Entrevistamos a Néstor García Barceló es Doctor en Psicología con mención Cum Laude. Criminólogo. Máster en Investigación Criminal y Máster en Perfilación Criminal. Actualmente es profesor del Grado en Criminología y Ciencias de la Seguridad y del Máster en Criminología: Delincuencia y Victimología de la Universidad Internacional de Valencia así como profesor del Máster en Criminal Profiling de Evidentia University (Florida, USA). Sus líneas de investigación están centradas en la aplicación de las ciencias del comportamiento a la investigación criminal, especialmente en el ámbito de las desapariciones y los homicidios. A lo largo de los últimos años ha actuado como investigador del Centro de Investigación de las Ciencias Forenses y de la Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid y como colaborador-investigador del Centro Nacional de Desaparecidos de la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior. Ha participado como ponente en diferentes congresos nacionales e internacionales y cuenta con diferentes publicaciones científicas como artículos, libros, capítulos de libro, informes técnicos y guías de prevención.
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¿Cómo contribuye la criminología a dar soluciones a los delitos desde una perspectiva científica?
La criminología es una ciencia que, a través de la aplicación del método científico, trata de generar conocimiento empírico acerca de diferentes problemáticas relacionadas con sus objetos de estudio como el delito, el delincuente, la víctima o los diferentes medios de control social, tanto los formales (instituciones, centros penitenciarios, cuerpos policiales), como los informales (familia, escuela, trabajo). De este modo, a través de la investigación criminológica nos podemos aproximar a responder preguntas como: ¿cómo surge el delito?, ¿cómo son los procesos criminógenos y de victimización?, ¿cuál es la manera más efectiva de reaccionar ante el delito?, ¿cómo podemos prevenir la delincuencia?.
De este modo se pueden llevar a cabo investigaciones exploratorias y descriptivas que ayuden a caracterizar los fenómenos criminales y a los actores principales involucrados en ellos, investigaciones explicativas que ayuden a identificar los factores que contribuyen a la explicación del delito, así como los diferentes factores de riesgo y protección existentes, o investigaciones de corte predictivo o inferencial que permitan abordar la inducción y la intervención sobre el delito de una manera temprana.
De tal modo que, si somos capaces de conocer cómo son los delitos o cuáles son los factores que se relacionan con su comisión, seremos capaces de establecer estrategias preventivas más eficaces que, en el mejor de los casos, ayuden a evitar que los delitos ocurran, o bien ayuden a reducir su frecuencia de ocurrencia, favoreciendo la intervención y aplicando programas de tratamiento sobre los delincuentes.
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¿Qué tipo de cuestiones relacionadas con la personalidad de los criminales pueden ayudar a esclarecer los profesionales de la criminología?
La criminología puede ayudar a estudiar los diferentes mecanismos que influyen en la comisión de un hecho delictivo, como, por ejemplo, las motivaciones o los aspectos de personalidad entre otros aspectos. De todos modos, es importante saber que, tradicionalmente han existido diferentes escuelas que han tratado de aproximarse a la explicación de la delincuencia desde diferentes enfoques. Algunos basados en las causas internas o individuales de los delincuentes, como la fisionomía, la frenología, la antropología o la psiquiatría, y otros enfoques basados en las causas externas o factores sociales que entienden el delito como un hecho social, y ponen el foco de interés en los medios ecológicos, estructurales o urbanos.
Sin embargo, en la actualidad, parece evidente que no se debería abordar la explicación de una conducta, incluida la criminal, teniendo en cuenta un único enfoque. Actualmente nos encontramos en un paradigma integrador que postula la necesidad de considerar de manera conjunta e interactiva las causas biológicas, psicológicas y sociales para poder explicar la conducta delictiva.
De este modo, igual que en las investigaciones criminológicas se recopilan y analizan datos sobre los rasgos de personalidad de víctimas y delincuentes, sus patologías mentales, sus estilos de vida o sus dinámicas relacionales, también se estudian variables sociales relacionadas con el apoyo social recibido o variables ambientales relacionadas con la oportunidad delictiva, entre otras.
