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Ya hemos visto que tras elaborar una representación de la realidad de la situación descrita por el cliente o un mapa del conflicto (Galtung, Entelman, Schellenberg, Lederach,etc.) continuaremos la labor con la de-construcción de los elementos constitutivos del conflicto toda esta labor nos conduce a la etapa de tipificar conflictos.

En el artículo anterior me decía que […] esta forma de clasificación no esta exenta de criticas …” y en esta entrega, última del año y posiblemente la última de ésta etapa tan bonita como autor de artículos de opinión voy a explicar algunas de esas posibles críticas.

Si bien existen innumerables temas sobre los que discutir, tan como lo he reflejado en mi libro Construcción de Paz. Diseño de intervención en conflictos sólo hay cinco tipos de motivaciones subyacentes, lo que en Moore y posteriormente en Mayer (2012), nos lleva los cinco tipos de conflicto que mencioné en el artículo inmediato anterior.

Sin embargo, Al igual que en medicina el número de tipos de conflictos responde a la cláusula numerus apertus, toda vez que desconocemos si en la dinámica del conflicto el número de elementos constitutivos y/o el número de motivaciones subyacentes es (o no) finito.

Dicho en otros términos, en todo conflicto existen algunos de los elementos constitutivos y al menos una de las motivaciones subyacen­tes que nos conducirá a uno de esos cinco tipos de conflictos tipifica­dos. Aunque se debe tener presente que la gran mayoría de conflictos tiene causas múltiples que implican combinaciones de motivaciones subyacentes.

La crítica que he hecho de esta forma de clasificación es la siguien­te:

«Establecer formas de intervención en base a una casuística de conflic­tos que contenga un número determinado de tipos de conflicto presenta el problema de tener que explicar los principios taxonómicos que se aplican para establecer como punto de partida esa cantidad de conflictos y no otros (es decir, por qué 6 y no 386 o ‘n’ tipos de conflictos), lo que puede restar objetividad al método.» (Conforti, 2017, p. 140).

Esta crítica es tan cierta como que pueden existir un número infi­nito de motivaciones subyacentes, pero no es menos cierto que la ti­pificación de enfermedades sigue siendo un numerus apertus y ello no le resta valor científico a los tipos identificados; y además, debemos tener en cuenta que el ámbito universitario ha asumido tan complejo cometido no en ciencias exactas sino desde la investigación sobre la Teoría de Conflictos y los Estudios para la Paz, ámbitos en los que se inscribe el presente trabajo.

Asumiendo como punto de partida válido los cinco tipos de moti­vaciones subyacentes identificados, la vía para avanzar en el análisis del conflicto en está segunda parte del trabajo a realizar, queda expe­dita.

Cae por su propio peso que el operador del conflicto deberá detectar todos los elementos que integran la motivación subyacente.

¡Feliz 2020, gracias por haberme leído y seguido todo este año… nos vemos en www.buildingpositivepeace.com y/o en www.francoconforti.com!

Bibliografía.

Conforti, Franco. (2018). Construcción de Paz. Diseño de intervención en conflictos. 3ª Edición. Dykinson. Madrid.




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