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Hace unos días asistimos a un atentado contra Donald Trump, esto sería algo inaudito si no fuera porque vivimos en un mundo convulso en el que la crispación política tanto dentro como fuera de nuestras fronteras se está traspasando a la sociedad.

A pesar de que se apuesta por la justicia restaurativa y las fórmulas de pacificación para lograr una mejor convivencia de los ciudadanos lo cierto es que el clima político no está favoreciendo la cohesión social. Nos estamos polarizando y ya no hay puntos intermedios, no hay nada más que visitar la red social X antigua twitter para ver esta polarización y el crecimiento del odio gratuito entre personas que no piensan igual. La pregunta sería ¿qué nos está pasando? ¿Está influyendo el clima político?

JUSTICIA RESTAURATIVA COMO MOVIMIENTO SOCIAL

Como he dicho en alguna ocasión la justicia restaurativa surgió para construir, fortalecer o reparar comunidad. Generalmente nos centramos en la parte de reparar comunidad, y  es que actualmente cuando pensamos en justicia restaurativa nos viene a la mente la que se realiza cuando alguien sufre un delito y como fórmula para reparar o mitigar el daño causado. Sin embargo, esta justicia tiene el potencial de ir un poco más allá , de prevenir los daños y con ello fortalecer a la comunidad.

En ocasiones, se piensa que la palabra justicia debería dejarse solo para el ámbito penal y aplicada exclusivamente cuando se comete un delito que genera  daños y hace que surjan necesidades. Sin embargo, el elemento justicia no se debería perder  en ningún caso, tal y como decía Zehr,  porque al final lo que se trata es de honrar con nuestras relaciones y si hemos dañado a otra persona reconocerlo y asumir como algo lógico nuestra voluntad de mitigar este dolor que hemos causado. Es decir desde que nos relacionamos podemos dañar a otra persona y comprometer a la comunidad, por eso sería aplicable la justicia restaurativa.

De esta manera la justicia restaurativa tendría funciones preventivas y educativas con el propósito precisamente de fortalecer los lazos entre los diferentes miembros de la comunidad, justo algo que creo en estos momentos no está pasando.

Se trataría de pensar en la justicia restaurativa como movimiento social. Para explicarlo, voy a recurrir  a Fania Davis, quién utiliza una metáfora para referirse a esta conceptualización: “Siempre he visto la justicia restaurativa como un movimiento social, un esfuerzo colectivo poco organizado pero sostenido, compuesto por una gama de individuos y grupos que buscan transformar las estructuras sociales, las instituciones y los individuos. La sanación del daño interpersonal requiere un compromiso para transformar el contexto en el que ocurre la lesión: las condiciones e instituciones sociohistóricas que están estructuradas precisamente para perpetuar el daño.

Este compromiso puede significar ver la justicia restaurativa no sólo como la sanación del daño individual, sino también como la transformación de las estructuras sociales y las instituciones que son en sí mismas proveedoras de daños masivos”.

Después de leer esta explicación de Fania Davis muchos pensaran que esta forma de conceptualizar la justicia restaurativa es aplicable en contextos de crímenes internacionales,  más concretamente junto con la justicia transicional o incluso en situaciones de vulneración de derechos humanos, homofobia, xenofobia…¿Pero y que tiene que ver con lo que estoy hablando?

Todo está relacionado al fin y al cabo el clima de violencia, odio y crispación que se extiende en los ciudadanos tiene su base en las estructuras del estado, en el sistema y en los discursos de las personas que ocupan los cargos en este sistema.  Como ciudadanos deberíamos empoderarnos (de esto trata la justicia restaurativa en general y más en concreto como movimiento social) y reclamar siempre de forma pacifica que paren la polarización que están generando en la sociedad y que no solo sucede en España sino en el mundo en general.  

Para hablar de justicia restaurativa como movimiento social debemos tener en cuenta tres aspectos importantes:

Oportunidad política, lo que implica que tras algunos momentos de crisis o sistema políticos fallidas se encuentre las fórmulas para reclamar un cambio social. Este sería un momento idóneo para decir basta ya de separar y dividir a los ciudadanos.

Movilización de recursos, lo cual nos lleva a una sociedad que de forma no institucional se implique y se una para lograr un fin común. En este caso, los ciudadanos tenemos algo importante el capital humano y habría que promover la participación de todos ellos.

Un mensaje claro que transmitir, este mensaje tiene mucho que ver con una comunicación no violenta, pero no solo es eso sino que implica un cambio de mentalidad que empodere a los ciudadanos. El mensaje como he dicho sería basta ya,  queremos políticas y discursos que unan y no separen porque como sociedad funcionamos mejor si nos fortalecemos.

Para Mike Hinton se trata de poner a las personas en el corazón del sistema en lugar de los procesos y la burocracia. Esto sería un comienzo para considerar la justicia restaurativa como una visión para el cambio. Se trata de recuperar parte del poder que cedemos al estado y reclamar coherencia y políticas que nos ayuden a generar más comunidad y no nos separe.

Entiendo que esto suena sencillo desde fuera pero complicado de articularse de una forma práctica, y sin embargo, hay miles de manifestaciones al año por motivos dispares y algunos un tanto peculiares pero y ¿ si nos organizamos para solicitar coherencia a los políticos y que dejen de dividir?

