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INTRODUCCIÓN

El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, dio un beso en la boca a la jugadora Jennifer Hermoso en la entrega de medallas posterior a la consecución del Mundial de fútbol de Australia y Nueva Zelanda 2023. Una acción que la propia jugadora admitió posteriormente que no le había gustado y que provocó una oleada de críticas desde diferentes estamentos sociales y políticos. Rubiales, tras intentar restarle importancia al hecho, acabó pidiendo disculpas

Todo lo que ha sucedido después es un claro ejemplo de lo que no se debe hacer en estos casos en los que hay violencia sexual. Nada de lo que se ha visto y hecho ha beneficiado a la jugadora afectada y además ha empañado lo que debiera ser una celebración por la hazaña conseguida.

LO QUE NO SE PUEDE HACER EN CASOS DE VIOLENCIA SEXUAL

Cuando sucedió el hecho del beso, automáticamente muchas personas criticaron lo sucedido y salieron a defender lo inaceptable de esta acción. Muchos “caballeros sin capa ni espada” empezaron a clamar por lo que había pasado y en defensa de la jugadora. Los que estéis leyendo esto diréis que esto no es sino algo bueno, sin embargo, pareciera que todavía es necesario que los caballeros andantes tengan que defender la honra de las mujeres. Es un acto en sí mismo que solo hace ver que los micromachismos están en nuestra vida cotidiana y que finalmente los aceptamos como buenos.

 Esto solo sería una anécdota si no fuera porque no dejaron a la persona afectada digerir lo sucedido, pensar sobre ello y reflexionar sobre cómo se ha sentido y qué necesita. En esta clase de acciones no siempre las mujeres afectadas se sienten víctimas o dañadas desde el principio, debido a estos micromachismos en ocasiones normalizamos conductas que no lo son y darnos cuenta de ello lleva tiempo. El revuelo mediático con miles de personas entre ellas muchos hombres y otras tantas mujeres opinando, lo que hizo es que la jugadora se vio obligada a tomar la posición de víctima sin haber tenido tiempo de reflexionar. Pero lo más increíble es que todas las personas parecen saber qué necesita Jennifer y sobre todo pareciera que tratan a la jugadora como un ser que no es capaz de decidir por si misma. Esto es lo que más perjudica a las personas que han sufrido estos daños, la idea de que las víctimas son seres incapaces, que necesitan protección y personas que las defiendan y reclamen sus intereses. Desgraciadamente quitamos poder a las personas que más voz debieran tener en un caso que les afecta tan directamente.

Lo que se tenía que haber hecho es haber hablado con la jugadora, haberla dado tiempo para que pensara sobre lo sucedido y sobre todo haber intentado tomar acciones una vez ella hubiera entendido el daño que había sufrido y pensado sobre cómo esto la había afectado.

Durante días todas las personas han estado hablando de ello y la jugadora se vio obligada a hablar, sin pensar si estaba preparada para ello o no. Y finalmente cuando habló otra vez los micromachismos salieron a la luz en titulares como este de un periódico deportivo en el que se decía: “Jenni deja caer a Rubiales”. Un claro ejemplo de cómo el sistema, las instituciones revictimizan a las víctimas en general pero sobre todo de violencia sexual. No se respeta su silencio, se la obliga a posicionarse como víctima aún si saber en qué momento se encontraba, para después culpabilizarla de lo que podría sucederle al señor Rubiales.  Todo lo relatado ha sido revictimizante porque se la ha obligado a tomar el rol de víctima sin contar con sus necesidades y expectativas, y sin darla tiempo pero además cuando hace un comunicado se la culpabiliza por las consecuencias de lo que pueda suceder tras ese hecho.

Un sin sentido que debería hacernos repensar como tratar a las mujeres que sufren violencia sexual:

  • Hay que dar tiempo a las mujeres para pensar, digerir lo sucedido, que puedan entender que no es normal lo que pasó pero sin querer convertir en víctimas a todas las mujeres. Puede ser que una mujer se sienta dañada por lo sucedido pero no se sienta víctima. No podemos repartir roles, deben ser las personas afectadas las que valoren su situación. Esto no significa quitar importancia ni minimizar lo sucedido, trata de empoderar a la mujer para que decida cómo quiere gestionar lo que ha sufrido.
  • Debemos dejar de pensar en las mujeres que sufren como seres incapaces necesitados de protección y de defensa. No necesitamos defensores, necesitamos que se respeten los tiempos, las necesidades de las mujeres y su capacidad para valorar qué quieren.
  • Es importante que la prensa tenga cuidado en cómo trata estos daños puesto que como se ha visto en muchas ocasiones lo que se hace es acabar revictimizando a la mujer (incluso aunque tras el daño no se hubiera sentido víctima, sino solo dañada por un hecho que nunca debió pasar) Y además se la acaba culpando por lo sucedido o lo que pueda llegar a pasar. Debería sacarse del debate social y mediático estos hechos sobre todo respetando los derechos de la jugadora a decidir si quiere o no denunciar.

