Fundación Aranzadi LA LEY y Esade Law School han celebrado la tercera edición del curso 2023/2024 (43ª de la serie) de los Encuentros Profesionales, que se ha enfocado a ‘¿Cómo va a impactar la inteligencia artificial generativa en la relación abogado – cliente?’. El acto ha contado con la participación de Jose Luis Barceló, director de la Asesoría Jurídica de Ilunion, Beatriz Hoya, directora de New Law y coordinadora del Hub Legal en PwC Jurídico y Fiscal, y Cristina Retana, directora de Contenidos e Innovación de Aranzadi LA LEY.
Cristina Sancho, presidenta de la Fundación Aranzadi LA LEY y Eugenia Navarro, profesora de Estrategia e Innovación de Esade Law School, han moderado la charla, centrada en cómo la Inteligencia Artificial Generativa ha revolucionado el panorama legal y el futuro de la práctica jurídica, cómo está transformando la relación entre abogados y clientes, y cómo afectará a las estructuras de las firmas y departamentos legales empresa.
Un cambio de paradigma
Para los ponentes la irrupción de la Inteligencia Artificial generativa ha supuesto un punto de inflexión en la forma de trabajar de los abogados y un cambio de hábitos, no sólo en el ámbito legal. “Nunca antes la tecnología había sido tan accesible; esto, unido a la apariencia humana de la IA generativa, la eficiencia en las tareas mecánicas supone un cambio de paradigma y hace de ella un copiloto perfecto para el abogado, que puede guiar y tutelar ciertas partes de un proceso”, destacó Retana. En el mismo sentido, Barceló señaló que en Ilunion utilizan esta tecnología “en todas las áreas indiscriminadamente: generación masiva de contratos tipo, procesal, análisis sofisticado de Jurisprudencia o cumplimiento, entre otros”.
El valor de la empatía en la relación abogado – cliente
Uno de los principales debates en este nuevo entorno es si la Inteligencia Artificial Generativa será capaz de suplir la profesión de la abogacía. Para Barceló “la IA nunca podrá sustituir el papel del abogado, ya que la profesión se basa en las relaciones personales y la tecnología no es capaz de empatizar con los clientes. Todos nos sentimos más cómodos con abogados que empatizan y entienden, y esto no podemos encontrarlo en una máquina. Sin duda, la IA simplificará muchas tareas mecánicas, pero será un asistente inteligente, un copiloto que ayude al profesional”
Desafíos que supone la aplicación de la Inteligencia Artificial Generativa
Para Beatriz Hoya, uno de los principales desafíos es la fugacidad y constante actualización de esta tecnología. Por otra parte, “hay que distinguir entre los riesgos propios de la IA generativa (sesgos, black box o incapacidad de trazar por qué la herramienta nos ha dado una respuesta y no otra, privacidad o propiedad intelectual) de los riesgos del uso más o menos adecuado de esta tecnología”.
“Hay que ver qué regulación se hace de la IA”, destacó Barceló, que hizo referencia a “los derechos fundamentales, los ataques a la intimidad, cribados basado en sesgos que excluyan a determinados colectivos, anticipación de caracteres o perfiles, uso fraudulento, suplantación de identidad, etc.”.
Retana concluyó que “los sesgos son críticos, y las fuentes elegidas para alimentar la herramienta constituyen el primer sesgo. En Aranzadi LA LEY cubrimos esas problemáticas desarrollando soluciones en entornos securizados”. La ponente señaló la trasparencia también como riesgo, especialmente en el sector Justicia. “Para saber qué base ha servido para dar respuesta a una consulta hay dos aspectos a considerar: el contexto jurídico y la actualización de las fuentes; el grado de actualización es crítico, dado el volumen normativo que sufrimos”.
La formación, clave en la adopción eficiente de la IA generativa
“Los abogados jóvenes tienen una gran actitud, pero no vienen preparados, en el currículum no hay tecnología asociada a la profesión”, apuntó Barceló. “Nuestros juniors aprenden a programar en la compañía; saber código o cómo automatizar tareas te cambia la forma de redactar un prompt”.
Para Retana “además de IA generativa, para ejercer la abogacía es necesaria una base de conocimiento tecnológico mínimo de aplicaciones empresariales básicas, saber buscar en una base de datos, o trabajar con un software de gestión”. Hoya concluyó que “el reto es enorme ya que la tecnología impacta directamente en cómo se aprende o cómo se procesa la información; el reto es también desarrollar capacidades profesionales sin haber revisado personalmente miles de documentos, como se hacía antes”.
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