Virginia Domingo de la Fuente
INTRODUCCIÓN
Se llama Joaquín Ferrándiz. Violó y estranguló a cinco mujeres entre 1995 y 1996, y fue sospechoso de otros tres asesinatos en Castellón. Conocido como "el depredador de Castellón", abandonará la cárcel de Herrera de la Mancha el próximo 22 de julio tras cumplir 25 años de prisión. Considerado uno de los mayores asesinos en serie de España, saldrá en libertad al cumplir el tiempo máximo estipulado por Código Penal en que un preso puede estar encarcelado”. Estas son algunas de las noticias que nos están acompañando este último mes sobre la salida de un asesino en serie tras cumplir el tiempo máximo de estancia en prisión.
La primera reflexión que nos surge es la importancia que damos a las penas más duras y largas cuando delitos tan graves suceden, sin pararnos a pensar que llegará el momento en que pase este tiempo largo y las personas deban salir de prisión. Es normal que nos centremos en el ahora y ante estos delitos lo único que se pida es que caiga todo el peso de la ley. Sin embargo, cuando nos encontramos estas noticias, nos damos cuenta de que no pensamos más allá, sino que nuestro objetivo es sentirnos seguros de nuevo en el momento de que una persona es capturada.
Estamos postergando el “problema” para el futuro y en este caso, el problema ya ha llegado. Como decíamos nos volvemos casi sin quererlo un poco egoístas y no pensamos que estemos dejando para un teórico después lasalida de prisión de estas personas, sin valorar qué más podemos hacer para que cuando salgan no causen alarma social y/o al menos tengamos la seguridad de que se ha trabajado con él o ella para fomentar o cooperar en su reinserción.
¿PODEMOS HABLAR DE REINSERCIÓN PARA ASESINOS EN SERIE O PSICÓPATAS?
Lo primero que podemos afirmar es que pensar en la reinserción de esta clase de delincuentes es pensar en seguridad, se trata de invertir en prevención para que el resto de la comunidad no se convierta en futuraspotenciales víctimas de estas personas. Por eso, no lo debemos ver sólo como hacer el esfuerzo por esta persona, sino que al estar todos relacionados el esfuerzo que se haga por este señor para evitar su reincidencia, va a repercutir en todos nosotros como sociedad.
En términos de justicia restaurativa se trataría de recordar que todos estamos relacionados y que lo que uno hace afecta a los demás y a la inversa, por eso, nos conviene buscar y trabajar por y para la reinserción. Palabras muy similares las escuché de un amigo criminólogo a propósito de este caso, y es que las medidas de apoyo y si queremos llamarlo de cierto control a esta persona, nos va a repercutir favorablemente a todos.
Sin embargo, es común pensar que estas personas muchas de las cuales se caracterizan por ser psicópatas, no puede ser rehabilitadas. Mantenemos, a pesar de los avances que el ser humano no puede cambiar, y como dice Daniel Reisel ¿si nosotros damos por perdidos a los psicópatas?, ¿qué motivo tendrían ellos para querer cambiar? DanielReisel estudia el cerebro de los psicópatas y se hace una pregunta: en lugar de almacenar estos psicópatas ¿no deberíamos usar nuestros conocimientos sobre el cerebro para ayudar a su rehabilitación? Si en el cerebro se pueden crear nuevas conexiones neuronales después de una lesión… ¿podríamos ayudar a los psicópatas a que el cerebro vuelva a crear moral? El tema es difícil de explicar pero es apasionante a la vez, parece que nuestra habilidad para socializar, para conocer y comprender acerca de lo bueno y lo malo se desarrolla en nuestros primeros años de vida. La base de nuestro comportamiento moral es innata.
En nuestro cerebro podemos encontrar la amígdala la cual está íntimamente relacionada con la empatía, cuanto más activa es, más empática es la persona. Los estudios han demostrado que precisamente esta amígdala es deficiente en el cerebro de los psicópatas. A esto también se une el hecho de que muchos de estos delincuentes fueron víctimas y tuvieron una infancia traumática, lo que probablemente hizo que no pudieran desarrollar esta parte del cerebro de forma adecuada y como se hace en la mayoría de los seres vivos, con esto perdieron una oportunidad de que se generara en ellos, los valores morales y sociales que en el común de la población surgen en los primeros años de nuestra vida.
Además hoy en día se ha desterrado la idea de que nuestras neuronas no pueden surgir en la edad adulta aunque es más complicado, la neurogénesis puede darse en los adultos.
Con esto no queremos decir que los psicópatas deban eludir la cárcel porque tienen una deficiencia en el cerebro, sin embargo, encerrarlos simplemente, no solo no ayuda a regenerar su cerebro sino que de hecho seguramente los hará más hostiles.
