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Pamplona, 08 nov (EFE).- El psicólogo forense José Manuel Muñoz ha subrayado en Pamplona la necesidad de no someter a menores víctimas de abusos sexuales a exceso de interrogatorios ante el peligro de contaminar sus recuerdos y alterar la que en muchos casos es la única prueba existente junto con el testimonio del acusado.

Muñoz ha hecho esta apreciación durante su ponencia ‘La prueba preconstituida, valoración y credibilidad del testimonio de los menores víctimas de abusos sexuales’ dentro de la ‘VI Jornada sobre Violencia contra la Mujer. Violencia sexual y jóvenes ¿y ahora qué?’ organizada por la Unidad contra la Violencia sobre la Mujer.

Según ha referido, es habitual encontrarse en estos casos que cuando llegan al psicólogo forense “todo el mundo ha preguntado ya al niño”, algo que, ha ejemplificado, es como entregar a criminalística un indicio manoseado: “Ya no podemos saber porque hay falsas memorias” y el niño puede no reconocer el origen de lo que está contando.

“La memoria no es una como una cámara de video, es un sistema en constante interpretación de los datos que almacenamos” y existen factores que “pueden hacer que se distorsione esa huella de memoria” contaminándola y haciendo que no sea válida como prueba, ha explicado.

Esto cobra especial relevancia teniendo en cuenta que en la mayoría de casos de abusos sexuales a menores “el único medio probatorio que va a tener el juez va a ser el testimonio del menor y del investigado” ya que se trata habitualmente de delitos que se producen de forma clandestina, sin testigos presenciales y sin evidencias físicas, ha señalado.

A esto, ha comentado, se le suma que en muchas ocasiones son delitos que no se denuncian o lo hacen mucho tiempo después de haberse cometido, lo cual “va a dificultar mucho la investigación y el medio probatorio” ya que “el paso del tiempo va a degradar la huella de la memoria”.

Además de esto, ha comentado, este exceso de interrogatorios al menor produce sobre él una revictimización al tener que recordar y relatar en múltiples ocasiones lo que ha ocurrido.

A la hora de hacer una prueba preconstituida, ha explicado, es necesario una preparación previa para conocer bien el caso, que esta se haga por profesionales especializados, en un entorno de privacidad y de forma inmediata salvo que el niño esté en un estado emocional que impida tomarle declaración.

Además, ha indicado, es importante que exista cooperación entre los distintos profesionales así como contar con medios técnicos adecuados para “evitar que el día del juicio no se admita la prueba porque no se escucha” obligando al niño a comparecer en la vista.

Durante la realización de la prueba, ha destacado, es importante que sea el niño el que hable dentro de un “relato libre” cuidando mucho el profesional no reforzar sus respuestas.

En este sentido ha instado a evitar las preguntas tendenciosas, capciosas, de elección forzada, de respuesta de “sí” o “no”, preguntas centradas y directas, cuestionar la forma de actuar del menor o preguntarle sobre las intenciones del agresor.

De cara a los jueces Muñoz ha aclarado que los informes que hacen los psicólogos criminalistas no deberían ser tomados como informes periciales ya que el objetivo de estos segundos es elaborar un informe técnico para abrir hipótesis de investigación.

Ha evidenciado de igual modo que “quien tiene que valorar si el testimonio es creíble es el juez, no el perito”, siendo ellos encargados únicamente de “abrir hipótesis sobre cuál puede ser el origen de ese recuerdo” pero sin determinar si es mentira o no. 




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