Con los nuevos tiempos, las viejas modalidades delictivas se han ido adaptando a la denominada era digital, transformando la antigua amenaza, la mayoría de las veces presencial y, por consiguiente, de autor conocido, en la nueva amenaza a través de internet; donde en una falsa apariencia de impunidad por anonimato parece que todo puede valer.

¿Cómo actuar ante una amenaza?

La primera y más sencilla opción, y a la que denominaremos “interna”, consiste en una denuncia a través de la misma plataforma desde la que se ha vertido la amenaza, “donde comunicaremos a los administradores la actitud de ese usuario y éstos tomarán las oportunas medidas”, asegura el abogado de ARAG, Gonzalo Oriente.

Esta opción, según Oriente, debería reservarse sólo para aquellos casos en los que la amenaza sufrida no tiene entidad suficiente o, y no deja de ser comprensible, no se quiere continuar con un procedimiento muchas veces ingrato. Si bien conviene tener claro que dicha denuncia no tendrá trascendencia jurídica.

Si por el contrario la amenaza sufrida tiene entidad suficiente y sobre todo queremos “externalizarla” en contraposición con la denuncia a los administradores que hacíamos mención, deberemos presentar denuncia ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Es importante haber guardado mediante copia de seguridad o similares, la amenaza sufrida en nuestro dispositivo, con el objeto de poder acreditarla, si así lo determina la autoridad judicial. Pero también es recomendable guardar las pruebas que tengamos, por ejemplo, las capturas de pantalla del móvil. Será así como comunicaremos el hecho delictivo al juzgado dando así lugar a la incoación del preceptivo delito leve de amenazas o procedimiento por diligencias previas.

Una vez allí dejaremos en manos del Ministerio Fiscal o el abogado particular la defensa de nuestros intereses, en busca de poder determinar el autor de la amenaza y pedir por consiguiente amparo judicial.