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  • El Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA) recuerda, en el 30 aniversario de la celebración del Día del Ozono, el éxito del Protocolo de Montreal, uno de los que mayor aplicación práctica ha tenido hasta la fecha, así como la importancia del conocimiento científico para orientar la acción política. 

Este lunes, 16 de septiembre, se celebra por trigésima ocasión el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono. Un día que fue escogido por la Asamblea General de las Naciones Unidas para conmemorar la fecha de la firma, en 1987, del Protocolo de Montreal sobre sustancias que agotan la capa de ozono.  

Gracias a un esfuerzo internacional conjunto, impulsado por la comunidad científica, se consiguió exigir el control de casi 100 sustancias químicas perjudiciales para el ozono. “El Protocolo de Montreal es uno de los acuerdos multilaterales de medio ambiente que mayor éxito ha tenido: adoptó medidas para combatir el agotamiento de la capa de ozono que han sido aplicadas y respetadas por los países Parte”, señala la directora del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA), Ana Barreira. 

Según el último informe de la ONU, se estima que en 2066 la capa de ozono en la Antártida se habrá recuperado a los niveles que tenía en 1980. En el Ártico, la recuperación se producirá más rápidamente, en 2045, mientras que en el resto del mundo será en 2060. 

Promoviendo la acción climática 

Este año el Día del Ozono se celebra bajo el lema "Protocolo de Montreal: promoviendo la acción climática". El objetivo es, según indican los organizadores, celebrar “no solo lo que hemos logrado hasta ahora, sino que también miramos hacia un futuro donde tomemos acciones más contundentes y rápidas (...) para proteger la capa de ozono pero, sobre todo, para proteger a las personas, el clima y nuestro planeta”. En la 28ª Reunión de las Partes que tuvo lugar el 15 de octubre de 2016 en Kigali (Ruanda), se llegó a un nuevo acuerdo para eliminar gradualmente los hidrofluorocarbonos (HFC), compuestos orgánicos utilizados frecuentemente en acondicionadores de aire y otros dispositivos que no dañan la capa de ozono pero que tienen un potente efecto de calentamiento atmosférico.  

“La implementación del esquema de reducción y eliminación de HFC que recoge la Enmienda de Kigali, junto con otras medidas de fomento de eficiencia energética, puede evitar un incremento en la temperatura media de planeta para finales de este siglo de 0,4 ºC, lo que representa una contribución muy significativa a los objetivos climáticos del Acuerdo de París”, sostiene la directora del IIDMA.   

La ciencia, al servicio del medio ambiente 

El éxito en la lucha contra la destrucción de la capa de ozono se debe en gran medida a la alerta que en 1985 dieron los geofísicos Joe Farman, Brian Gardiner y John Shanklin, quienes publicaron un estudio en la revista Nature que evidenciaba la rápida reducción de la capa de ozono en la Antártida. Los científicos apuntaron a los gases clorofluorocarburos (CFCs), utilizados en productos cotidianos como refrigerantes en fungicidas, aerosoles o cosméticos. Este hallazgo fue el primer respaldo empírico de las predicciones que una década antes habían avanzado Frank Sherwood Rowland y Mario Molina, estudios por los que recibieron el Nobel de Química de 1995. 

Es un ejemplo de cómo el conocimiento científico es esencial para orientar la acción política. El IIDMA, consciente de su importancia, organizó un evento en el Congreso de los Diputados el pasado mes de mayo para favorecer el diálogo entre ciencia y política de cara al establecimiento de objetivos climáticos para 2040. El encuentro contó con la participación del miembro del Consejo Científico Asesor Europeo sobre el Cambio Climático  Francia Jean-Françoise Soussana, la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui, el presidente del Consejo Danés para el Cambio Climático, Peter Møllgaard, la jefa de Unidad en la Dirección General de Acción por el Clima de la Comisión Europea, Vicky Pollard, el director del Instituto de Física de Cantabria, José Manuel Gutiérrez, la presidenta de la Comisión para la Transición Ecológica y Reto Demográfico del Congreso de los Diputados, Cristina Narbona, o la directora del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA), Ana Barreira, entre otros. 




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