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El derecho de familia se centra en todas las cuestiones relacionadas con las relaciones dentro de un núcleo familiar, incluida la custodia de menores cuando los progenitores optan por separarse.

De hecho, es uno de los grandes escollos que se han presentado siempre a la hora de determinar quién ostentará la patria potestad, con quién convivirán o cómo repartirla en caso de optar, de mutuo acuerdo, por la compartida.

“La custodia de menores es un tema fundamental. Se refiere a quién tiene la responsabilidad legal de cuidar y tomar decisiones en nombre de un niño o niña después de un divorcio, separación o cuando los padres no pueden cuidar al menor” explica María Guzmán, abogada de familia en Las Palmas.

El niño: el foco del acuerdo

La verdadera razón detrás del derecho de familia y, en particular, de la custodia de menores, es el interés superior del niño.

Los tribunales y las leyes relacionadas con la custodia de menores se diseñan para proteger el bienestar y el desarrollo saludable de los niños, garantizando que sus necesidades emocionales, físicas y educativas sean atendidas adecuadamente.

Es fundamental que los niños crezcan en entornos seguros y estables, donde reciban el apoyo emocional y financiero necesario. Por lo tanto, el sistema legal y los profesionales que se dedican al derecho de familia, trabajan para determinar qué padre o cuidador puede proporcionar el mejor ambiente para el niño, considerando factores como la capacidad de cuidado, la relación con el niño, la estabilidad del hogar y otros elementos relevantes.

De ahí que siempre prevalezcan tres premisas

El interés superior del menor: Los tribunales toman en cuenta lo que es mejor para el  menor por encima de lo que puede ser más conveniente para los padres. Esto incluye su seguridad, salud, educación y desarrollo emocional. El representante legal de cada parte debe velar por enfocar su petición basándose en esto.

Comunicación y cooperación: Es importante demostrar que la pareja es capaz de comunicarse y cooperar con el otro progenitor en lo que respecta a la crianza de los hijos. La capacidad de trabajar juntos en asuntos relacionados con el menor, como la toma de decisiones importantes o la coordinación de horarios, es vista de manera positiva por los tribunales.

Estabilidad y ambiente saludable: Los jueces a menudo favorecen a padres que pueden proporcionar un ambiente estable y saludable para el menor en detrimento de quienes no tienen la estabilidad necesaria que requeriría la crianza. Esto incluye tener una vivienda adecuada, garantizar la consistencia en la vida del niño, y ofrecer apoyo emocional y afectivo pasando tiempo con él.




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