El impacto inesperado y generalizado de la pandemia causada por la COVID-19 y las medidas de paralización de la actividad adoptadas por los gobiernos de todo el mundo para contener la propagación del virus han ocasionado una drástica contracción de la economía. Aunque varios países, entre ellos España, han comenzado recientemente a relajar las estrictas medidas de contención, su efecto en la economía será muy gradual.
Así, el Banco Mundial, en su último informe de junio de 2020 “Perspectivas económicas mundiales”, prevé una contracción de un 7% de la actividad económica de las economías avanzadas y de un 2,5% la de los mercados emergentes y las economías en desarrollo como consecuencia de las graves distorsiones en la oferta y la demanda internas, el comercio y las finanzas.
En la misma línea, el Fondo Monetario Internacional, en la actualización de las perspectivas de la economía mundial de junio, estima una reducción del 4,9% del producto mundial, un 8% de las economías avanzadas (en concreto un 12,8% para España) y del 3% para las economías emergentes y en desarrollo.
Por su parte, el Banco de España, en su informe sobre las “Proyecciones macroeconómicas de la economía española (2020-2022)”–al que ya nos referimos en nuestro informe del Observatorio publicado el pasado 11 de junio–, ha establecido una horquilla de contracción del PIB de entre el 9% y el 15,1% para 2020. Así mismo, este organismo apunta a que la caída de nuestro PIB en el segundo trimestre del año será cuatro veces mayor que la del primer trimestre que se situó en el 5,2%, debido principalmente a la paralización de la actividad económica por el estado de alarma.
Hay que tener en cuenta que, en el primer trimestre del año, el consumo de los hogares se redujo un 6,6%, la inversión un 5,7%, la inversión empresarial un 8% y las exportaciones el 8,2%, parámetros que con toda probabilidad se multiplicarán en este segundo trimestre.
Por su parte, el gasto público se incrementó más de un punto en el primer trimestre un 1,8%, lo que supone el mayor aumento en doce años, desde el primer trimestre de 2008.
Aunque aún es pronto para disponer de información relativa al segundo trimestre, sí hay ciertos indicadores que nos muestran la evolución de la actividad en este periodo, entre los que se encuentran:
· El Índice de Confianza del Consumidor ha sido en mayo de 52,9 puntos (3 puntos más que en abril), situándose en valores muy similares a los obtenidos a mediados de 2012 y de 2008. Sin embargo, el índice de valoración de la situación económica actual ha descendido 3,9 puntos en mayo, hasta los 27,6 puntos, debido a la valoración negativa de:
o la situación económica actual, con un descenso de 2,4 puntos,
o el mercado de trabajo, con un descenso de 6,2 puntos,
o la situación de los hogares, que se reduce en 3,2 puntos.
· La tasa anual del Índice General del Comercio Minorista se sitúa en mayo en el −19%, siendo sin embargo la variación mensual respecto de abril del 19,3%. Un incremento mensual fundamentalmente debido a que, desde el 4 de mayo, de acuerdo con el plan para la transición hacia una nueva normalidad, los locales comerciales que no tenían permitida la venta al público han ido reabriendo sus puertas. Es de destacar el crecimiento de las empresas dedicadas en exclusiva al comercio online, que aumentan sus ventas un 64,1%.
· La tasa anual del Índice de Producción Industrial se situó en abril en el −33,6%, un 21,8% menos que el mes anterior. La declaración del estado de alarma provocó una paralización de parte del tejido productivo industrial, siendo la industria automovilística la más afectada por estas circunstancias, con un descenso de su producción del 92% respecto al mes de abril del año pasado. Así mismo, en el mes de mayo las ventas de automóviles se han reducido el 67% con respecto al año anterior.
· El crédito al consumo en el mes de abril se redujo un 78% y el crédito a través de tarjetas un 15,5%, como reflejo de la caída del consumo. Esto, además, tiene una consecuencia directa en la reducción de los ingresos de las entidades financieras.
Atendiendo a la evolución de los datos, la situación económica de España parece que va a estar más afectada que la de los países de nuestro entorno, dado el frágil tejido industrial que tenemos y la relevancia del sector servicios y, sobre todo, la importancia del turismo para nuestro Producto Interior Bruto. Por ello, las políticas económicas que se adopten ahora en España, con el apoyo de la Unión Europea, serán cruciales para la recuperación sostenida de nuestra economía. Entre ellas: el mantenimiento de los ERTES hasta final de año y la ampliación de la línea de avales serán cuestiones de vital importancia para el mantenimiento de aparato productivo y, por tanto, del empleo, lo que redundaría en mayor consumo e inversión. No obstante, es difícil que la recuperación del consumo y la inversión en el tercer y cuarto trimestre –si, como es deseable, estas se produjeran–, pueda compensar la contracción sufrida durante los últimos cuatro meses.
En relación a la línea de avales, dado el elevado nivel de incertidumbre actual, las empresas pueden tener dificultades para acceder a la financiación y provocar sus cierres por falta de liquidez. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha aconsejado estudiar la posibilidad de extender los avales públicos para los préstamos a empresas por encima de los 100.000 millones de euros dispuestos. En este sentido, también abogamos por que las Empresas de Asesoramiento Financiero puedan acceder a la línea de avales públicos, dado que, en la situación actual, es difícil para una pyme obtener financiación sin la garantía de los avales, solicitud que ya ha sido trasladada a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, así como al ICO, por parte del Consejo General de Economistas.
Por todo lo anterior, consideramos un ajuste a la baja en 4 décimas –respecto del 10,8% referido en el informe de abril– de la previsión realizada sobre el Producto Interior Bruto, situando la contracción en el 11,2%, y manteniendo nuestra previsión de la tasa de paro entre el 20/22%, considerando que los ERTES se prorroguen hasta final de año. Así mismo, mantenemos nuestra previsión del déficit en la horquilla 12-15%, y la deuda pública en torno al 120-125%.
En los mercados financieros, la volatilidad sigue reflejando la incertidumbre existente en torno a la situación sanitaria. Reflejo de esa incertidumbre es la subida del oro a 1.760 euros la onza, como activo refugio, así como el incremento del ahorro prevención, que ya se situaba por encima del 11,2% a final del primer trimestre, dado que la volatilidad no ayuda a invertir ese ahorro.
Aunque esperamos la recuperación de la normalidad en los dos próximos trimestres y, con ello, que la situación económica se vaya estabilizando, siguen existiendo riesgos sanitarios que podrían amenazarla y provocar nuevos ceses de actividad. Por ello, es necesario que los países busquen soluciones globales, tanto sanitarias como económicas.
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