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Tu reputación depende de tisólo de ti y no eres ajeno a tener una reputación online. La tienes ya, aunque no hagas nada porque eso mismo está hablando de ti o porque lo están haciendo los demás. ¿Qué aparece si pones en el buscador Google tu nombre, el de tu bufete, el de tu competencia más directa? ¿Lo que te devuelve es acorde con tu identidad, con la imagen que tienes de ti y la que quieres proyectar hacia los demás? ¿Recoge este sencillo y simple hecho tu actividad profesional como te gustaría? ¿Contribuye a la consecución de tus objetivos? ¿Has pensado alguna vez en todo esto?

Las organizaciones y las personas vivimos un momento de adaptación digital y esta transformación en la manera de vivir y de trabajar, tanto en procedimientos como cultural, lleva a plantearnos la necesidad estratégica de nuestra presencia en Internet. Es una cuestión de supervivencia y hay que ser ágil en asumirlo. No es una moda. No es algo para unos pocos o para determinadas profesiones o sectores de actividad. Es una realidad que nos afecta a todos. Algo que vas a tener que asumir y ver cómo lo afrontas, de manera profesional, personal, y de manera corporativa las empresas en el desempeño de su actividad.

Tu identidad, que es un todo, ya no es ajena a lo online. La vida cada vez transcurre más ligada a Internet y es más móvil. La realidad es que asistimos a la convivencia de dos tiempos: quienes ya están inmersos en trabajar su reputación en Internet y quienes todavía ni se lo han planteado, o no saben qué hacer y por dónde empezar, o han dado unos primeros pasos pero sin constancia y una estrategia definida, sin una metodología de presencia, sin claros  objetivos y  definición de canales a emplear.

Lo que no se comunica no existe. Puedes ser un gran profesional avalado por una larga trayectoria, pero en el mundo en el que nos desenvolvemos ya no se puede ser/estar ajeno a la presencia online que se tiene. Y, si esta es nula o escasa que sea porque lo has decidido de manera consciente y asumiendo lo que ello implica. No digamos si lo que aparece contribuye generar mala imagen o puede llegar a perjudicar y ser un riesgo. Hay que empezar por escuchar, por monitorizar, qué está pasando, de qué se está hablando, qué dicen de mi o aparece en la Red. ¿Lo sé?

¿Qué consideramos buena reputación en un mundo hiperconectado, en conversación e interactividad constante? Nos manejamos en percepciones y por referencias. Siempre ha sido así, pero hoy el impacto de la opinión de los demás está relacionado con el contexto online y su poder de influir. Ahora hay que incorporar el hecho de que quienes antes tengan claro por qué estar en Internet, con qué presencia hacerlo en función de sus objetivos y desarrollen una táctica de posicionamiento digital y social media sostenido en el tiempo estarán en mejores condiciones de ser más competitivos. Es un área que se debe integrar de manera natural.

El éxito, el prestigio, está ligado a una buena reputación; el tenerla facilita generar confianza, la seguridad en el ejercicio de la actividad y, por tanto, mayores posibilidades a la hora de ser escogido como profesional o como despacho. ¿Cómo lograrlo? ¿Por dónde empezar? Los ratios financieros y/o de productividad no son los únicos que marcan el ranking de reputación en el nuevo entorno donde las fronteras entre la comunicación y el marketing son cada vez más difusas. Cada vez es mayor el peso de la conversación social e imagen colectiva e individual que se genera en internet en diferentes contextos: foros, comentarios, noticias, contenidos de blogs, redes sociales, artículos, documentos, imágenes, vídeos… ya que modela la realidad, percepción e imagen. Y es algo vivo y en constante cambio.

La razón es el disruptivo hecho de la conexión global con Internet y la aparición de herramientas que prodigan el contacto y la conversación potenciando de manera exponencial generar presencia e impacto en opinión. No es cuestión de tener una página web o de abrir uno u otro perfil social, es cuestión de entender y asimilar queello forma parte de ti”, de tu identidad, que tu presencia (o tu ausencia) online, no son aspectos diferenciales de ella y, por tanto, que debes cuidarlos.

Me suelo encontrar con profesionales con miedo a asumir que, lo quieran o no, sí, son una marca: somos personas con una serie de características únicas que nos definen y nos posicionan en el contexto no solo offline sino también online. Que su reputación es la suma global de aspectos tangibles e intangibles y que no son compartimentos estancos sino cada vez más interrelacionados y dependientes. Hoy día todos somos generadores de información (sí, tú también). Nadie escapa a esa realidad ¿La vas a desaprovechar?

Quienes lo tienen ya asumido y claro buscan rentabilizar al máximo su tiempo y dedicación a su presencia proactiva online. La mayoría de las empresas y de las personas particulares elige a su abogado/bufete por recomendación (33%), relación histórica (23,3%) o por amistad (18,4), según el recién publicado primer informe en España de experiencia en usuarios de los clientes en grandes bufetes realizado por Brain Trust para IE Business School. Pero de igual forma asoma el hacerlo vía directorios/rankings jurídicos (7,8%) o por su página web (1%). Al final hay que resultar confiable y creíble en la valía y recursos para dar servicios y en ello cuenta cada día con más peso el contenido y la conversación que se genera en el plano online.

Piensa en todo esto. Tómate un tiempo para reflexionar y decidir qué quieres tu como profesional, qué quieres para tu despacho. Cómo quieres ser percibido y cómo el ámbito online puede contribuir a ello. Está en tu mano actuar y hacerlo de manera consciente. A partir de tu decisión podrás empezar a construir una presencia coherente, constante y que contribuya a generar tu mejor reputación. Tu eReputación. ¿A qué esperas?




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