Los atletas hombres aparecen en los medios exponiendo su físico, su musculatura y su superioridad deportiva. Las mujeres son feminizadas y sus logros deportivos se trivializan… Así, la realidad de mujeres como deportistas competentes, fuertes y hábiles queda enmascarada.

El problema que se genera de este modo es que se crea la idea de que no existen mujeres atléticas, profesionales o comprometidas con el deporte. La marginalización del deporte femenino envía un poderoso mensaje: el deporte femenino es menos importante que el masculino y, los hombres son más aptos para participar deportivamente, pues naturalmente están diseñados para hacerlo.

Por todo lo expuesto además de promover el deporte femenino en los medios, es muy importante promover la igualdad de género en el deporte a través de la educación ya que todavía falta introducir la visión femenina del deporte de forma transversal en todas las asignaturas para que futuros profesionales del deporte puedan transmitir sus valores.

La desigualdad de las mujeres en el ámbito deportivo no se limita únicamente a su participación en actividades deportivas, sino que abarca sectores más amplios como la presencia en puestos de responsabilidad en organizaciones deportivas, organismos e instituciones (tanto públicas como privadas) y el mundo de la comunicación deportiva.

Por ello, como sociedad debemos impulsar a la mujer en el deporte ya que su es un importante facilitador para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, en concreto, de la igualdad de género. El deporte puede ser un fuerte aliado en la lucha contra la desigualdad y la discriminación, promoviendo la creación de espacios seguros e inclusivos, la confianza o el liderazgo de las mujeres y niñas entre otros aspectos.

Para ello existen una serie de buenas prácticas y lecciones aprendidas por parte de Naciones Unidas y también por las ONG, el sector privado y las organizaciones deportivas… El Instituto de la Mujer elabora y/o edita publicaciones dirigidas a la consecución de los objetivos propuestos creando convocatorias de ayudas, becas y subvenciones.

Conclusiones:

  • Definición de género como el conjunto de roles, expectativas, imaginarios, actos o actitudes asignadas por la sociedad a lo masculino y femenino.

  • El deporte está ligado a estereotipos de género y ha ido modificándose a partir de las imágenes sociales que se han hecho sobre lo masculino y lo femenino.

  • En los inicios de los Juegos Olímpicos, las mujeres sólo tenían una participación estética y no podían participar porque se consideraba que era contrario a la salud pública.

  • La UNESCO estableció en la Carta Internacional de la Educación Física y el Deporte que toda persona tiene el derecho de acceder a la educación física y al deporte.

  • En 1994 se oficializó el derecho de la mujer a participar en la práctica deportiva tras la realización de la I Conferencia sobre la Mujer y el Deporte en Inglaterra y la aprobación de la Declaración de Brighton.

  • A pesar de los avances, todavía hay desequilibrio de género en el deporte, como la diferencia de ingresos.

  • Existe un movimiento de cambio en la práctica deportiva, con cada vez más personas rompiendo con los estereotipos de género.

Vitginia Belmar -Consultora. Grupo Carrillo

 



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