Por otro lado, otros estudios recientes del año 2017 sobre los patrones cerebrales de psicópatas de Japón han examinado el disparo espontáneo de las neuronas prefrontales justo antes de que se tome una decisión y estos disparos tienen un efecto de sesgo sobre las decisiones en el cerebro psicópata. Los factores adicionales que influyen en la toma de decisiones para todos los cerebros son los sistemas de valores y los recuerdos de recompensas y consecuencias pasadas. Si el "disparo" espontáneo de las neuronas en el cerebro del psicópata es el que influye y lo lleva hacia la violencia, el control de la actividad neuronal espontánea sería fundamental para controlar la toma de decisiones perjudiciales. El estudio mencionado anteriormente de Japón da esperanza para cambiar o rehabilitar la mente psicópata. Si la activación espontánea de las neuronas se puede controlar en el futuro con intervenciones farmacológicas, podría ser posible cambiar la influencia negativa que tienen estas neuronas activadas espontáneamente en el proceso de toma de decisiones en los psicópatas. En definitiva, estamos convencidos que si un médico no se rinde ante una enfermedad incurable, no deberíamos hacerlo nosotros, o al menos deberíamos estudiar el cerebro para valorar cómo podríamos hacer para lograr que estas personas puedan regresar a la sociedad y ésta pueda sentirse segura.
PROGRAMAS DE TRATAMIENTO DENTRO DE PRISIÓN
En todo caso, si estas personas deben pasar largo tiempo dentro de prisión lo lógico es que dentro de ellas, puedanacceder a toda clase de tratamientos que los ayuden a no querer delinquir cuando salgan. Lo ideal sería que decidan no hacerlo porque no quieren dañar a otro ser humano, es decir porque se ha generado empatía, pero para casos como las personas que tienen psicopatías, el tratamiento debería ser más complejo y adaptado a sus circunstancias. En estos tratamientos debería darse la cooperación de muchos profesionales y no solo de psicólogos. Deberían estar presentes criminólogos, neurólogos, psiquiatras e incluso profesionales de la justicia restaurativa con el objetivo de fijar un programa de tratamiento individualizado para personas que han cometido esta clase de delitos.
Si como dice el artículo 25.2 de nuestra constitución:” Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzado”. El tiempo de estancia de una persona dentro de prisión no debiera ser tiempo estéril, sabemos que los tratamientos son voluntarios, pero si pueden animar o fomentar que estas personas participen en tratamientos que puedan ser útiles para prepararlos a su vida en libertad. En el caso que nos ocupa hasta su abogada y el propio privado de libertad ha dicho que no ha realizado ningún programa de tratamiento, de hecho, ya en el año 1999 su abogada pedía que este señor pudiera realizar algún tratamiento intrapenitenciario. Porque tener a una persona privada de libertad, esperando a que pasen los años para salir, no reinserta ni siquiera ayuda a las personas a decidir no volver a delinquir.
Otro tema sería la necesidad de mejorar los programas de tratamiento o al menos adaptarlos a las nuevas realidades y a los perfiles de las personas a las que se van a aplicar. En nuestra opinión tenemos tendencia a uniformizar los tratamientos penitenciarios (algo que sucedió con la justicia restaurativa de la que hablaremos más tarde), y pareciera que existen unos manuales rígidos y tasados de cómo realizar por ejemplo el Picovi (para el control de los impulsos violentos) u otros tantos que existen dentro de prisión como el Pideco para delitos económicos etc. Y la uniformidad hace que se ofrezcan estos tratamientos por el perfil del delito cometido, es decir a una persona de un delito violento se le ofrece por ejemplo Picovi sin valorar el origen del delito, y sin tener en cuenta cómo es la persona si realmente es violento o quizá cometió el delito por otros motivos totalmente diferentes a la violencia. Seria por tanto conveniente que los programas de tratamiento pudieran adaptarse a la realidad del caso concreto y sobre todo tengan una visión individualizada como debiera ser ya que el sistema penitenciario se guía precisamente por este principio de individualización científica para adecuarse a las necesidades individuales de cada uno de los condenados. Y en este sentido, debiera avanzarse e incorporar lo que la neurociencia nos puede enseñar para diseñar programas más adecuados. Muchas personas se estarán pensando que aun así seguro que no iban a funcionar con estas personas, y nuestra reflexión sería si hasta ahora se ha actuado de la misma manera y no se obtienen resultados deseados, quizá es hora de trabajar con un cambio de lentes para valorar otras opciones.
