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Una de las principales ventajas de las concesiones de autopistas consiste en que los peajes cubren no solo la inversión inicial requerida para construir la infraestructura, sino también su mantenimiento con arreglo a los estándares de calidad propios de vías de alta capacidad y calidad. Por tanto, son los usuarios quienes, a lo largo de toda la vida de la concesión, afrontan la retribución de los recursos propios y ajenos de las concesionarias de autopistas con arreglo al criterio del servicio prestado

Al término de la concesión, todo el volumen de recursos que compone la infraestructura como patrimonio en funcionamiento revierte, sin contraprestación alguna, a la Administración concedente, que habrá de decidir qué modo de gestión va a emplearse en lo sucesivo.

Dentro de ese gran conjunto de recursos recibidos por la Administración a través de la reversión de la autopista, hay elementos que no tienen que ser repuestos en ningún caso y otros cuya reposición habrá de tener lugar después de la reversión, en plazos más o menos cortos. Precisamente, otra de las ventajas implícitas de la concesión se relaciona con la facilidad para visualizar, a través de la contabilidad y de la información de la propia operatoria de la empresa concesionaria, la situación patrimonial de la autopista.

En el panorama internacional, la eliminación total de los pagos a cargo de los usuarios no es ni mucho menos la única solución al término de las concesiones. Es relativamente frecuente que se aproveche el acostumbramiento del público a los peajes para migrar hacia unos peajes blandos, a través de los que se repercuta a los usuarios el coste del mantenimiento de la infraestructura, una vez que los peajes durante el periodo concesional sirvieron para amortizar las grandes inversiones.

La mera diferencia cuantitativa entre los peajes duros (viejos) y los blandos (nuevos) hace que esta solución resulte fácilmente aceptable. Si, además, va acompañada por la creación de algún vehículo especifico (societario o no, público, privado o mixto) para gestionar el servicio, se preserva la misma transparencia informativa que teníamos en la fase de concesión en cuanto a la evolución patrimonial y operativa de la infraestructura.

¿Qué pasa si se produce una liberación completa del peaje al término de la concesión? Nada es gratis, y la reversión de una autopista tampoco lo es aunque, como hemos dicho, se lleve a cabo sin contraprestación alguna al concesionario. La Administración adquiere la autopista con bichos dentro.

Es aquí cuando comienza a percibirse que una financiación con cargo a ingresos fiscales puede suponer una gigantesca subvención cruzada, recibida por los usuarios de la infraestructura y pagada por quienes no la usan. Una manera de atenuar la eventual falta de equidad de esta transferencia de rentas sería la creación de fondos especiales nutridos de ingresos tributarios específicos (impuesto de matriculación o sobre combustibles), legalmente afectados al mantenimiento de las autovías y autopistas ya que, mediante el conducto presupuestario, se restablecería la circularidad de los beneficios y costes de las infraestructuras, al menos en gran parte.




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