• Desde ARAG advierten de las consecuencias legales del plagio y recomiendan a los autores la inscripción en registros de propiedad intelectual 

Este sábado, el Festival de la canción de Eurovisión celebra en Turín su 66ª edición y veremos si, en esta ocasión, se libra del tradicional eurodrama. Y es que, por una cuestión o por otra, Eurovisión nunca está exento de polémica. El año pasado, por ejemplo, se acusó al grupo ganador, Måneskin, de haber plagiado su tema Zitti E Buoni de un grupo holandés. Afortunadamente el tema no llegó a más, pues habría significado la descalificación de los representantes de Italia del concurso, al ser un requisito indispensable que las canciones sean completamente originales.

Miriam Montero, abogada de ARAG, advierte que ser descalificado de un concurso es lo mínimo que le puede ocurrir a un plagiador en España: “si la copia de una canción se hace de forma intencionada y con el fin de obtener un beneficio, ya sea directo o indirecto, estaríamos hablando de un delito relativo a la propiedad intelectual. El Código Penal impone una pena de prisión de seis meses a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses”.  Todo ello sin contar con los perjuicios económicos que se derivaran y una indemnización por los daños ocasionados.

El plagio se persigue como defensa de los derechos de autor de la canción, pero no es fácil demostrarlo. Para saber si ha sido tal o solamente estamos frente a una inspiración, se deben analizar los diferentes elementos musicales, como el ritmo, la melodía, la armonía y, por supuesto, la letra y la composición.

Desde ARAG recomiendan cubrirse las espaldas e inscribir cualquier obra en el registro de Propiedad intelectual, sea el oficial del Gobierno o el de algunas de sus alternativas como Safe Creative o Copyright. No es obligatorio, pero constituye una prueba de la existencia de derechos sobre la obra que puede ser de gran ayuda en un eventual juicio.