LA JUSTICIA RESTAURATIVA TENDRÍA CABIDA
Hace un par de años surgió una noticia en la que se había realizado unos talleres de justicia restaurativa precisamente en la cárcel de Herrera de la Mancha, donde está este señor y su resultado fue nefasto. Se hizo con ofensores conocidos en los que se filtró su no reconocimiento del daño, incluso su clara falta de empatía. Esto no implica que la justicia restaurativa no pueda usarse, lo que significa que debe realizarse con cautela, con personas preparadas y formadas (no voluntarios sin formación) y con un programa individualizado y adecuado. No se puede trabajar con un grupo de presos en los que hay personas con diferentes delitos y algunos de ellos claramente con algunas psicopatías. Se debe hacer una buena selección del grupo y del programa a aplicar. Porque un manual te puede servir para condenados a medidas alternativas pero no para privados de libertad y de delitos muy graves.
Por esto es conveniente que los facilitadores de la justicia restaurativa colaboren con criminólogos y psicólogos para buscar adaptar los programas restaurativos y no restaurativos a las personas con las que se va a trabajar. Si para el programa reconexión (en el que trabajamos durante los años 2019 a 2021) era importante que los privados de libertad hubieran realizado antes algún programa de tratamiento, para esta clase de ofensores es todavía más importante, siendo el posible programa restaurativo casi el punto final de este proceso de ayuda a la reinserción.
Respecto de cómo usar la justicia restaurativa, tenemos que pensar que no todo lo restaurativo se reduce a la reunión conjunta con la víctima, y que en estos casos, lo más restaurativo no será esta reunión conjunta. Pero si podemos trabajar de forma individual con estas personas para favorecer un proceso de responsabilización, siemprereiteramos, en cooperación con otros profesionales. Sabemos que causa decepción si no hay encuentro conjunto que vender, pero es importante entender que no todo se reduce a esto, en estos programas restaurativos se necesita tiempo (no se puede ir y en la primera sesión empezar a hablar de que es justicia, víctimas, etc.). Primero se necesita ganar confianza y que en base a esta confianza las personas puedan hablar y también se necesita tiempo puesto que las prácticas restaurativas que se pueden usar son complejas.
No se trata de dar una charla en círculo, sino se trata de generar círculos (con una estructura determinada) y que las personas vayan generando estos espacios para hablar.
Además lo conveniente es unir estas prácticas restaurativas con otras no restaurativas sino más bien terapéuticas, necesitaremos de profesionales de la salud para que puedan testar si realmente existe un avance. Daniel Reisel del que ya hemos hablado, pone testimonios de víctimas a las personas con las que trabaja, y después realiza resonancias en las que ve cierta evolución en su cerebro, en concreto en la amígdala. Puede ser un proceso lento, pero estamos convencidos que puede merecer la pena para no encontrarnos con el día que en que los mástemidos asesinos salgan de prisión y nos digan que no se ha realizado ningún esfuerzo de reinserción por su parte.
CONCLUSIONES
Los programas de tratamiento deberían dejar de concebirse como compartimentos estancos, y como manuales del usuario. Además es hora de desterrar la idea de que solo la reinserción se puede lograr por los psicólogos. Al contrario de lo que pueda parecer el delito es un conglomerado de circunstancias personales, sociales, culturales o heredadas que influyen y determinan que una persona se decida a delinquir por eso, el enfoque debe ser multidisciplinar e individualizado. Además la justicia restaurativa puede servir de ayuda para generar este proceso de no querer volver a dañar a otra persona, siempre con las precauciones que corresponden en estos casos de más gravedad y entendiendo que esta justicia restaurativa es mucho más que lo que nos están vendiendo estos últimos años. En todo caso, deberíamos también contar con medidas de tratamiento post penitenciarias no para limitar derechos de las personas que salgan de prisión sino para prevenir que dentro de la cárcel cuenten con apoyo y tratamiento y de repente al salir se vean solos y sin apoyos. Estas medidas tras su salida pueden servir para escuchar sus necesidades, valorar los retos a los que se enfrentan y poder buscar apoyos en este camino hacia la reinserción en otros profesionales. Los círculos de apoyo y seguimiento (una herramienta de la justicia restaurativa) pueden servir para que cuando vayan saliendo si voluntariamente lo desean puedan participar con otras personas que han cometido delitos similares y puedan al menos construir comunidad con este grupo (si no tienen otros apoyos fuera).
Como decimos en justicia restaurativa las relaciones sanas disuaden de cometer delitos y tener un grupo al que acudir puede marcar la diferencia. No significa que con estas ideas se solucione la reincidencia y que estas personas no vayan a volver a delinquir, ojalá fuera la panacea pero lo que está claro es que si hasta ahora lo realizado no ha tenido éxito en la reinserción de ofensores más violentos, nuestra obligación es intentar otras opciones como dice la frase atribuida a Einstein “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.