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Luis Ángel Reglero

Madrid, 2 dic (EFE).- Ni leyenda negra ni leyenda rosa, la Inquisición fue mucho menos cruel tanto en España como en América que la imagen que arrastra desde hace siglos.

"La Inquisición española. Realidad y procedimiento de Santo Oficio" es el título de editorial Edaf que firma Darío Madrid, pseudónimo del español Gonzalo Fernández, para mostrar cómo fue aquel tribunal.

El Santo Oficio arrastra una imagen que "nada tiene que ver con lo que ocurrió", argumenta en una entrevista con EFE el autor.

Falsas torturas

"Por supuesto que no fue nada maravilloso", comenta, sino "un producto de su tiempo", en el que no había tolerancia religiosa en toda Europa, no solo en España.

Pero los crueles instrumentos de tortura que proliferan por "pseudomuseos" sobre la Inquisición, tanto en España como en América, la mayoría no son más que invenciones para atraer visitantes, observa el historiador.

La tortura, prosigue, "no es que fuese un invento de la Inquisición, en absoluto", pues en toda Europa había "la absurda idea" de que una si torturabas te iban a decir la verdad, pero lo normal es soltar "lo primero que se te venga a la cabeza" para librarse del tormento.

Y en el caso de la Inquisición, ese tormento lo aplicaba sin hacer sangre ni mutilaciones, con un médico presente, por lo que muchos apresados lanzaban una blasfemia para que les llevaran ante los inquisidores con tal de evitar un tribunal civil, mucho menos benevolente.

Incluso fue una las primeras instituciones en abolir la tortura.

América

Delitos menores como ese, la blasfemia, era lo que la Inquisición perseguía en América, apenas la herejía, además de que excluyó a los indígenas, por ser recién cristianizados, y tuvo allí muy pocos tribunales para un territorio inmenso.

El que estaba en lo que hoy es México abarcaba unos tres millones de kilómetros cuadrados, mientras que para toda la península ibérica, con cerca de medio millón, había alrededor de una veintena.

El inquisidor general de entonces allí, Diego de Espinosa, pidió que se actuara con "suavidad", para que al Santo Oficio se le respetara pero sin llegar a odiarle en el entonces virreinato.

"Esos historiadores que nos cuentan que la persecución causó muchísimas muertes en América, pues son falsas", pues en trescientos años de época colonial fueron 79, apunta.

Apenas brujas a la hoguera

"La comparación que siempre se suele poner, la caza de brujas," deja claro que mientras en Europa central en el siglo XVII, ya no en la Edad Media, se ejecutó a unas 25.000 personas por brujería, en España fueron cerca de sesenta.

Solo durante la revolución francesa hubo muchos más miles de víctimas que las cerca de 3.000 que causó la Inquisición durante sus siglos de existencia hasta quedar abolida en el XIX, recuerda.

Quizás el trabajo de muchos historiadores queda más en el ámbito académico y cuesta que llegue al gran público, pues en la era digital venden más las redes sociales que muchos libros como este de editorial Edaf.

O vende más un relato "truculento" en ciertas visitas turísticas que la verdad, pero en lugares como Madrid que hubiera autos de fe, condenas en público, no quiere decir que se estuviera "continuamente quemando gente" en la hoguera, matiza.

La Inquisición buscaba el arrepentimiento del hereje más que su condena, por lo que los ajusticiados fueron pocos, en contra de lo que muchos creen, muchos menos y con menor crueldad comparado por ejemplo con Inglaterra, abunda.

"La historia de España no es realmente como la han contado o por lo menos que no tiene tantos matices, digamos, negros", advierte.

"La Inquisición no fue ninguna maravilla por la que tengamos que estar orgullosos, pero ni mucho menos fue el tribunal sediento de sangre que nos cuentan", concluye. 




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