Específicamente, de la lectura de la literatura científica se puede inferir que, los pensamientos del tipo “estaba loco y por eso cometió el delito” son más un mito, que una realidad. Aunque habría que especificar el tipo de delito, por lo general, en España, la incidencia y la prevalencia de patologías mentales en la comisión de hechos delictivos es baja. Normalmente, los mecanismos explicativos del delito van a atender en mayor medida a una cuestión de interacción entre aspectos derivados de la personalidad, las motivaciones, las dinámicas relacionales, las estrategias de afrontamiento hacia el conflicto, o la oportunidad delictiva, entre otros aspectos, que a un hecho aislado como pudiera ser la salud mental. Esto no quita que, por ejemplo, haya casos en los que el peso de la salud mental juegue un papel fundamental en la influencia sobre los factores comentados anteriormente. Es cuestión de un análisis en profundidad.
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¿Qué es el criminal profiling?
El criminal profiling o perfilado criminal es una técnica de investigación usada principalmente por cuerpos policiales, psicólogos, criminólogos, académicos y asesores, destinada a ayudar a identificar las características demográficas, de personalidad, y conductuales de un agresor desconocido a través del análisis minucioso de las evidencias (físicas y conductuales) recogidas en la escena del crimen. Esta herramienta contribuye a reducir el rango de posibles sospechosos mediante la vinculación del tipo de crimen cometido, y las características de los agresores que cometen ese tipo de delito.
Históricamente han existido dos enfoques de perfilado criminal que han recibido mayor atención: el perfilado deductivo y el perfilado inductivo. El perfilado deductivo, ampliamente usado en el contexto policial, parte de la hipótesis de que el delincuente proyectará cómo es durante la ejecución del delito a través de su comportamiento. Este es un enfoque que trata de realizar hipótesis sobre las características del autor desconocido a través de inferencias basadas en las evidencias objetivas y conductuales identificadas durante la investigación policial.
En cuanto al perfilado inductivo, está más asociado a la Academia (Universidad), y parte de la hipótesis de que los delincuentes que cometen delitos similares tienden a parecerse. Es un enfoque que se basa en la generalización estadística. Se estudian las características identificativas de muchos delincuentes ya conocidos, que han cometido hechos esclarecidos muy parecidos (homicidio, asesinato, agresión sexual, robo con violencia, etcétera), y de los que se intentan extraer patrones o perfiles, estableciendo tipologías que puedan ayudar en la investigación de aquellos casos que están sin esclarecer.
De esta manera, cuando el investigador policial se encuentra ante un caso nuevo, podrá clasificar el hecho delictivo en la categoría más probable de la tipología establecida en función de los datos específicos del hecho delictivo. Independientemente de la aproximación, ambos enfoques parten del estudio de las evidencias físicas, las conductuales (modus operandi, ritual, firma), la victimología o los componentes geográficos y temporales del delito.
También existen otros tipos de perfilado que pueden servir de ayuda para los investigadores. Por un lado, partiendo de las bases de la criminología ambiental, aparece el perfilado geográfico, que, aunque se asemeja al procedimiento deductivo en el tipo de razonamiento desarrollado, difiere en los factores que tiene en cuenta y en las teorías sobre las que se sustenta. Por otro lado, en el seno de los procesos de interrogatorio y negociación, entre otros ámbitos, empieza a ser habitual el uso de la técnica de perfilado indirecto de la personalidad.
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¿Se puede generalizar y hacer referencia a una tendencia psicopática como la culpable de ciertos delitos?
La psicopatía es un constructo que está caracterizado por diferentes aspectos de personalidad relacionados con dimensiones interpersonales, afectivas, de estilo de vida y de comportamiento.
Aunque la prevalencia de la psicopatía en la población general es baja, oscilando entre el 1% y el 3%, la literatura científica indica que la psicopatía está relacionada con la conducta delictiva, especialmente con aquella de carácter violento, por lo que estas cifras tenderán a ser mayores en contextos relacionados con la delincuencia, como, por ejemplo, el penitenciario. No obstante, como comentábamos anteriormente, parece difícil considerar un único factor como la causa de la conducta delictiva.
Si que parece cierto que, la evaluación de la psicopatía cobrará una relevancia especial en aquellos delincuentes en los que se identifique la presencia de un trastorno de personalidad como el antisocial o el narcisista, caracterizados por conductas que denotan falta de empatía, de sensibilidad hacia los demás, asunción de conductas de riesgo o falta de inhibición conductual. Más específicamente, existen estudios que han investigado sobre este constructo en diferentes tipos de delitos. Por poner un ejemplo, durante los últimos años se han llevado a cabo algunas investigaciones que han estudiado a nivel internacional la presencia de la psicopatía en la violencia de pareja. Como curiosidad, estos estudios indican que la presencia de psicopatía en la violencia de pareja oscila entre 12% y el 42%. En España, se ha indicado que esta cifra estaría en torno al 13%.
