- Pero entre los especialistas surge un nuevo debate: ¿hay que recompensar a los alertadores de corrupción? En Estados Unidos es algo usual y hasta hay quienes se han embolsado el 30% del valor de las multas interpuestas gracias a sus revelaciones
- Diego Cabezuela, senior partner de Círculo Legal, asegura que “entramos en un tiempo nuevo que entierra ese histórico prejuicio contra el denunciante” y dice que “protegerlo ya no es opcional, sino un pilar básico para la transparencia de las organizaciones”.
La creación de la nueva Autoridad Independiente de Protección del Informante (A.A.I.) en España, supone la culminación en España del proceso de implementación de la Directiva UE 2019/1937 del Parlamento Europeo y del Consejo y marca un cambio histórico. Con ella, nuestro país da un paso fundamental en la protección de los denunciantes frente a las represalias de que son objeto en muchas ocasiones.
“Entramos en un tiempo nuevo que entierra ese histórico prejuicio contra el denunciante, y que llevaba a tratarlo como un chivato o como un sociópata. Protegerlo ya no es opcional, sino un pilar básico para la transparencia de las organizaciones y también de la justicia”, asegura Diego Cabezuela, senior partner de Círculo Legal. El abogado pone también en valor “el servicio incalculable que presta a su organización, al alertarla de hechos irregulares, que pueden dar lugar a responsabilidades legales graves o a daños reputacionales ”.
Aunque la mayoría de países UE ha llegado tarde a la implementación de la Directiva, el nuevo escenario ya está abierto y en funcionamiento. De todos modos, Cabezuela advierte de un nuevo debate que asoma en el horizonte. A además de proteger a los denunciantes, ¿se les debe estimular con recompensas?
Estados Unidos, el ejemplo
Por ejemplo, en Estados Unidos la Security Exchange Commission (SEC) estableció importantísimos estímulos económicos en 2011 para alentar y recompensar a quienes proporcionaran información relevante sobre fraudes financieros. En algunos casos hasta el 30% de las cantidades obtenidas a través de las multas impuestas a los infractores gracias a sus revelaciones.
“En Europa, en cambio, se da por hecha una actuación altruista de los denunciantes, basada solo en su sentido de la ética y del cumplimiento de la ley. Los gobiernos se sienten incómodos con la idea de intentar limpiar la corrupción a base de recompensar a los informantes. señala Cabezuela. De hecho, la ley española solo prevé darles apoyo financiero y psicológico, con carácter excepcional. Solo un pequeño “socorro asistencial” para situaciones de emergencia
“Nadie hará fortuna en España, ni en Europa, con esto”, asegura Cabezuela. a de. “No sé si es bueno o malo, pero los países que ofrecen recompensas transmiten a los denunciantes el mensaje, cínico, pero rotundo, de que su información vale de verdad”.
Los defensores de las recompensas sostienen que, pese a la garantía de anonimato, los informantes siempre acaban sufriendo profesional y personalmente y que por eso es justo recompensarles. “A menudo ven truncada su carrera y se ven señalados o denigrados. Y si la organización denunciada es poderosa y contraataca, puede que necesiten contratar abogados y asumir un proceso legal duro e interminable”, apunta Cabezuela. Por otro lado, desde la línea europea se sostiene que las recompensas no son éticas y que su establecimiento alimenta la creación en las organizaciones de un ambiente de recelo y desconfianza