Ha faltado tiempo para que la sabiduría popular haya asociado el año 2025 con aquella famosa rima de todos conocida y que no voy a reproducir por aquello de mantener un mínimo decoro en mi exposición. Corren ya por todas las redes sociales, variadas y ocurrentes formas de expresar la rima en cuestión.
Pero resulta que lo de “la hinco” suena, fonéticamente igual que “ahínco” y eso me lleva, aún bajo los efectos de la resaca navideña, a mi primera sesuda reflexión del año nuevo. Y es la siguiente:
Lamentablemente, todo apunta a que por parte de los poderes formalmente constituidos y los que venimos conociendo como fácticos, la cosa del “la hinco” seguirá instaurada entre nosotros, sea en forma de Reales Decretos, de Leyes descafeinadas o, simplemente y como siempre, de abusos de derecho tanto en sede meramente administrativa, como judicial. En esto, no creo que 2025 vaya a ser muy distinto de los que le han precedido.
A los demás, es decir a los que no ejercemos otro poder que el de decidir de qué color nos ponemos la ropa interior cada día, nos tocará, también como siempre, lo del “ahínco” que según la Real Academia de la Lengua significa afán, empeño, tesón, voluntad, interés, diligencia, perseverancia, entrega, insistencia, vehemencia, esfuerzo, ardor, fervor. Es decir, seguirá tocando aguantar el tipo y sobrevivir como buenamente podamos. Perseverar en nuestra capacidad de resistencia y andar por la vida con diligencia para que todo lo que nos acaben hincando, nos haga el menor efecto posible.
Por tanto, creo que deberemos responder a la pregunta que formulaba al principio con un sí, 2025, también será un año de “ahínco”, porque seguirá siendo la única manera de poder con los de “la hinco”.
A por el año del ahínco.