Ana María Castro Martínez
Dentro de la banca existe lo que suelen llamar las “obras sociales” (o derivadas de antiguas Cajas de Ahorros). Nunca entendí muy bien lo que ahí cabe pero está y es bien visible.
Obra social que puede ayudar en el árido campo económico de las ongs a levantar proyectos tantas veces interesantes. Pero ¿qué es interesante para la banca? Pues parece, que simple y llanamente, lo que puede dar beneficio, no económico directamente pero sí lucro invisible consistente en la buena imagen de la entidad bancaria que reporta ese interés en ayudar a grupos en situación de exclusión social o del ramo de la artística. Pero sucede que en la realidad eso no ocurre así. No se da puntada sin hilo dice el refrán. Veamos.
Cuando se tiene contacto con este tipo de entidades sin ánimo de lucro se observa que hay una gran distancia entre la teoría y la práctica.
La banca cobra comisiones por muy ong que seas, comisiones al uso del tipo “por mantenimiento” que pueden ser trimestrales pero resultan ser obligatorias dado que estas entidades deben tener una cuenta bancaria abierta para ingresos de cuotas de socios o pagos de impuestos que sólo pueden hacerse on line por ejemplo ( por aquello del blanqueo de capitales).
Por si las comisiones por mantenimiento fueran poco para el grande que se come al chico también desde hace un par de meses se cobra por imprimir en papel un extracto de la cuenta o un pago tributario realizado a través de la cuenta.
Para que valoren si te prestan ayuda en un proyecto de la asociación hay en muchas ocasiones exigencias de tipo “prebendas encubiertas” de tipo que la junta directiva debe tener cuenta en dicha entidad o pagar sus recibos en la misma.
Y ya no digamos si se necesita un préstamo u otro producto financiero para poder llevar a cabo los fines estatutarios, aquí por ejemplo los intereses a abonar distan mucho de lo que puede entenderse en román paladín “obra social” en la mente de todos.
Si hay posibilidad de ingresar una subvención pública o privada en sus cuentas todo serán carantoñas y tantas veces promesas que quedan en el aire al modo de un amor de verano. Para muestra un botón. Para que pueda llevarse a cabo tal ingreso debe certificarse la cuenta con el nombre de l@s directiv@s que tienen acceso a la misma pero ello tiene un coste, otra elevada comisión, teniendo en cuenta las cantidades tantas veces míseras que se ingresan por parte de las Administraciones. Pero en caso de no llegar a buen puerto ese ingreso no se devolverá tal certificación de la cuenta.
En caso de ser ongs que tienen personas asociadas que no pueden desplazarse a la oficina física o desconocen los sistemas on line por ejemplo por ser personas mayores o personas con discapacidad sin acceso a medios telemáticos y deciden depositar cuotas a través de otra persona asociada o miembro de la Junta Directiva o un familiar, ésta irá a la sucursal y cuál es su sorpresa que aparece su nombre como persona que ingresa esa cuota. La razón es otra vez esa maravillosa ley de blanqueo de capitales sin límite alguno, no vaya a ser que se blanquee con 50 euros de cuota anual a través de una ong. Se confunde todo a mi humilde entender y llegamos a niveles de esperpento que dan miedo con tanto control ilógico.
Por si fuera poco, no es lo mismo ser una asociación pequeñita que una grande, aquí también hay asociaciones de primera y de segunda. Si eres de las grandes pactas comisiones en el sentido de suprimirlas o te rebajan intereses en el préstamo o te hacen regalitos. Si eres pequeñita, como en el resto de las cosas de la vida, te hundes pagando extraños conceptos bancarios. El mundo al revés.
Si vamos a las noticias punzantes para argumentar esta exposición, por ejemplo en agosto 2018 se publicaba que “En 2015 las fundaciones bancarias gestoras de la obra social de las antiguas cajas de ahorros, sólo dedicaron a la obra social 717 millones, frente a 2.059 que invertían en 2008”. Parece que ha disminuido y mucho. Por otro lado, es chocante que los datos que se publican de ingresos de las entidades bancarias por comisiones aumenten exponencialmente cada año, así como su beneficio global anual. Entonces ¿qué es la obra social? Deja de tener sentido tal concepto si observamos el movimiento de la banca en los últimos tiempos que no ceja en su empeño de disminuir sus partidas para este ítem. Y seguimos inmersos en ese no dar puntada sin hilo.