La sentencia le impone también la prohibición de aproximarse a menos de 500 metros o comunicarse por cualquier medio con cada una de las víctimas durante diez años, una medida de libertad vigilada de ocho años y la privación de la patria potestad.
Los hechos ocurrieron a lo largo de 2016 en el domicilio que compartían el condenado, su exmujer, de la que se había divorciado dos años antes, y las dos menores, que tenían entonces 11 y 13 años y sufren una discapacidad psíquica.
El Tribunal ha declarado probado que el hombre se aprovechó de esa discapacidad, de su relación de parentesco y de la “influencia y dominio” que ejercía sobre las pequeñas para someterlas a distintas prácticas sexuales.
La madre de las niñas se hallaba por regla general prostrada en la cama y tomaba por las noches una medicación muy fuerte para poder dormir profundamente, según se relata en la resolución judicial.
Los abusos fueron descubiertos en diciembre de 2016, cuando una de las menores se lo contó a una profesora.
La Sala considera al padre autor de dos delitos continuados de abusos sexuales cometidos contra menores de 16 años y le impone por cada uno de ellos una pena de 11 años de prisión.
También le condena a indemnizar a cada niña con 10.000 euros por daños morales. La sentencia puede ser recurrida en apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.
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