Deberíamos recordar nuestra historia para no repetirla. Y sin duda, el mayor éxito sería unirnos para decirles basta ya.

Desgraciadamente la justicia restaurativa que gusta a los políticos y en general a todos los que están en el sistema es la concebida como paradigma de justicia y especialmente si hay encuentro víctima-ofensor. Pareciera que nos gusta historias con final feliz pero sobre todo si implican a terceras personas. Pero los ciudadanos deberíamos ser autosuficientes y capaces para trasladar a las personas que nos gobiernan o están en la oposición de que no somos invitados de piedra.

Estos momentos convulsos están haciendo que todo puede ser susceptible de herir sentimientos, que una inauguración de juegos olímpicos se convierta en debate sobre lo que es correcto o no y en un sinfín de comentarios sobre series o películas antiguas que en la actualidad parece que hieren sentimientos, o incluso canciones que fueron un himno para muchos adolescentes en otras épocas y  en la actualidad son casi censuradas por no ser políticamente correctas.

Con esto quiero decir que la crispación, y polarización se está extendiendo al arte y a todos los ámbitos de nuestra vida y pareciera que estamos involucionando en cuanto a derechos básicos como la libertad de expresión.

Por eso como sociedad deberíamos poder decir basta si los que aparecen en los medios no lo dicen, quizá sea el momento que lo digamos nosotros, las personas de  a pie. Y aprovechando que la justicia restaurativa está de moda y que todos parecen subirse al “carro” de esta forma de hacer justicia, es bueno recordar que hay más conceptualizaciones de la justicia restaurativa que además nos permite empoderarnos y reclamar cambios estructurales.

JUSTICIA RESTAURATIVA COMO FILOSOFÍA DE VIDA

En todo caso no podemos culpar exclusivamente al clima político nacional e internacional por los momentos de división en los miembros de la comunidad y debemos también entonar el mea culpa,  por eso sería bueno también recordar que la justicia restaurativa puede ser también conceptualizada como  forma de vida y así Barb Toews nos dice los siguiente “Creo que el compromiso de un individuo con la justicia restaurativa promueve la transformación social.  Cuando un individuo vive restaurativamente, él o ella vive de una manera que construye relaciones y promueve el bien común. Ese enfoque cambia la forma en que las personas se relacionan.  A medida que esas relaciones se influyen entre sí, la red de relaciones comienza a recrearse.  Esta recreación promueve sociedades iguales, justas y mutuamente responsables.  En una sociedad restaurativa, todos tienen acceso a seguridad, poder, relaciones, seguridad financiera, atención médica, educación y oportunidades significativas para el empleo y la recreación.  Sin embargo, una persona no puede obligar a otra persona o sistema a cambiar.  Hay momentos en que la promoción organizada es necesaria para alentar la transformación.  La defensa restaurativa ocurre cuando las personas y organizaciones comprometidas con la justicia restaurativa se unen para transformar sistemas, no solo individuos o relaciones interpersonales.  La transformación del sistema que buscamos respeta las experiencias y necesidades de todos y cada uno de los participantes de la justicia.  Vivir los valores de la justicia restaurativa es una elección individual que tiene el potencial de crear una sociedad restaurativa”

La justicia restaurativa como filosofía de vida nos recuerda que todos estamos relacionados y lo que hacemos afecta los demás igual que lo que hacen los demás nos afecta a nosotros directamente. Esta forma de entender la justicia restaurativa no es excluyente de otras conceptualizaciones y como podemos ver de este texto de Toews si vivimos de acuerdo con los valores restaurativos podemos aspirar a transformar los sistemas . Con esta afirmación  estamos ya entendiendo que como forma de vida y como movimiento social, la justicia restaurativa nos ayuda a cambiar, a responsabilizarnos, a intentar mejorar y reparar el daño no solo que se causan a las personas sino el daño que nos causan y nos estamos causando como sociedad.

Se trataría por tanto de entender que todos tenemos derechos pero también responsabilidades y como grupo, como sociedad debemos asumirlas. Es muy loable animar y promover para que las personas que cometen delitos asuman el daño que causan y quieran repararlo, pero como comunidad también debemos comenzar a responsabilizarnos por mejorar el mundo en el que vivimos.

Sé que todo esto suena utópico pero la utopia es lo que nos hace avanzar justo lo que necesitamos para no involucionar como parece que está sucediendo.

CONCLUSIONES

Es fácil comprender que todo el que daña a otra persona debe ser ayudado a entender el impacto de sus acciones y promover un compromiso de reparar este daño o mitigarlo. Pero entender que existen daños que generan desigualdades, promueven la violencia, la separación y la división de los ciudadanos  y que debemos asumir la responsabilidad para erradicar o transformar estos daños estructurales es mucho más complicado. Solemos pensar que esto es obligación de papa estado, y sin embargo, en ocasiones precisamente es necesario retomar parte del control y exigir una transformación de estas estructuras que perpetúan estos daños y este clima de continua crispación.  No se trata de revoluciones violentas sino de dar ejemplo y marcar la diferencia de cómo queremos  caminar como comunidad.




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