Carpeta de justicia

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Que el ser humano saca sus peores manías cuando está ocioso y aburrido, ya no es noticia. Con el encierro por motivos de salud, el tiempo libre y de uso de Internet y consumo contenidos audiovisuales ha aumentado hasta el extremo de que las plataformas de vídeo como Netflix, HBO y Amazon entre otras, tengan que ayudar a la descongestión de Internet reduciendo la calidad de sus contenidos. El consumo aumenta, la demanda y acceso a sitios web de pornografía infantil aumenta y así también los “creadores” de este contenido ilegal. Que recordemos, en muchas ocasiones son un «cúmulo» de delitos (sin entrar en detalles).

“La pornografía infantil se ha multiplicado exponencialmente con el confinamiento”. Lo aseguraba un agente de la unidad de delitos telemáticos de la Policía Nacional según información del periódico digital elpais.com

La demanda de material nuevo por parte de los consumidores de porno infantil es creciente y, en consecuencia, la producción también, porque incitan mucho más a los menores (enganchados a las redes) a generar contenidos”, señala.

El incremento en el intercambio de archivos de pedófilos es “muy superior al que suele producirse en las noches de los fines de semana y en las de las vacaciones, los periodos de tiempo en los que más crecen”.

La Policía Nacional ya ha informado a través de medios digitales y periódicos, que la actividad de los foros que monitorizan y sus aplicaciones de rastreo muestran un notable incremento.

Los menores de edad generan material pornográfico ellos mismos

En muchas ocasiones inconscientemente. Pero es obvio que los menores de edad cada vez tienen más facilidad de acceso a Internet con sus propios dispositivos móviles, donde crean (porque ya todo dispositivo tiene cámara) y almacenan material potencialmente pornográfico.

La creación e intercambio de material pedófilo entre menores es cada vez mayor, porque el acceso a las nuevas tecnologías es cada vez más temprano.

Por eso, gran parte del material que se intercambia es autogenerado por los propios menores, más ahora que pasan tanto tiempo en casa y conectados a Internet desde cualquier aparato, “casi siempre desde los móviles de sus progenitores o teléfonos de última generación puestos a nombre de sus padres, que desconocen muchas veces lo que hacen con ellos”, explican.

Se han llegado a encontrar grupos de WhatsApp de hasta 200 menores compartiendo archivos pedófilos (enlace a noticia aquí).

Existe el riesgo de que los menores de edad que consumen este contenido se  conviertan en pedófilos en el futuro

Se informa por las autoridades que hay un riesgo aún mayor, y es que “esos menores se conviertan en pedófilos en un futuro, porque intercambiando esos contenidos se pervierte también su sexualidad y normalizan lo que no es normal”.

Datos de Interpol: En 2018 había 1,8 millones de menores de edad interesados en contenidos de pornografía infantil.

“Se empieza por acosar al menor para obtener fotografías de contenido sexual, pero de ahí se puede llegar al abuso directo para lograr obtenerlo”, advierten los agentes.

“Hay que tener en cuenta que estos materiales caducan rápido para quienes los consumen, siempre buscan algo nuevo que despierte de nuevo su máxima excitación, el acoso y la demanda de contenidos pedófilos siempre están relacionados”.

Aunque en el caso de los menores de edad que consumen pornografía infantil la mayoría también son chicos (“adolescentes, de clase media, con acceso a Internet y a las últimas tecnologías, con escaso control paterno y materno del uso del móvil”), son cada vez más las chicas que participan, “sobre todo autogenerando contenidos de carácter sexual”.

La sexualización de las redes sociales no frena, es tendencia porque “los famosos/as” lo hacen y cada vez parece estar mejor visto que uno enseñe su cuerpo en situación insinuantes, rozando la censura de las redes sociales. En otros casos te puedes encontrar directamente perfiles de redes sociales donde el usuario se muestra prácticamente sin ropa en la mayoría de sus fotos…

La llave de entrada siempre es una imagen, y los menores se mueven básicamente en el lenguaje de la imagen.

Las redes sociales las ponen de moda los jóvenes, que no dejan de explorar nuevas formas de expresión como por ejemplo la famosa red social Tik Tok, donde se suben vídeos de playbacks, bromas, bailes, etc. Situaciones que se reproducen en cuestión de segundos y que resultan raras o poco familiares a las personas que no conocen la red social o no están familiarizados con ella.

Los menores de edad huyen de las redes sociales donde padres y familiares les pueden ver, por eso hay fotografías que ya no cuelgan en Facebook, y en general, las tendencias cambian. Se buscan foros donde se pueda estar con personas de su generación (si es que hoy en día se puede creer en eso).

Las redes sociales y la mensajería en apps, que están encriptando el contenido lo ponen cada vez más complicado al control parental de los hijos. Igual pasa a la hora de realizar investigaciones y seguimiento de contenidos difundidos.

Las redes evolucionan en cuestión de meses, según lo hacen las tendencias, la competencia, los usuarios en general. Por lo que las leyes siempre van detrás, y los límites del uso también.

“Las aplicaciones de mensajería no tienen elementos de protección del menor”, advierten, quienes forman parte de una unidad creada para luchar contra los peores pedófilos del mundo y los peores violadores de niños.

 




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