LA JUSTICIA RESTAURATIVA AYUDA A GESTIONAR ESTOS DAÑOS DE UNA MANERA SANADORA Y SOBRE TODO RESPETUOSA

Muchas ocasiones las personas piensan que no se puede usar la justicia restaurativa para delitos de violencia sexual, una visión que precisamente parte de ideas como la de que se podría perjudicar a la víctima. Esto nos vuelve a hacer reflexionar que tratamos a las mujeres que sufren estos daños como incapaces.  Sin embargo, entendiendo que la justicia restaurativa no es solo encuentro conjunto, podemos diseñar una serie de intervenciones para que las mujeres puedan sanar y si fuera posible, la persona agresora entienda el impacto de sus acciones.

Pero centrándonos en las personas que sufren estos daños, la justicia restaurativa tiene un papel importante, así lo hemos visto en el programa Ave Fénix para víctimas de abusos sexuales y en todo caso, así se demuestra cada vez que se realiza una intervención con enfoque restaurativo con víctimas de estos delitos. Estamos hablando de una intervención restaurativa que no sustituye ni es equivalente a otras posibles medidas no restaurativas como la atención psicológica. La justicia restaurativa no es terapia, sin embargo tiene efectos terapéuticos, por eso puede ser el complemento ideal para ayudar a las personas.

Tanto si usamos un programa individual de justicia restaurativa como si vamos a gestionar los daños a través de una herramienta restaurativa diferente, lo importante de la justicia restaurativa es que no se decide por las personas que han sufrido el daño. La justicia restaurativa escucha a las afectadas, les da voz, y una serie de posibilidades para valorar qué necesitan para sentirse reparadas o al menos respetadas tras el daño.

Lo esencial de la justicia restaurativa es que proporciona espacios para la narración y para el silencio. Por eso, no se presiona si la persona dañada no habla, no se cuestiona por qué no quiere contar su versión, simplemente se respeta los silencios. Las personas hablaran cuando se sientan preparadas y en todo caso, no debería convertirse en algo opinable por toda la sociedad. En esta narración cuando se da, se escucha con empatía y sobre todo no se trata de juzgar, no se aconseja, ni se opina, la dueña de la historia y de la narración es la mujer.  Nadie más que ella es la protagonista. Una vez que la persona está preparada para hablar la narración nos da la oportunidad de contar nuestra historia, nos da la idea de donde queremos ir, nos crea sentido de lo vivido y da la oportunidad de crear pertenencia sobre nuestra propia historia. Y para esta narración necesitamos apoyo y seguridad (este espacio de seguridad permite a las personas compartir historias y evitar el peligro de una única historia). Las historias únicas generalmente las elaboran los agresores y vienen encaminadas a minimizar o justificar lo sucedido. Pero si obligamos a una persona que ha sido agredida a hablar antes de que este preparada podemos reforzar esta historia única e incluso elaborar más argumentos a su favor. (suposiciones como por qué no ha hablado todavía, por qué dijo lo que dijo, por qué no hizo otra cosa…son reflexiones que victimizan pero además dan “alas” a la historia de la persona agresora).  En este sentido la justicia restaurativa proporciona estos espacios de seguridad para desafiar la invisibilización (detrás del daño hay una mujer que no es incapaz y no necesita ser defendida), da confianza y sobre todo genera la posibilidad de expandir la historia. “Me ha pasado esto, pero soy mucho más que esto”, en este caso, es una jugadora que ha hecho historia por ganar un mundial. Solo de esta manera podemos ofrecer una posibilidad de sanación o si no se siente víctima al menos de esta manera mostraremos respeto por lo que ha vivido y la daremos la oportunidad de contar como se siente y qué necesita si fuera necesario para recuperar el control de su vida.

Como dice Héctor Valle la justicia restaurativa va reparando personas que reparan comunidades que reparan mundos e historias. En este caso y muchos otros no debemos decidir por las víctimas debemos ofrecerlas a las personas las diferentes opciones y una atención restaurativa para que pueda sentirse sino reparada respetada. A partir de ahí esto debería trascender a la comunidad para que pueda sentirse reparada de los daños estructurales que sistemáticamente generan una sociedad anclada en el patriarcado y en valores erróneos basados en las supuestas diferencias de género. Solo de esta manera podemos también reparar los daños que crea el sistema anclado en años de creencias heredadas y así podremos evitar que estos actos de violencia sexual se sigan repitiendo.

CONCLUSIONES

Para que el hashtag se acabó tenga todavía más sentido, deberíamos pensar en invertir en una justicia más humana, dejar de decidir por las víctimas, respetar los espacios para que puedan decidir qué quieren hacer, no juzgar ni cuestionar sus decisiones y ofrecerlas espacios restaurativos para poder contar su historia, necesidades y expectativas. Y esto significa dejar de pensar que toda la justicia restaurativa se reduce a un encuentro con el agresor, que la justicia restaurativa es terapia y se hace por psicólogos o que la justicia restaurativa revictimiza a las víctimas de violencia sexual. Como hemos visto, lo que daña a las víctimas es la justicia tradicional, los defensores que presionan para que las personas dañadas hagan lo que se suponen que deben hacer, y todos los medios de comunicación que potencian que la persona dañada se sienta presionada y más víctima si cabe. Como dice Kay Pranis “Los círculos posibilitan un proceso para vivir una experiencia directa de justicia cuando ha habido un desequilibrio de poder en las relaciones “. Los círculos es una de las herramientas restaurativas que más usamos cuando realizamos intervenciones restaurativas con víctimas o agresores de violencia sexual y la justificación claramente la tiene su creadora, los círculos reequilibran las relaciones y dan sentido de justicia.




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