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Madrid, 4 sep (EFE).- Los trabajadores de las grandes empresas llevan meses constatando que muchas de ellas intentan poner coto al teletrabajo, una fórmula en general preferida por los empleados que choca con la llamada "cultura del presentismo" y que, aunque puede ayudar a reducir los costes empresariales, también puede lastrar la productividad.

"Es innegable que se ha producido un reflujo del teletrabajo, que se disparó en pandemia (marzo 2020) y que ahora está en retroceso. En España tenemos una fuerte cultura del 'presentismo' y eso se está dejando notar", resume en declaraciones a EFE Raúl Olmos, adjunto de la secretaría de Acción Sindical y Empleo de CCOO.

Ese "reflujo" se observa a través de datos como los del INE que apuntan a que en el segundo trimestre de este año, tan solo el 7,3 % de las personas ocupadas en España trabaja más de la mitad de los días desde su domicilio, una cifra que supone alrededor de 1,5 millones de personas y que ha descendido en casi 9 puntos porcentuales en comparación a los datos recabados durante la pandemia (16,2 %).

Igualmente, el 13,9 % de la población teletrabaja al menos un día a la semana, lo que supone un descenso del 5,5 % con respecto a los niveles de pandemia y de un 2,7 % con respecto al primer cuatrimestre de 2021, según la Encuesta de Población Activa.

En su Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en los Hogares en 2022, el INE ya observó que el porcentaje de ocupados que teletrabajan se redujo en 3,6 puntos respecto a 2021, al pasar del 17,6 al 14 %, lo que supone 3,3 millones de personas.

El mayor descenso se ha observado entre los trabajadores a los que se les permite trabajar al 100 %, que han pasado en un año del 12,2 al 8 %. De media, los ocupados trabajaron en línea 3,1 días a la semana, frente a los 3,5 de 2021.

APUESTA POR MODELOS HÍBRIDOS

Estos porcentajes contrastan con las preferencias de los trabajadores. Según un reciente estudio de Sodexo, siete de cada diez empleados prefieren jornadas con opciones de teletrabajo: el 53,1 % se inclina por una modalidad híbrida (trabajo presencial y en remoto) y un 16 % por el teletrabajo completo.

Sin embargo, y según sus datos, no llega a la mitad el número de compañías españolas que han adoptado el modelo híbrido (48,3 %), al tiempo que un 49 % trabaja completamente en presencial y solo el 2,5 % ha implementado la modalidad remota total.

Las opciones dependen en gran medida del tamaño de las empresas: el 61,3 % que cuenta con más de 250 empleados permite teletrabajar, mientras que en las empresas pequeñas (con menos de 50 trabajadores) sólo el 44 % brinda esta facilidad.

En las grandes empresas uno de los modelos más habituales es establecer una pauta general de un máximo de dos días de teletrabajo a la semana, según coinciden en destacar las fuentes consultadas.

¿CON EL TELETRABAJO DESCIENDE LA PRODUCTIVIDAD?

Pese a que las grandes empresas fueron las que más rápido fueron capaces de implementar el trabajo en remoto a raíz del confinamiento general decretado por el Gobierno a mediados de marzo de 2020 y también las que más lo sostuvieron en el tiempo de manera intensiva, igualmente están siendo estas empresas las que más interés están poniendo en ponerle ahora coto y regularlo.

"Las empresas están siendo un tanto remisas a regular claramente el teletrabajo", al tiempo que, "en paralelo, estamos observando que se está volviendo a la cultura del presentismo", explica igualmente a EFE el vicesecretario general de Política Sindical de UGT, Fernando Luján.

En su opinión, el hecho de que ya sea obligatorio el registro de los tiempos de trabajo ha propiciado que la dirección de las empresas también tenga interés en favorecer la presencia de los trabajadores en las oficinas.

"En remoto está muy claro cuándo se conecta y desconecta un trabajador, así que se pueden controlar mucho mejor las horas extra (...). En cambio, el control en la oficina no es tan claro y si a ello se le suma la costumbre tan arraigada de 'quedarse para que el jefe te vea', se pueden terminar haciendo más horas", añade Luján.

Sin embargo, ello no implica necesariamente que la productividad del trabajador descienda cuando trabaja a distancia. "Eso depende de muchísimos factores -sostiene-, desde del tipo de tarea asignada, hasta de las condiciones de trabajo de cada empleado".

"Las experiencias de jornadas de 32 horas semanales también nos están demostrando que se aumenta la producción. Simplemente, se produce más si se trabajan menos horas y en mejores condiciones", resume sobre una cuestión de la que CEOE dice carecer de datos globales suficientes para sacar conclusiones.

Aunque desde el ámbito directivo llegan quejas sobre la caída de la productividad vinculada al teletrabajo, desde los sindicatos se niega tal afirmación y se insiste en que en esta materia es muy difícil generalizar.

En opinión de Olmos (CCOO), el teletrabajo no conlleva necesariamente una caída de la productividad. De hecho, considera que en determinados casos es incluso al contrario, puesto que los empleados tienden a ser un poco más laxos en sus horarios y terminan trabajando más, algo que "se vio muy claro durante el confinamiento".

DESCENSO DE COSTES

Desde CCOO aseguran que de lo que no hay duda es de que el teletrabajo ayuda a las empresas a reducir costes, desde los relacionados con la climatización de áreas de trabajo hasta los desplazamientos, al tiempo que se pueden incluso encontrar nuevas vías de ingresos alquilando oficinas vacías a otras compañías.

"Suponemos que en el corto y medio plazo cada empresa va a ir encontrando su propia cultura" a este respecto, concluye Olmos, que insiste en la necesidad de incluir en los convenios colectivos la regulación del teletrabajo y de todos los aspectos relacionados. 




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