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Dice la canción que son malos tiempos para la lírica. Para la lírica no tengo criterio al respecto pero para los letrad@s del turno de oficio sí lo tengo y el juicio es demoledor.

Esta mañana un poco harta de la burocracia y lentitud absurda de un sistema judicial que no funciona, me he puesto a releer MATAR A UN RUISEÑOR, novela que devoro una y otra vez cuando entro en eso que tienden a llamar crisis profesional en el ejercicio de la abogacía. Lo devoro con hambre de caníbal cuando pierdo la fe en la Justicia con mayúsculas.

Harper Lee escribía: " Uno es valiente cuando , sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final pase lo que pase". Me gustan sus palabras, sus frases esclarecedoras de un mundo que se derrumba para alumbrar el nacimiento de otro mundo nuevo que en apariencia será mejor, desde la mirada de la infancia en la que todo es sueño. Pero también decía acertadamente Amélie Poulin que “Son tiempos difíciles para los soñadores”.

Y ahí entramos los letrad@s de oficio, esas señoras y señores que estamos dispuestos a defender al débil, al que carece de capacidad para pagar un abogado para su defensa, entregados a causas de largo curso y final infeliz, sin horarios, sin descanso…y, por supuesto, con unas remuneraciones que serían irrisorias si el pueblo llano supiese de ellas. Irrisorias como espeta la Real Academia de la Lengua porque provocan risa y burla, porque son muy pequeñas e insignificantes, porque son insuficientes.

Metida en estos berenjenales del pensamiento matinal una termina convenciéndose que se valora muy poco la pérdida de horas de sueño, las jornadas maratonianas, la entrega a causas que estremecen, el stress continuo, la preocupación por el cliente indefenso y perdido, las tristes visitas a prisión, los ojos cansados de leer miles de folios, los acuciantes plazos improrrogables sólo para una de las partes…por un puñado de euros que ni cubren la factura del teléfono o las copias …y tardan , por decirlo de forma poética ,una eternidad.

Y me pregunto si sería necesario que la población lo conociese, cuál es la razón de que no se quiera mostrar a la sociedad nuestra precariedad. Considero ético que se divulgue a los cuatro vientos, que las personas de a pié sepan qué hacemos, cómo lo hacemos, para qué lo hacemos y cuánto nos aporta económicamente. Lo que nos aporta como profesionales y, sobre todo, como personas, es tan gratificante que no sería capaz de describirlo. Por todo esto luchamos para dignificar el turno de oficio.

Para el sistema mejore y mejore también la calidad de asistencia al indefenso, para cumplir con el obligado mandato constitucional para el que fue concebido. Y vuelvo, para rematar esta reflexión, con palabras de Harper Lee: ”el que hayamos perdido la batalla cien años antes de empezar, no es motivo para que no intentemos vencer“. Fin.

Dedicado a todos los letrad@s de oficio




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