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Rosario Carrasco, agricultora de Tirteafuera

En las zonas rurales la violencia de género alcanza una dimensión todavía más dramática, porque las víctimas, al estar más aisladas y carecer de independencia económica, no son capaces de identificar lo que están sufriendo, no se atreven a denunciar y normalizan el maltrato como algo cotidiano.

“Si no tienes cobertura de teléfono, ni médico, ni vienen los servicios sociales, a dónde vas a llamar o a quién te vas a quejar”, lamenta la agricultora Rosario Carrasco, que vive en Tirteafuera, un pueblo de 155 habitantes de Ciudad Real. Carrasco es una de las mujeres que aparecen en el cortometraje ‘Una palabra’ , grabado por el abogado José Antonio Merchán en municipios pequeños de Ciudad Real.

En esas zonas poco pobladas y desprovistas de servicios a las víctimas les cuesta todavía más romper con el agresor. “No tienen consultorio médico todos los días para detectar las primeras agresiones, ni transporte público,  los centros de asesoramiento están muy alejados, y no llega internet para interponer procedimientos”, confirma la magistrada de la Audiencia de Salamanca y profesora de Universidad, Marta del Pozo, que lleva años impartiendo charlas de concienciación en pueblos de Castilla y León. “En la España vaciada tienen más dificultades para contar lo que les pasa y menos red de apoyo y asumen, por tanto, la violencia como algo privado y normalizado”, añade.

Mientras que la media nacional para denunciar es de ocho años y ocho meses, en zonas rurales sube a más de 20 años, según datos de la última Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer . “En mujeres de 46 a 65 años de edad, el tiempo es de 19 años, mientras que para mayores de 65 -el 54 % de la población en los pueblos- la media está en 26 años. Y casi un 73 % de las asesinadas por violencia de género vivían en municipios con menos de 100.000 habitantes”, apunta del Pozo.

María Cuesta, ganadera de Almodóvar del Campo

María Cuesta, ganadera de Almodóvar del Campo

“La falta de autoestima es lo que lleva a la violencia. Si no te valoras, cada día la otra persona se apodera más”, cuenta la ganadera María Cuesta, que vive en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), en el corto ‘Una palabra’. En este documental, que se grabó por encargo de la Concejalía de Mujer e Igualdad y financiación del Pacto de Estado Contra la Violencia de Género, para concienciar sobre la violencia de género en ámbitos rurales, Merchán quería denunciar todas esas trabas que “las atenazan a la hora de buscar una solución, como el miedo, la vergüenza, la dependencia, desconocimiento o inseguridad”.

Del Pozo coincide en señalar la vergüenza, el miedo al qué dirán, como un factor paralizante: “Incluso las propias mujeres son muy crueles con las víctimas que se sienten señaladas por ir a comisaría o al centro de la mujer”. Y asegura que soportan el maltrato porque se sienten culpables de la situación. “La mujer es cuidadora y piensa que ha nacido para ponerse en el papel de otra persona y solucionar sus problemas. La pregunta es quién te cuida a ti y cómo te cuidas tú. Ellas están al final de todo eso”.

El miedo a la reacción del agresor, el creer que podía resolverlo sola o no reconocerse como víctima son otros de los factores que impiden que las mujeres denuncien. “El silencio es más cómplice. Además, solo un 40 % dice tener conocimiento de sus derechos”, como puede ser el apoyo a la inserción laboral, asistencia jurídica psicológica, asistencia jurídica gratuita o ayudas económicas.

La precaria situación económica de muchas mujeres en el campo también las frena: “Como no tienen a su nombre la titularidad de las tierras, aunque trabajen igual, marcharse implica perder el derecho a la pensión porque no han cotizado”, explica. Por esto, asegura, es fundamental que se les den oportunidades de empleo y, para ello, que  las instituciones les ofrezcan un apoyo integral.

La magistrada incide en que, a pesar de los estereotipos, no existe perfil de una víctima de maltrato: “Se cree que en el mundo rural van con pañuelo negro en la cabeza, despreocupadas por su aspecto, y tienen todas más de 70 años”. E insiste en que es fundamental la educación desde la infancia para tratar en igualdad. “Eliminar el mito del amor romántico: quien te quiere te hará llorar”. Y junto a ello, formación en perspectiva de género desde la Universidad para todos los profesionales que traten con las víctimas: trabajadores sociales, médicos, fisioterapeutas…

Para Merchán, que presentó su corto en las IX Jornadas de Abogados y Abogadas de Violencia de Género celebradas hace dos semanas en Ciudad Real, solventar este problema no pasa solo por la denuncia: “La verdadera solución está precisamente en formar, educar y apoyar a esas mujeres para que pongan fin al problema”.

Y no se trata solo de violencia física, sino también de violencia psicológica, más difícil de detectar y que “deja una huella de por vida en el alma de la mujer. Se trata del conocido como síndrome de adaptación paradójica: asumir el maltrato como algo cotidiano”. Del Pozo cuenta que estas mujeres “conviven con el insulto y el menosprecio. Eres una inculta, dónde vas a ir sin mí, nadie te va a creer…. son algunas de las frases que les repiten los maltratadores. Su principal finalidad es el control, sumisión y dominación”. Y, por tanto, insiste en la necesidad de contar con expertos que realicen informes periciales sobre apoyo social y psicológico.

Otras propuestas para mejorar la situación, a su parecer, pasan por crear equipos itinerantes especializados de atención integral, promover el asociacionismo de mujeres rurales, control telemático de medidas, agilización de los procesos judiciales, aumentar los recursos de protección, racionalizar la distribución geográfica de los recursos y la asistencia psicológica de oficio.

Del Pozo reclama además un mayor número de abogados de oficio especializados en violencia de género en el ámbito rural. “En Ciudad Real solo hay cuatro personas de guardia al día para toda la provincia, en Salamanca, dos. No podemos consentir eso. Aunque ejercen su oficio por vocación, los abogados no son superhéroes”.

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