“Con tantísimos participantes, resulta inevitable que muchos buenos relatos se queden en el camino; pienso sinceramente que tuve la suerte que le faltó a mi protagonista”, cuenta. Su historia se inspiró en la dura realidad de muchos presos que finalizaban su condena en la época del confinamiento domiciliario. Antes de colegiarse como abogada ejerció de jueza, y reconoce que, aunque pensaba que la posición de juez era la más complicada, ha descubierto que estaba equivocada.
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¿Qué te animó a participar en el Concurso de Microrrelatos sobre Abogados?
Lo descubrí en un Curso sobre Nuevas Tecnologías en la Abogacía, donde nos regalaron varios libritos de pasadas ediciones. El formato me pareció muy fresco y divertido. El hecho de contar con palabras obligadas todos los meses supone un reto mental, como hacer un puzzle o un sudoku, y eso me encanta.
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¿Desde hace cuánto escribes y qué te inspira a hacerlo?
Siempre me ha gustado la lectura y tengo bastante imaginación; ambos son ingredientes perfectos para crear historias. Cuando era universitaria, empecé a escribir pequeños cuentos y poesías. Me inspira el hecho de meterme en la piel de otra persona, de poder vivir otra vida, como cuando te disfrazas o actúas en una obra de teatro.
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¿Cómo surgió la creación de “Maldita suerte”?
Mi musa fue la dura realidad de muchos presos que finalizaban su condena en la época del confinamiento domiciliario. En la actualidad, la situación que ha generado la pandemia se encuentra ya normalizada, pero en abril, cuando escribí el relato, todo sonaba a ciencia ficción. Para una persona recién excarcelada, recibir la noticia de que debía seguir encerrada en casa era desgarrador.
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Si pudieras cambiar algo en el mundo de lo que has visto, ¿qué sería y por qué?
Es difícil contestar a esta pregunta en pocas palabras. Por priorizar, reforzaría el sistema judicial, porque pienso que la Justicia, si se demora en el tiempo, pierde completamente su eficacia. Nuestro país necesita más juzgados, jueces y fiscales. España tiene la mitad de jueces y fiscales y el doble de abogados que la media europea; y que cuenta con 12 jueces por cada 100.000 habitantes, frente a la media europea de 21.
He visto demasiados Juzgados saturados y funcionarios desbordados. En el ámbito civil o laboral, el retraso al resolver un determinado conflicto supone un verdadero drama para muchas personas. En el marco penal, las dilaciones son igualmente dañinas, puesto que tan grave es que un delito prescriba y quede impune, como que una persona completamente reinsertada deba ingresar en prisión por actos que cometió siete años atrás.
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Una palabra que te defina como abogada y persona….
La primera que me viene a la mente es “meticulosa”. Me esfuerzo por hacer todo lo que hago en la vida con ilusión y lo mejor posible.
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Llevas poco ejerciendo de abogada, ¿qué te ha llamado más la atención?
Destacaría mi paso por el turno de oficio. Siempre hay excepciones, como en todas las profesiones, pero puedo asegurar que la mayoría de los abogados de oficio nos dejamos la piel en la defensa de nuestros clientes y ejercemos, además, de psicólogos y confidentes. Nuestra mayor satisfacción es conseguir la mejor salida posible al justiciable, porque económicamente rara vez se llega a compensar el tiempo y el esfuerzo invertidos.
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