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Juan Gonzalo Ospina, Diputado del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid

Acaba de publicar “El abogado líder” (Aranzadi), es el Diputado más joven de la Junta de Gobierno del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, dirige su propia firma y es un entusiasta de la comunicación que se ha propuesto volcar sus primeros años de experiencia profesional en un manual “para ayudar a los compañeros que están empezando”. Hablamos con Juan Gonzalo Ospina del presente y el futuro de la Abogacía.

 

  • ¿Algo está fallando en la formación y en el sistema universitario que se encarga de preparar a los abogados?

  • A mi modo de ver existe una gran brecha entre la educación superior y la realidad cotidiana que termina imponiéndose en la aplicación y el desarrollo práctico de nuestra profesión. No son pocos los compañeros que han estudiado la carrera de Derecho y que al finalizarla se encuentran sin saber exactamente a dónde ir o cómo iniciarse (¡qué duros los primeros pasos!). Y como resultado de esta situación, algunos optan por opositar, con todo el esfuerzo y sacrificio que conlleva, y aún no alumbrándose ellos una verdadera vocación en el camino que finalmente se ven impelidos a transitar. Precisamente desde estas páginas me propongo compartir y transmitir la pasión que un abogado puede llegar por a sentir por su quehacer y por su misión.

  • ¿Por qué ser abogado?

  • Los abogados somos una herramienta clave para la sociedad. Nuestras principales labores se podrían resumir, en ir a juicios, atender clientes, prepararnos casos leyendo jurisprudencia y hasta en casos determinados visitar comisarias. Es decir, la principal labor del abogado es que se aplique y cumpla la ley. Haciendo un análisis más profundo de nuestras labores vemos que tenemos en nuestras manos todas las facultades para hacer valer la justicia.

 

  • Insiste usted en la importancia para el abogado de crear su marca personal…

  • Toda persona, por el hecho de serlo, tiene su imagen y reputación, su honor y su fama. En una sociedad abierta y de mercado, la marca personal es fundamental. Es como el corcho que te hace permanecer a flote o el plomo que te puede hundir. Partiendo de esta base, tenemos la obligación de cuidar constantemente nuestra imagen, pues va estrechamente conectada con la opinión que causaremos en los demás. No somos otra cosa que aquello que proyectamos. De la misma manera que cuando pensamos en un objeto de lujo nos vienen a la mente una serie de marcas, a nuestro cliente le ocurre lo mismo cuando piensa en abogados con una amplia y exitosa carrera profesional. Si bien el éxito de un letrado no siempre va ligado a una larga carrera profesional, lo cierto es que es aún mayor cuando perdura en el tiempo.

  • Se llega a decir en el libro que el marketing jurídico, sin la búsqueda constante de la excelencia, no sirve de nada. Es una cáscara vacía…

  • El afán de superación constante y la búsqueda de una mejora del servicio que se ofrece día tras día es algo, en mi opinión, irrenunciable e innegociable. Son los pequeños detalles los que marcan la diferencia.

 

  • ¿Qué le dirías a un joven abogado que esté leyendo esta entrevista?

  • En esta profesión has de ser inconformista, humilde pero inconformista. No olvides que sin clientes no es posible ejercer nuestra profesión. ¡Cuídalos! Tampoco obvies que sin derecho no podemos hacer valer una solución jurídica al problema del justiciable. La formación continua, no solo a nivel académico sino también en el ámbito personal, es fundamental para hacernos nuestro sitio. Que nunca te pase por alto que con un gran número de reformas a nuestras espaldas hemos, sí o sí, de estar actualizados.




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