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¿Estamos ante una época de auge de delitos?
Depende en gran medida del ámbito geográfico y temporal al que se atienda. En España, el Ministerio del Interior alberga el portal del Sistema Estadístico de Criminalidad que se encarga de recoger los datos sobre criminalidad de forma periódica.
Actualmente, el Balance de Criminalidad publicado más actualizado ofrece una recopilación de datos de las infracciones penales registradas en España durante los tres primeros trimestres (enero-septiembre) del año 2023. Según este informe, en este periodo temporal y en comparación con el mismo período de 2022, la criminalidad total registrada policialmente en España ha crecido un 5%. En cuanto a la criminalidad convencional (todas las formas de criminalidad no cometidas en el espacio ciber: homicidios, lesiones, secuestros, delitos contra la libertad sexual, tráfico de drogas, hurtos, etc.) se ha producido un incremento del 1.9% respecto a 2022, mientras que, la cibercriminalidad presenta un incremento del 21.5% respecto a 2022.
Más específicamente, por poner algunos ejemplos, algunos delitos como el tráfico de drogas han incrementado un 8.9%, los delitos contra el patrimonio lo han hecho en un 3.6%, los delitos contra la libertad sexual han incrementado un 12% y las estafas informáticas lo han hecho en un 22%. No obstante, para tener una mejor interpretación de todos estos datos y ver cómo realmente está evolucionando la criminalidad en España habría que atender a la comparación de estas cifras con un periodo temporal mayor. Lo que si parece evidente es que, teniendo en cuenta las cifras publicadas en los últimos seis años, los ciberdelitos están aumentando a un ritmo elevado.
- ¿Hemos normalizado la violencia con la llegada de las nuevas tecnologías?
Creo que la respuesta a esta pregunta hay que generarla, al menos, en dos sentidos diferentes.
Por un lado, en cuanto a la ciberdelincuencia en sentido estricto, es evidente que durante las últimas décadas han tenido lugar numerosos avances en las tecnologías de la comunicación y digitales lo que ha generado un contexto global que se encuentra altamente conectado. De este modo han surgido diferentes tipos de redes que generar grandes volúmenes de datos entre ellas y ofrecen una gran cantidad de información accesible a través de cuentas anónimas, lo que las convierte en plataformas accesibles para los ciberdelincuentes. Véase, por ejemplo, situaciones de pharming, scam, phising, rasomware o hoax entre otros.
Por otro lado, desde una perspectiva más amplia, con el auge de las nuevas tecnologías se han generado nuevos espacios online en los que las personas desarrollan sus conductas, lo que da lugar a nuevos medios para cometer delitos. Esto ocurre por ejemplo en delitos ya conocidos en el mundo offline como el acoso escolar, la violencia de pareja o diferentes delitos de carácter sexual que han evolucionado hacia el ámbito “ciber”, dando lugar a nuevas formas de criminalidad como el ciberacoso, la ciber violencia de pareja, la sextorsión o el grooming entre otros. Muchos de estos delitos están fundamentados sobre aspectos de intencionalidad, desequilibrio de poder entre el agresor y la víctima, así como en la repetición y continuidad de la conducta, aspectos que se ven favorecidos por el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que favorecen que las agresiones se den “24 horas al día, 365 días al año”, a través de una difusión rápida y multitudinaria, tras el anonimato y con una alta imposibilidad de control.
Por lo que parece que, más que hacia una normalización de la violencia, se ha trasladado el foco hacia una mayor exposición de la misma y hacia una mayor variabilidad de situaciones y oportunidades en las que llevarla a cabo. Lo que también da lugar a considerar la importancia de la valoración de las consecuencias hacia las víctimas que han sufrido agresiones online, como, por ejemplo, la cronificación de la violencia, o el surgimiento de las figuras de los “espectadores”. Por ejemplo, algunos estudios españoles sobre ciberacoso escolar indican que, la figura del espectador que reacciona enfrentándose al agresor ante una agresión ha incrementado desde el 29% al 61% en los últimos años respecto a la figura del espectador cuya reacción es evitativa.
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