El presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo ha recibido este martes la Medalla de Honor del Colegio de la Abogacía de Madrid “por su contribución dogmática y jurisprudencial situando al derecho de defensa como baluarte del Estado de Derecho y eje del derecho procesal de garantías, y a la Abogacía como artífice de los derechos fundamentales ante la función jurisdiccional”.
La entrega ha tenido lugar durante el homenaje a más de 400 letrados con 25, 50 y 60 años de ejercicio profesional que se ha celebrado esta tarde en la sede del Ayuntamiento de Madrid. Un acto que ha clausurado el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, y en el que también han participado el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, y el consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel García Martín. Todo ello en presencia de las principales autoridades judiciales, fiscales y policiales de la región.
En sus palabras de agradecimiento, Manuel Marchena, tras 40 años de una trayectoria profesional que comenzó con el ejercicio de la abogacía, ha puesto en valor el papel “tan esencial” que desempeña esta profesión para hacer realidad los principios constitucionales, y sobre todo para darle la legitimidad al ejercicio de la función jurisdiccional: “sin contradicción y sin defensa el proceso se desmorona”, ha subrayado.
Defensa de oficio de las personas jurídicas
El magistrado ha querido reivindicar además la labor de los profesionales que ejercen su labor en el Turno de Oficio, donde él mismo dio sus primeros pasos en la abogacía hace 40 años. Ahora, desde su condición de presidente de la Sala de lo Penal, Marchena ha destacado “la enorme dignidad y el elevadísimo nivel técnico” de los recursos de casación recibidos en el Tribunal Supremo suscritos por abogados del Turno de Oficio. “Y es un momento también para reivindicar la necesidad de que ese trabajo sea reconocido por quien corresponde, y no solamente sea reconocido como se merece, sino que sea también extendido a otros sujetos de derecho que no responden a una idea histórica de una persona física que reivindica el derecho de defensa”, ha añadido.
En ese sentido, el premiado considera “fundamental que el Turno de oficio, de la misma manera que la abogacía ya se ha acostumbrado a la defensa de personas jurídicas, tenga ahora la oportunidad de asumir entre sus funciones la labor de defensa de las personas jurídicas”.
Laudatio
En la laudatio en honor del premiado, el decano del ICAM ha aplaudido “el compromiso de Manuel Marchena con la justicia, el Estado de Derecho y la dignificación de la labor de la abogacía, lo erigen como un pilar de la legalidad y la equidad”. Para Eugenio Ribón, Marchena “no es solo un magistrado, es un académico, un pensador y, sobre todo, un defensor del Estado de Derecho. Su aporte al estudio y reforma de la legislación procesal ha sido significativo y es de tal magnitud que ha contribuido no solo a la evolución de nuestras prácticas jurídicas, sino también al fortalecimiento del Estado de Derecho en nuestro país”.
Tras evocar la trayectoria del magistrado desde sus inicios académicos en el Colegio de San Ignacio de Loyola hasta su nombramiento como presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, y poniendo en valor también su ingente obra académica, el decano ha destacado la veneración que su figura despierta entre la abogacía madrileña, “que ve en él no solo a un juez, sino a un custodio de la ética y la profesionalidad. Su labor nos recuerda la vital importancia de la defensa en cualquier Estado que se precie de democrático y justo”.
Además, Ribón ha destacado el compromiso de Manuel Marchena con el Turno de Oficio, alabado más de una vez en sus fallos. “Su elogio a la labor del abogado defensor de oficio, en una sentencia memorable que el Colegio no olvida, no fue un mero cumplido, sino un reconocimiento sincero a una tarea muchas veces invisibilizada y siempre crucial”. También ha mencionado su papel en procesos de relieve nacional, “demostrando su firme compromiso con los derechos fundamentales”.
Por todo ello, ha concluido el decano, la abogacía madrileña rinde tributo “a un hombre cuya vida y obra son un testimonio del derecho vivido con pasión y con respeto, de la ley entendida como vehículo de justicia y no de venganza, y del papel del abogado defensor como esencial en la balanza de la justicia.”
Homenaje al abogado Ignacio Valentín-Gamazo Alcalá
Además de a Manuel Marchena, el ICAM ha entregado su máximo reconocimiento, a título póstumo, al abogado Ignacio Valentín-Gamazo Alcalá, asesinado el 7 de septiembre de 1996 durante un robo con fuerza e intimidación en una tienda de la madrileña calle de Manuel Cortina, tras haber salido en defensa de la cajera acometida.
Sus hermanas Isabel y Cristina Valentín-Gamazo han recogido un distintivo con el que no solo se honra la memoria de Ignacio Valentín-Gamazo Alcalá, “sino que reafirmamos nuestro propósito como abogados y abogadas de esta noble institución: perseguir la justicia, defender la verdad y proteger, sin titubeos, los derechos y la dignidad de las personas”, ha destacado en la laudatio la diputada del ICAM Lola Fernández Campillo.
Asimismo, “al conferir esta medalla, proclamamos un mensaje a todo aquel que se precie de llevar la toga y la esencia de lo que significa ser abogado: que la dignidad de la profesión no solo radica en la lucha en los estrados, sino también en el compromiso intrépido con los valores que nos hacen custodios de la civilidad”, ha subrayado.
A tal efecto, el ICAM solicitará al Ayuntamiento de Madrid la inclusión de esta mención honorífica en el monolito dedicado a Ignacio Valentín-Gamazo Alcalá en la plaza de los Chisperos de Chamberí, donde concluye la calle Manuel Cortina.
Clausura
Una solicitud que inmediatamente ha sido aceptada por el Consistorio a través de su alcalde, encargado de clausurar el evento, quien ha garantizado que esa mención se incorporará al monolito no solo como reconocimiento de la admiración y la gratitud de todos sus compañeros de la abogacía.
En su intervención, Martínez-Almeida ha querido agradecer a todos aquellos que han recibidos los diplomas de 60, 50 y 25 años de colegiación “porque en la España constitucional que hoy conocemos, la consolidación de ese Estado social y democrático de derecho que propugna el art. 1 de la CE sería absolutamente inviable sin el concurso de los operadores jurídicos, y dentro de estos quien tiene un papel relevante sin lugar a dudas es la abogacía”.
Una profesión, la de la abogacía “que permite que prevalezca ese catálogo de derecho fundamentales y libertades públicas”, ejercida por “los que la luchan por la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos, los que sencillamente pretenden dar a cada uno lo suyo, que es el lema de la Justicia”. Una profesión cuyo futuro, ha añadido el alcalde, está “garantizado”, tal y como se ha visto con la jura de nuevos letrados celebrada esta mañana también en la sede del ayuntamiento.
Para concluir, el alcalde ha elogiado a los otros dos profesionales distinguidos con las medallas de honor del ICAM, Pedro Lescure y Manuel Marchena.
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