¡¡¡Ring!!!
¿Es el Juzgado?
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¿Está el juez? ¡Que se ponga…!
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Sr. Juez, le llamo desde el cementerio…
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No, no, no se preocupe… No hay ningún asesinato… Es por otro tema mucho más importante… Verá usted… Los muertos hemos decidido por unanimidad presentar una denuncia contra la ministra de las carreteras…
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¡Sí hombre!, la que es responsable de las carreteras… ¿Fomento? No sé si fomenta o no…, pero de lo que se trata es de denunciarla porque está cometiendo un crimen horrible…, tanto que en el cementerio ninguno de los muertos recuerda haber cometido crimen semejante…
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¡No puede ser más criminal esa ministra! Pues no se le ocurre otra cosa que apagar las luces de las carreteras dejando a oscuras a los pobre cochecitos… que se estrellan sin remedio… y quedan completamente aplastados, con los cristales rotos, las ruedas reventadas…, cuando no destrozados en los barrancos…
Y, ¿sabe usted?, cuando la muerte acude a cumplir con su trabajo, se encuentra a los pobres cochecitos deshechos, llorando, echando aceite y gasolina por todas las tuberías, doliéndose de sus destrozos, gritando que no quieren ir a los desguaces porque allí los matan y los convierten en chatarra… ¡Y la muerte no puede soportar tanto sufrimiento! Y de tanto sufrir la muerte, ayer, llegó al cementerio en un estado lamentable, pálida, demacrada, llorando como nunca la habíamos visto llorar…, casi no pudo firmar las defunciones de los muertos que traía… Y…, casi se nos muere…
¡Y esto no, señor juez!, no vamos a consentir que porque la ministra sea una rácana, los pobre cochecitos acaben destrozados y la muerte que es muy sensible con eso, esté a punto de morir… Por tanto, todos los muertos queremos denunciar el comportamiento miserable de la ministra de las carreteras… para que usted que es un hombre justo la meta en la cárcel, en una celda oscura…, para que se entere de lo que vale un peine…
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¡Gracias señor juez!, cuando venga para el cementerio, todos los muertos se lo agradeceremos eternamente….
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