Por el otro, esta exigencia de la transparencia procede de distintos grupos de interés: del ciudadano, del usuario o cliente, del consumidor, del partner, de asociaciones, de los medios de comunicación, de las instituciones… No hay diferencias: todos los stakeholders reclaman, en mayor o menor medida, transparencia a las empresas, a las organizaciones o a los gobiernos en el ejercicio de su actividad diaria. Un marco que, en lo que respecta a la relación con los medios de comunicación, obliga a que seamos más proactivos, abiertos y honestos. Y a todo ello hay que sumar las ciberamenazas, que nos presentan un futuro incierto por la desprotección de los datos, y el cibercrimen, con todo tipo de delitos digitales. Ambos aspectos están creciendo, tanto en términos de su prevalencia como de su potencial disruptivo, tal y como recoge el último Informe Global de Riesgos 2018 del World Economic Forum.
Cabe destacar que entre el top global de los cinco riesgos por probabilidad este año ya se sitúan en el puesto tercero los ataques cibernéticos y en el cuarto, el fraude o robo de datos, que inciden directamente en los niveles de transparencia de las compañías. El crecimiento vertiginoso de la desinformación, noticias falsas, rumorología obliga a estar en modo permanente, monitorizando la actualidad y a tener capacidad de reacción para actuar y comunicar ante mentiras y sesgos informativos o medias verdades. “Accedemos a un gran volumen de información sin poder digerir los datos cuando miles de nuevas noticias reemplazan a las que las redes nos acaban de servir. Es la misma hiperconexión que ha vuelto a la sociedad hipervulnerable a la desinformación, a los bulos, los rumores y a todo tipo de ciberataques”, señalan Iván Pino, Socio y director senior del Área Digital, y Luis Serrano, Líder global del Área Crisis, en LLORENTE & CUENCA, en el artículo “El nuevo paradigma de la comunicación de crisis y riesgos”, en la revista UNO 31.