Ana María Castro Martínez
Viene una y otra vez a mi mente, como un mandala, repetitivo e insistente, TU DEBER ES LUCHAR POR EL DERECHO, PERO EL DÍA EN QUE ENCUENTRES EN CONLICTO EL DERECHO CON LA JUSTICIA LUCHA POR LA JUSTICIA, como espeta el decálogo del abogad@. Y en esas tesituras me encuentro cuando defiendo con todo mi ser y convicción asuntos con una carga humana tan grande que invade toda mi existencia, tanto, que influye hasta en mi salud física y mental. Hiriendo en mi interior máximas como la de Stuart Mill LA CONVICCIÓN DE UN HOMBRE LE SUBSTRAE A LOS ATAQUES DEL RIDÍCULO, porque una tiene un profundo miedo cuando nadie comparte su visión del mundo, no es un pueril terror al ridículo, es un paralizante pánico al percibir que todos están del otro lado de la línea divisoria y te hallas en soledad en el único bando que tu ética resiste defender. Es el momento de inventarte infinitas corazas de las que ya no tienes valor de desprenderte. Y te acuerdas de gran Cicerón proclamando MI CONCIENCIA TIENE PARA MÍ MÁS PESO QUE LA OPINIÓN DE TODO EL MUNDO.
Cuando te ves sola, con tus férreos argumentos no compartidos ni por tu cliente, sola ante la maquinaria de la justicia, cargada de razones con 50 años de peso resultantes de tristes experiencias vitales que te han llevado a ser simplemente distinta. Una y otra vez, cuando ya no puedes más, escuchas en tu interior el sangrante verso OTROS ESPERAN QUE RESISTAS, QUE LES AYUDE TU ALEGRÍA, QUE LES AYUDE TU CANCIÓN ENTRE TUS CANCIONES, al modo de José Agustín Goytisolo. Y no te puedes permitir el lujo de decaer en la lucha. Y de nuevo el mandala que surge de la profunda meditación, el mandala que resume el recorrido de mis vivencias, buscando el equilibrio que me ayude a lograr la trasformación del mundo desde mi pequeñez.
Como un grato e inesperado regalo me encuentro por la difícil vía de la defensa de lo JUSTO con personas que también creen en esa JUSTICIA con mayúsculas y es una fiesta coincidir en ese baile de optimistas que todavía creemos que las cosas que no están bien pueden cambiar pero pueden cambiar con el único objetivo de mejorarse. Es el momento del ansiado relax, del convencimiento y pleno asentimiento de que esta filosofía de vida sirve para hacer de este mundo un lugar con menos injusticias. Te das cuenta entonces cuando lees en un primer golpe de vista ese SE ESTIMA EN LA TOTALIDAD que ha valido la pena leerte a l@s clásic@s una y otra vez, empaparte de la poesía de l@s soñador@s, creerte firmemente las máximas de l@s sabi@s. Y como consecuencia lógica reafirmarte en la ética impuesta como única forma de vida. Te sientas tan a gusto durante un instante dándote cuenta inmediatamente que acabas de cargarte de responsabilidad para futuros asuntos a los que no podrás negarte. Y ya no habrá vuelta atrás.
El resultado de esta reflexión deviene de la estimación en la totalidad de un asunto rodeado de una situación muy cruel donde un hombre con discapacidad intelectual y física se ve envuelto en un sistema burocrático que es más cruel todavía con quien es débil y desconoce los resortes para sobrevivir a los papeles y a las resoluciones sin fundamento. Me pregunto constantemente la razón de esa falta de sincronía entre lo que te han tratado de enseñar cuando estudiabas Leyes y la cruda realidad. Te topas atónita con textos legales que sólo son palabras, que no dicen absolutamente nada cuando no se pueden aplicar al caso real y me planteo cuales pueden ser los motivos de tal disonancia sin encontrar respuesta. También el error humano puede y debe ser subsanado y así ha sido detectado y solucionado en este asunto. Pero ¿y dolor que ha provocado esta larga espera quién lo repara?.... En puntos suspensivos lo dejo a la espera de que cada conciencia encuentre su respuesta. En eso consiste la construcción de un mundo mejor y el progreso del hombre.
A Juan Domingo
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