Llega al mercado editorial una novedad de la mano Abel Marín, que debuta como escritor en el área de ficción. Abel es abogado y director del despacho Marín & Mateo Abogados y en temas jurídicos es autor de la obra "Protege tu herencia".
"Tragando Sapos" es el título del libro con el que Abel Marín salta a la ficción, un thriller político que se sumerge en el oscuro y turbulento mundo de una España al borde del colapso. En Lawandtrens nos apasiona hablar con los compañeros y compañeras que dan el salto a la ficción y, por ello, hemos compartido unos momentos con Abel en la entrevista que os transcribimos.
Abel, en tu nueva novela, más allá de contar una historia que atrape al lector, parece que tienes una intención clara de que reflexionemos sobre temas clave. ¿Cuál es tu propósito como autor?
Mi objetivo principal siempre ha sido que el lector disfrute y se sumerja en la historia, pero también que, al cerrar el libro, se lleve consigo preguntas, dudas y, quizá, nuevas perspectivas sobre temas que forman parte de nuestra vida cotidiana. A través de la narrativa, intento abordar cuestiones complejas que, de algún modo, nos afectan a todos, como las relaciones personales, la economía, la política o incluso nuestras propias creencias. Es una invitación a pensar y cuestionar sin imponer respuestas, solo dejando que la historia y los personajes hablen por sí mismos.
Uno de los aspectos que más destacan los lectores de Tragando Sapos es cómo retratas inseguridades personales tan universales como los celos, la sensación de fracaso o la percepción de que el mundo no te da lo que crees que mereces. ¿Cómo lograste ese nivel de realismo en la narrativa?
Creo que todos, en mayor o menor medida, llevamos dentro un cúmulo de inseguridades que intentamos gestionar como podemos. Algunas las disimulamos, otras nos controlan, y a veces ni siquiera somos plenamente conscientes de ellas. Lo que intenté con la novela fue plasmar estas emociones de una manera honesta, sin artificios, porque son experiencias profundamente humanas.
Por ejemplo, los celos no siempre son el producto de una relación romántica; pueden surgir del trabajo, de nuestras relaciones sociales, incluso de cómo nos comparamos con versiones ideales de nosotros mismos. Escribir sobre estos temas me llevó a explorar mis propias inseguridades y a tratar de entender cómo funcionan en los demás. Creo que los lectores se identifican porque, en el fondo, nadie vive la vida que imaginó o deseó, y ese desencanto es una herida que todos compartimos, aunque rara vez lo admitamos.
En la novela parece haber una reflexión implícita sobre cómo cada pequeño paso que damos, incluso en medio del descontento o la frustración, puede cambiar el rumbo de nuestra vida. ¿Es algo que has experimentado personalmente o que quisiste transmitir conscientemente?
Absolutamente. Estoy convencido de que nuestras decisiones, incluso las más pequeñas y aparentemente insignificantes, tienen el poder de transformar nuestra vida. Pero muchas veces, ese potencial queda oculto detrás de nuestras frustraciones o de la sensación de que ya no podemos cambiar nada.
En la novela, los personajes enfrentan este dilema constantemente. Algunos se quedan atrapados en esa rueda de insatisfacción, mientras que otros, quizás de manera torpe o desesperada, intentan dar un paso en una dirección diferente. Quería mostrar que, aunque la vida no sea la que planeamos o deseamos, siempre existe la posibilidad de redefinirla. Pero para hacerlo, hay que atreverse a dar ese siguiente paso, aunque no sepamos exactamente hacia dónde nos llevará.
Creo que esta idea conecta con los lectores porque todos hemos sentido, en algún momento, que el mundo no nos trata como creemos que debería. La pregunta es: ¿qué hacemos con esa sensación? ¿Nos dejamos arrastrar por ella o intentamos cambiar el rumbo? Eso es algo que la novela invita a explorar, no desde un punto de vista idealista, sino con el realismo de las dudas y contradicciones que todos llevamos dentro.
Uno de los temas que mencionas es la legislación de violencia de género. ¿Por qué decidiste abordar este tema?
Quería explorar algo tan humano y complejo como las relaciones de íntimas, la culpa y la percepción social desde varios ángulos. Por eso creé personajes como Verónica, Eva, Sergio y José Miguel, que funcionan como espejos entre sí.
No es una crítica directa a la legislación, sino una forma de plantear preguntas: ¿cómo influye esta normativa en nuestra forma de relacionarnos?, ¿es realmente efectiva o genera nuevos conflictos? Lo importante es que el lector saque sus propias conclusiones. Como no creo en la perfección, opino que todo puede perfeccionarse, pero antes debemos detectar los fallos.
También hablas sobre el dinero y cómo lo percibimos. ¿Qué querías transmitir en este aspecto?
