Me acercaba, por primera vez en 2024, al Juzgado. Esto de la primera vez de algo siempre va precedido de una cierta emoción: ¿Seguirá estando en el mismo sitio?... ¿Volveré a encontrarme con la misma gente?...¿Habrán vuelto las oscuras golondrinas..?... Y si, el Juzgado seguía donde siempre. Nada más cruzar el umbral de la puerta, soy atacado por la espalda por una compañera que me saluda efusivamente confesándose fan incondicional mía, cosa que agradezco medio sonrojado… y caen los primeros dos besos de la jornada. Enfilamos ambos hacia la Sala de Togas inmersos ya en una animada conversación de bienvenida mutua. Irrumpimos en la Sala de togas y me doy casi de bruces con otra compañera que al igual que la anterior, se confiesa también fiel seguidora de mis tribulaciones y nos estampamos mutuamente un nuevo par de besos mejilleros. El día empezaba a prometer. No suele ser normal tanta efusividad, pero después de fiestas, ya se sabe.
Nuestro señor de las togas, me facilita una de la talla SG y me cruzo con otra compañera de las de toda la vida. El mismo ritual besucón… y ya de paso comentamos un par de cosillas que tenemos entre manos.
Voy a identificarme al Juzgado, lo hago y espero mi turno en la Sala de espera. En un momento en que se abre la puerta de la Sala vistas, me asomo para ver qué Señoría me ha tocado y al girarme para volver a la cosa de la espera, me cruzo con otra compañera... Un par de besos más…, un poco más fugaces que los anteriores que la estaban esperando en Sala y no daba tiempo para más… Le deseo suerte en el juicio que iba a empezar.
Seguía esperando y en eso que llega un compañero con el que antes de fiestas tuvimos un asunto que terminó de forma un poco agria. Pero el colega estuvo a la altura y nada más verme me tiende la mano. Correspondo como es debido y compruebo que ya no hay acritud. La paz navideña ha hecho su efecto. Un poco más tarde llegan un compañero y otra colega que iban de contrarios en el mismo asunto y casi lo tenían ya conciliado. Nuevo apretón de manos al colega y un par de besos a la compañera, con la que recordamos los viejos tiempos en los que ella defendía con gran vehemencia a un sindicato.
Entre una y otra cosa celebro el juicio sin incidencias de interés y tras ello, voy a abandonar la sede judicial. Antes de salir, me cruzo con una jueza con la que nos conocemos desde hace también unos cuantos años. Instintivamente y sin pensarlo, también caen un par de besos. Nos deseamos lo mejor para el nuevo año y nos emplazamos a vernos pronto ya en Sala, con la toga puesta... y desde luego sin este tipo de muestras empáticas, que allí hay que guardar las formas.
Más tarde me di cuenta de que sin querer, había empezado el año de la mejor forma posible. Las muestras de afecto y compañerismo, sin duda lo son y más, si, como ha sido el caso, son refrendadas por el mismísimo poder judicial.
A seguir así lo que nos queda de año y a poder ser, todos y cada uno de nosotr@s.