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Barcelona, 21 abr (EFE).- Armada de su experiencia como abogada de violencia de género, Carla Vall desgrana las claves para sobrevivir a una relación machista o una violación en un libro que apuesta por desterrar el ideal masculino del "malote" y alerta de que el porno aboca a los jóvenes "a la idea de que el sexo es violencia".

En una entrevista con Efe, Vall explica que concibió "Romped en caso de emergencia" (Editorial Catedral) como una guía dirigida a mujeres víctimas de violencia machista o sexual o que estuvieran "muy al inicio" de una relación de ese tipo, aunque también incluye mensajes para el entorno de esas mujeres y para sus "potenciales" agresores.

En un lenguaje claro y con un tono siempre cálido, Vall señala en su libro las claves para acompañar a las víctimas en el proceso judicial y de recuperación personal -también las advierte de la violencia institucional con que probablemente acabarán topándose- y desmonta los mitos en que se asienta el imaginario del machismo.

Una violencia machista que, advierte Vall en una entrevista con Efe, es tan "estructural, tan inmensa, que es casi una cuestión estadística que acabes con un tipo de vínculo violento o como mínimo tóxico", pese a que, reconoce: "nos cuesta mucho identificarla cuando nos pasa a nosotras, nos cuesta mucho identificar que todas estamos invitadas".

Uno de los "nudos" más importantes que sujetan la violencia machista es, según la abogada, "la idea de que el amor lo puede todo", lo que provoca que "te acabes vaciando, ofrendando a la violencia, y dando todo lo que tienes en una situación que lo que exige es "poner límites".

"Vivimos en una cultura que desde pequeñas nos enseña que hemos nacido para amar", reconoce Carla Vall, que alerta también del imaginario de que "el amor también es sufrir", presente en nuestra cultura desde hace siglos y que aún subyace en refranes como "el que la sigue la consigue".

Por ese motivo, llama a cambiar los "paradigmas de las relaciones que no se corresponden con el modelo heterosexual chungo de toda la vida" y a desterrar ideales masculinos como el del "malote": "ese perfil de los papeles de Mario Casas, un tío que es un imbécil con las mujeres y que además tiene rédito".

Carla Vall reconoce en su libro el punto de inflexión que han supuesto para el enfoque de la violencia machista en España el caso de Ana Orantes -la mujer que fue asesinada por su exmarido tras relatar en televisión sus años de maltrato- o la violación grupal de "La Manada", que dio pie al clamor feminista que ha propiciado el proyecto de ley del llamado "sólo sí es sí".

La abogada no oculta lo "agradecida" que se siente con la víctima de violación de Pamplona -"pudo confrontar de manera suficiente la violencia, combatió todo ese imaginario de que a los acusados no les hacía falta violar porque eran muy guapos"- y defiende la ley del "solo sí es sí" porque las mujeres necesitan "esa protección penal cuando no hay protección social".

No obstante, considera que también son necesarios cambios culturales en la educación sexual desde la infancia, tanto para niños como para niñas, de forma que "no recaiga en el porno, en los hogares o en el amigo de turno".

En ese sentido, admite de que en la pornografía, que a menudo supone el primer contacto de los adolescentes con la sexualidad, hay una "gran cantidad de producciones violentas, con imágenes de mujeres victimizadas a través del sexo".

"No puede ser que la única opción de relacionarse con el sexo que tienen los más jóvenes sea esa, los estamos abandonando a la idea única de que el sexo es violencia", reflexiona Vall, que añade: "¿cómo puede ser que el vídeo más buscado durante las semanas del juicio de La Manada en las páginas pornográficas del Estado español sea precisamente el de la violación grupal?".

Pese a la falta de estadísticas sobre el aumento de violaciones múltiples, Vall asegura que se ha detectado un cierto "efecto mimético" tras el caso de "La Manada", hasta el punto de que algunos grupos de agresores sexuales se han autodenominado así, porque "entienden que es una cosa buena, está detrás la idea de pertenencia al grupo y sienten que eso les refuerza".

"¿Cuántas veces no hemos visto a agresores sexuales haciendo el signo de la victoria, sintiéndose los amos de la fiesta? En cambio, en la victimización machista de las mujeres hay un proceso de avergonzamiento para que no puedan dar la cara, asociado a la mujer débil, tonta, que se lo ha dejado hacer", señala Carla Vall.

Por ese motivo, considera que lo primero que hay que hacer es dejar de llamarles 'Manada': "Si partimos del punto de vista que una violación no es poder libidinoso sino obtención de placer a través del poder, para ellos se trata de cumplir con una gesta. Pero si les llamas agresores grupales no son nadie", sostiene.




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