Se rebaja la previsión de cierre del PIB para este año, situándolo en el 1,8%, en virtud de que no se espera un crecimiento de más del 0,4% en el último trimestre; incluso podría ser del 0,3% siendo la desaceleración mucho más brusca de lo que se pensaba.
De hecho, esta desaceleración está haciendo que se frene la creación de empleo y la caída del paro. Las cifras del tercer trimestre, publicadas recientemente, sitúan la tasa de paro en la menor de los últimos 10 años en España. Si bien los últimos datos publicados señalan que la cifra de creación de empleo en los últimos meses ha sido la menor de los últimos 5 años. Así mismo, la bajada del empleo temporal es algo que se puede estar interpretando erróneamente, porque descontando el factor temporalidad, este es el empleo que primero se destruye cuando cambia el signo de la economía. Hay que tener en cuenta que para crear empleo hay que crecer, al menos, por encima de nuestro crecimiento potencial que puede estar oscilando entre el 1,5% y el 1,6% (cifras a las que comenzamos a acercarnos). Ajustamos la tasa de paro para 2019 ligeramente por debajo del 14%, al 13,9%.
Por otra parte, la caída de los préstamos no tiene otro significado que el del enfriamiento de la demanda a pesar de que los bancos mantienen la oferta del crédito. De hecho, el índice de confianza del consumidor ha pasado del 102,3 en junio al 80,7 en septiembre, una bajada de 21,6 puntos.
La subida del ahorro está afectando al consumo; se trata evidentemente de ahorro prevención que, si bien tiene un efecto reductor de la demanda agregada sobre la actividad económica y el empleo, también lo tiene sobre las importaciones. Esto último, según se mire, no es del todo negativo al no afectar (excluido tráfico de perfeccionamiento) a la producción nacional. La ralentización del consumo del comercio exterior y demanda interna están moderando la evolución del IPC , que volvemos a ajustar con respecto a meses anteriores, considerando que no será superior al 0,9% al final del ejercicio. Así mismo, nuestra estimación es que la tasa de ahorro al final del ejercicio se mueva en una cifra del 6% y se mantenga en esta cifra para el año que viene.
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El ahorro es necesario para la solvencia de empresas y familias y para el crecimiento a largo plazo. La variable vital es la renta disponible que, sin embargo, crece por aumento de salarios y pensiones, así como el efecto positivo sobre los mismos de la baja inflación. Los gastos de personal se disparan un 3,1% en el primer semestre, cuando el empleo ya se resiente.
La vivienda y los alquileres, con síntomas de recalentamiento especialmente en las grandes ciudades, parece haber tocado techo. El enfriamiento en la demanda y la caída de la confianza también juegan en ese sentido, con más peso del que pueda tener el aumento de la renta disponible de las familias, el efecto riqueza por la revalorización de los activos o los bajos tipos de interés para financiar la compra de vivienda. Al igual que tampoco está influyendo la mejora de los indicadores de esfuerzo de compra en la potencial clientela. Hay que tener en cuenta que la construcción viene dando trabajo a mano de obra poco especializada que también se puede resentir por ello.
En cuanto al turismo, se teme que la tendencia de crecimiento de estos últimos años no tenga continuidad, por la recuperación de los destinos alternativos del mediterráneo, por el cambio climático con la llegada de veranos calurosos en Europa y por las consecuencias imprevisibles del Brexit. Todo esto puede afectar también al turismo residencial que tanto compensa la estacionalidad de nuestro turismo tradicional.
Los vientos de fuera no ayudan, intensificándose el frenazo de la zona euro, de forma que la desaceleración de dos décimas que sufrió en el segundo trimestre podría ir a peor en el tercero y cuarto. La desaceleración del sector manufacturero, especialmente en Alemania, está contagiando al de servicios y en general al empleo. Su economía bordea la recesión (según adelanta el Bundesbank ha entrado en ella en el tercer trimestre), algo a confirmar o no cuando se conozcan los datos definitivos de este periodo, dado que esta economía se muestra más vulnerable que la de otros países a la guerra comercial. La influencia de Alemania en la zona euro es manifiesta, y su debilidad es contagiosa.
El problema de las pensiones que es inaplazable, así como el de la financiación de las autonomías, que sigue sin resolverse, impiden el control del déficit en la parte que les corresponde.
Referido al IBEX se espera que haya menos de volatilidad, debido al retraso hasta el 31 de enero para la resolución del Brexit. No obstante, seguimos con el resto de incertidumbres geopolíticas, tanto a nivel interno como externo. El IBEX puede cerrar a final de año en torno a 9.400 puntos, más menos un 2%.
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