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Como colofón al VII Congreso de Derechos Humanos de la Fundación Abogacía, se ha presentado el “Decálogo de la Abogacía Española para la protección de los derechos humanos en pandemias”, un documento elaborado por un panel de expertos compuesto por figuras académicas, del derecho y de organizaciones de la sociedad civil, que analizan aspectos como la regulación legal de la gestión de pandemias, la protección de grupos vulnerables, el acceso a medicamentos y vacunas, las características del modelo sanitario, el uso de tecnología, el derecho a la información y la libertad de expresión o la cooperación internacional y la protección del medioambiente.

El decálogo tiene como objetivo ofrecer un análisis y una guía para gestionar las pandemias desde el punto de vista de los derechos humanos y “tocar los puntos fundamentales que se pueden ver afectados en la gestión de una pandemia”, según ha señalado su coordinadora, Francisca Sauquillo Pérez del Arco, presidenta de Movimiento por la Paz y Premio Derechos Humanos de la Abogacía en 2015, que ha sido la encargada de presentar el documento junto con algunos de los autores. Entre los autores que han acompañado a Sauquillo, Carlos R. Fernández Liesa, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Carlos III de Madrid, ha comenzado su intervención señalando que “el decálogo es una reflexión de esta experiencia para modificar y mejorar en la respuesta de este tipo de pandemias”. En una situación así “va a ver restricciones a derechos, por la acción del estado o por la propia situación de crisis”, por lo que ha considerado “conveniente hacer un enfoque de la pandemia desde los derechos humanos, que se ven afectados y que hay que adoptar siempre cuando hay un desastre”.

María Gálvez Sierra, directora general de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes –cuya presidenta, Carina Escobar Manero, es autora de uno de los capítulos- ha señalado que “durante esta pandemia las personas con una enfermedad previa se han encontrado en una situación de vulnerabilidad enorme”, y ha reclamado que la prevención sea “uno de los pilares de nuestro sistema sanitario, hay que proteger a las personas que ya tienen otra patología para evitar otros problemas”, ya que “la salud es trasversal, tiene que estar en todas las políticas, no puede ceñirse a un ámbito concreto porque está en las personas”.

José Miguel Rodríguez-Pardo, presidente de la Escuela de Pensamiento de la Fundación de la Mutualidad de la Abogacía y autor de otro de los capítulos, ha señalado para su elaboración se ha analizado “lo que ha ocurrido durante la pandemia e intentar que no se vuelvan a repetir los errores”, que se garanticen los derechos de las personas mayores, incluyendo “un derecho que no se percibe bien que es el derecho a la intimidad en la residencias”. “No es tanto reformular las leyes sino hacerlas cumplir”, ha concluido.

Finalmente, Carles McCragh, vicepresidente de la Fundación Abogacía ha cerrado la mesa y el Congreso señalando que “esperemos que nunca más tengamos que hacer un Congreso basado en la necesidad de la salud pública”, y ha deseado a todos “una vida mejor y más saludable, para un mayor respeto de los derechos humanos y de las personas”.

Salud y personas mayores: necesidades y cuidados que necesitan mejorar

Antes de esta presentación, la situación de las personas mayores en España, especialmente durante la pandemia del Covid-19 y el futuro de los cuidados a los ancianos fueron algunos de los temas analizados en la última mesa del Congreso, bajo el título “Pandemia Covid-19, una alerta: ¿Cuidamos a las personas mayores en España?”.

Mª José Abraham Buades, directora general de la Fundación Edad & Vida ha lamentado que “las personas mayores siempre han sido muy invisibles en nuestra sociedad”, y ha expuesto el concepto de edadismo, una forma de discriminación que “está oculta”, pero que “afecta a todo el mundo, aunque sea de forma inconsciente” y cuya conducta hace que “se infantilice a las personas, se les nieguen servicios, prestaciones… y cierta vulneración de derechos”. Mª José Abraham ha advertido que “las medidas tomadas van a tener mucha incidencia en la salud de las personas”, y ha recordado que “todas las personas tienen que vivir con dignidad y alcanzar su máximo potencial en todas las etapas de su vida”, por lo que ha animado a “trabajar para acabar con estas discriminaciones por edad invisibles y proteger sus derechos”, ya que al final todos seremos personas mayores.

Por su parte, José Miguel Rodríguez-Pardo, presidente de la Escuela de Pensamiento de Fundación Mutualidad Abogacía, ha asegurado que “durante la pandemia hubo discriminación por edad”, no solo en España sino también en otros países. “En aquel momento, en marzo, se usó un criterio más utilitarista y se valoró a las personas en razón de la esperanza de vida que le quedaba”. En todo caso, “los grandes perdedores de este proceso de decisión han sido las personas mayores”. “La nueva economía dice que el bienestar mundial será mayor si opta por la cooperación, la ayuda y la solidaridad”, un escenario más probable con el actual estado emocional de la sociedad, ha asegurado Rodríguez-Pardo, pero se ha mostrado poco optimista en que se mantenga y que “cuando pase la pandemia, la sociedad no vuelva a olvidar a los mayores y los utilice otra vez como colchón social de la crisis económica que vendrá”.

Finalmente, César Antón Beltrán, director general del GRUPO Sergesa, ha recordado que, según la definición de la OMS, la salud “es pleno bienestar físico, mental y social, no solo ausencia de enfermedades”, algo especialmente importante a tener en cuenta en personas mayores. El reto de la sociedad está en “cómo adaptar los sistemas sanitarios y sociales a esta realidad de una esperanza de vida cada vez mayor”, a los que “hay que unir los cuidados personales a su calidad de vida, actividades de la vida diaria, y tener en cuenta que les preocupa su salud física, su nivel de autonomía, su estado psicológico relacionado con la soledad no deseada y cada vez más cómo se relacionan con el entorno”. En cuanto a lo ocurrido durante la pandemia, ha recordado que “la asistencia de atención primaria no es lo mismo en un domicilio que en una residencia y que “las residencias sanitarias no son centros de carácter sanitario. Son centros de acción social que se les autoriza servicios sanitarios dentro”. Para finalizar, ha planteado que sería bueno debatir que la sociedad tiene clara “la obligación de los padres de cuidar de los hijos, pero no tanto de los hijos de cuidar a los padres”.




Comentarios

  1. Lucía

    Nunca mejor dicho las personas mayores han sido las grandes victimas, los más vulnerables de está pandemia y no solo por la negligencia de las residencias sino por la falta de toma de acción temprana para evitar tantas muertes. Si es verdad que hubo discriminación por edad, me consta que al personal sanitario no le ha sido fácil decidir quien vive y quién no. Espero que está experiencia sirva de referente en un futuro para que no vuelva a ocurrir una cosa así nunca más

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