El dinero es una ilusión, un pacto fiduciario basado en confianza, pero también en fragilidad. En realidad, no es más que una anotación en cuenta, ahora convertida en bits, sin electricidad desaparecería el 99% del mundo. Quería que el lector se detuviera a reflexionar sobre algo que damos por sentado, pero que, si lo miramos con atención, puede ser realmente inquietante. Vivimos en un sistema que imprime dinero a base de deuda pública para que las Administraciones Públicas, los Estados paguen servicios que prestan, no como mucha gente cree, y esto tiene implicaciones profundas que rara vez cuestionamos.
Otro tema importante en tu obra es la inflación. Incluso mencionaste que una lectora argentina lo vio como una novela histórica.
[Ríe] Es curioso, porque para mí era una forma de explicar la inflación desde la perspectiva de quienes la sufren de verdad. La mejor manera de entenderla es mostrar sus extremos: la hiperinflación. Esto es algo que sociedades como la argentina o venezolana viven en carne propia, y quería que ese aspecto de la economía fuera parte del trasfondo de la historia, para que el lector pudiera entender su impacto real, no solo teórico.
La política y los perfiles psicológicos de quienes ocupan esos espacios también son parte importante de tu narrativa. ¿Qué buscas expresar?
Mi intención no es demonizar a los políticos ni a los sindicalistas, pero sí mostrar las contradicciones de quienes viven dentro de estos sistemas. Por ejemplo, Virginia refleja ese miedo a perder su modus vivendi, algo común en los políticos profesionales, que muchas veces no saben hacer otra cosa y dependen completamente de su posición de poder. Esto genera dinámicas que pueden derivar en totalitarismos, ya que hay miles, incluso millones de personas, que se benefician directamente del sistema. No es una crítica individual, sino una reflexión sobre cómo funcionan estas estructuras.
Finalmente, mencionas que querías tratar la presunción de inocencia y la autocensura. ¿Por qué crees que estos temas son relevantes hoy en día?
Estamos en una etapa donde la censura y la autocensura están más presentes que nunca. A veces no podemos expresar lo que realmente pensamos por miedo a las consecuencias sociales, políticas o legales. Por eso elegí a Sergio como vehículo para contar esta historia. Él es un personaje imperfecto, lleno de matices, y me permitió mostrar que ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos. Al final, lo que quería expresar es que todos, en mayor o menor medida, estamos atrapados en una narrativa que no siempre refleja la verdad, y es ahí donde debemos empezar a cuestionar.
Qué esperas que los lectores se lleven al leer esta novela?
Quiero que disfruten de la historia, que se diviertan, y como creo que les va a impactar, que lo aprovechen para detenerse a pensar, a cuestionar. Si un lector termina el libro y siente que ha visto el mundo con otros ojos, aunque sea por un momento, habré cumplido mi objetivo como autor. Al final, no se trata de dar respuestas, sino de abrir caminos hacia nuevas preguntas, caminar con los zapatos de otros.
Tragando Sapos no es solo una novela, es una invitación a mirar más allá de lo evidente, a enfrentar las contradicciones de nuestro mundo y a reflexionar sobre nuestra propia realidad. Abel Marín lo deja claro: la literatura puede y debe ser un espacio para cuestionar, debatir y, quizá, empezar a cambiar lo que no nos gusta del mundo.
Tragando Sapos es un thriller político que te sumergirá en el oscuro y turbulento mundo de una España al borde del colapso. En un país donde la corrupción y la crisis económica han desbordado todos los límites, Sergio, un hombre atrapado entre su pasado y un futuro incierto, se enfrenta a decisiones que pondrán en riesgo su vida y la de aquellos a quienes ama.
Cuando la moneda del país se devalúa y la inflación se dispara, Sergio se ve envuelto en una peligrosa operación de canje de divisas con criminales internacionales. Mientras intenta escapar del caos, descubre que nadie es quien parece ser, ni siquiera él mismo. Verónica, una mujer marcada por su pasado, y Aitana, su hija pequeña, se convierten en su único ancla en una realidad que se desmorona a su alrededor.
Pero no es solo el dinero lo que está en juego. Relaciones destructivas, traiciones y el crimen organizado acechan en cada esquina, mientras Sergio lucha por mantener su humanidad intacta. La duda y el miedo lo persiguen, mientras se debate entre su deseo de proteger a los suyos y la necesidad de huir de una vida que parece haber perdido todo sentido.
En este suspense psicológico cargado de acción y dilemas morales, la línea entre el bien y el mal se desvanece, dejando a los personajes y al lector en un terreno peligroso y lleno de incertidumbre.
¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para sobrevivir en un mundo donde los valores han perdido su significado?
Tragando Sapos es una novela que te atrapará desde la primera página y no te soltará hasta el sorprendente desenlace.
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