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Imane Rachidi

La Haya, 27 jun (EFE).- El vertido ilegal de sustancias en el suelo o el comercio ilícito de vida silvestres son delitos medioambientales, y generan millones de euros anuales de “dinero sucio” en la Unión Europea (UE), pero vincularlos con el crimen organizado es un “gran desafío” para las autoridades.

Las discrepancias legales entre países, el bajo riesgo de detección y las sanciones marginales hacen que estos delitos sean “un negocio muy atractivo para los criminales”, alertó este lunes Europol, que calcula en “millones de euros el dinero sucio” que generan “solo en la UE”.

Sigue siendo un “gran desafío” para las autoridades policiales vincular los casos de delitos medioambientales con las actividades del crimen organizado, pero este tipo de delitos atrae cada vez más la atención a medida que el cambio climático ocupa un capítulo crucial en la agenda de los responsables políticos.

“Las investigaciones policiales en toda la UE muestran que hay un componente de crimen organizado detrás de la mayoría de los esquemas de delitos ambientales”, agregó la directora de Europol, Catherine de Bolle.

La agencia europea publicó una evaluación de amenazas de los delitos medioambientales en la era del cambio climático, por la que ofrece la imagen de inteligencia “más completa hasta la fecha” sobre este fenómeno en la UE, a través de un profundo análisis de cientos de investigaciones desde 2017.

“Uno de los principales desafíos sigue siendo identificar las redes detrás de los delitos ambientales. Gran parte de las actividades delictivas ambientales son realizadas por empresas legales, lo que hace que estos delitos sean menos visibles. Los negocios suelen abrir y disolverse rápidamente y las rutas comerciales cambian con frecuencia”, lamenta Europol.

Los delitos medioambientales abarcan varias actividades que infringen la legislación ambiental y causan daños o riesgos significativos para el medioambiente, la salud humana o ambos, por lo que incluye la producción, importación, comercialización o uso de sustancias que debilitan la capa de ozono.

También lo son la recogida, transporte o eliminación inadecuada de los residuos; la explotación ilegal de una planta en la que se realice una actividad peligrosa o se almacenen sustancias peligrosas; y la matanza, destrucción, posesión o comercio de especies de animales o plantas silvestres protegidas.

LA UE: CENTRO DE TRÁFICO DE VIDA SILVESTRE

La evaluación de Europol señala hoy que la mayoría de los delincuentes son operadores de negocios legales que buscan aumentar ganancias con un negocio delictivo paralelo, y estas redes están compuestos generalmente por varios socios que operan bajo el mando de pocos líderes y se ubican lejos de las actividades delictivas.

En cuanto a las actividades delictivas, la UE, concluye, funciona como “un centro para el tráfico mundial” de vida silvestre y es el principal destino del tráfico ilegal de estas especies protegidas, así como un punto de origen hacia otros continentes.

En lo que respecta a los residuos, las redes delictivas se dirigen más hacia Europa central y oriental para traficar con los restos producidos en Europa occidental.

“Fuera de la UE, los traficantes europeos apuntan principalmente al sudeste asiático como destino de desechos plásticos ilícitos y embarcaciones al final de su vida útil, y a África para desechos de equipos eléctricos y electrónicos”, añade Europol.

Los residuos relacionados con la producción de drogas sintéticas y sus precursores son una de “las principales fuentes” de daños medioambientales de la delincuencia organizada en la UE.

El Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (EMCDDA) ya advirtió en mayo de la “expansión” del papel de Europa en la producción y el comercio internacional de drogas, y subrayó la “mayor amenaza” que plantea la innovación en los procesos de producción y los precursores químicos peligrosos para los consumidores.

Solo en 2020, nueve países europeos desmantelaron 215 laboratorios de metanfetamina.

Producir un kilo de cocaína, por ejemplo, genera 30 veces más CO2 que un kilo de granos de cacao. Cada año, la producción de cocaína lanza a la atmósfera 8,9 millones de toneladas de CO2, equivalentes a las emisiones de 1,9 millones de automóviles.

Además, la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (Onudd) señaló hoy que el volumen de los residuos de la fabricación de drogas sintéticas que suelen acabar en los mares y los ríos de los países productores es hasta 30 veces mayor que el del producto final, que se consume principalmente en Europa y Norteamérica.

La columna vertebral de la infraestructura de delitos medioambientales son el fraude documental, el abuso de las discrepancias en la legislación y la corrupción generalizada. Los delincuentes usan sus mismos negocios legales para blanquear las ganancias obtenidas.

Los criminales también explotan los sistemas de certificados de energía y los esquemas de comercio de emisiones. 




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